
¿Cómo hace para subsistir un hospital privado en este contexto económico?
La falta de cotizaciones, incrementos en los insumos, compromisos salariales y facturas siderales de servicios están colocando a estas instituciones en una suerte de “cuello de botella” de la cual resulta difícil escapar.
Así, la crisis que se agudizó el mes pasado impacta de manera significativa en este rubro que ya venía castigado, incluso, por falta de actualización de las prepagas y las demoras en los pagos de las obras sociales de las cuales son dependientes, como Ioma o Pami.
“Es imposible seguir trabajando en medio de este contexto. Han aumentado los insumos y medicamentos y ni hablemos de las facturas en concepto de gas y electricidad. Tenemos, además, serias dificultades para el pago de sueldos porque no hay incrementos en los ingresos”, dijo Carlos Deguer, titular de la Asociación Médica de Bahía Blanca (AMBB), entidad a cargo de dos hospitales con gran demanda y numerosas cápitas de Pami, como el Privado del Sur y el “Dr. Felipe Glasman”.
Deguer anticipó una reunión entre todas las instituciones privadas dedicadas a la salud para analizar los pasos a seguir.
“Se agravó nuestro panorama, que ya venía muy deteriorado”, volvió a señalar el dirigente, que meses atrás expuso públicamente boletas por servicios que rondaron los 475 mil y 200 mil pesos.
La Federación de Clínicas, Sanatorios, Hospitales y Otros Establecimientos de la Provincia de Buenos Aires (FECLIBA), asociación sin fines de lucro que nuclea a más de 350 establecimientos asistenciales –con y sin internación– localizados en territorio bonaerense también declaró hace poco una situación terminal.
En el caso del distrito X, con sede en nuestra ciudad, reclaman sin respuesta la aprobación del nuevo nomenclador de prácticas y consultas médicas con los honorarios, gastos y derechos sanatoriales consensuados a fin de evitar el colapso operativo en la atención de la salud.
Señalaron que el sistema de salud privado padece la crisis económica y financiera más grave de su historia debido a los elevados costos de los insumos, inflación, excesivos montos en servicios y falta de actualización de prepagas y obras sociales.
“Luego de un acuerdo multilateral de gestión, moderno, despapelizado y eficiente, elaborado y acordado con nuestro principal financiador, IOMA, nos encontramos ante la imposibilidad de que sea ejecutado a tiempo y permita el rescate del sistema de salud y de la enorme cantidad de fuentes de trabajo que el sector ocupa”, señala el comunicado emitido días atrás.
Bajo el slogan “Salvemos el sistema de salud”, médicos, hospitales, clínicas, sanatorios y establecimientos de alta complejidad del primer y segundo nivel de atención del sector privado de la salud manifestaron encontrarse ante una grave crisis económica que, de no revertirse, “generará el colapso del sistema de atención de los pacientes”.
Deguer, por su parte, habló de “exorbitantes” facturas en concepto de servicios –algunas de ellas cuatro veces más costosas que las del año pasado– que llegan a las clínicas privadas de nuestra ciudad y que no hacen más que agudizar la profunda crisis que este sector viene padeciendo en materia económico-financiera desde los últimos años.
Desde la Asociación Médica de Bahía Blanca se ejemplificó con el valor de boletas de electricidad correspondientes a los hospitales Privado del Sur y “Dr. Felipe Glasman”, que rondaron los 475 mil y 200 mil pesos, respectivamente.
“Es insostenible y a la vez recurrente, porque es un tema que ya se ha expuesto en varias ocasiones y que no pasa del interés periodístico. Nadie toma cartas en el asunto”, se quejó el titular de la asociación, para agregar que el factor adverso está relacionado con la escasa actualización de las obras sociales, que impide que haya un equilibrio entre ingresos y egresos.
Fecliba advirtió la falta de aranceles acordes a sus costos reales y acotó que a partir de 2018 “se agravó de tal manera que si no fuera por la ley de emergencia sanitaria, vigente hasta el 31 de diciembre, muchos establecimientos hubieran cerrado sus puertas”.
Este panorama –continúa el escrito– fue potenciado por una devaluación del peso que se trasladó directamente a la aparatología e insumos importados.
Agrega Fecliba que en 2018 el incremento ponderado de los aranceles hospitalarios no superó el 27%.
“Este desfasaje de más del 40% hace que sea insostenible en el tiempo mantener la calidad de los servicios”, continúa.
Los establecimientos siguen con sus puertas abiertas a costa de un fuerte endeudamiento con proveedores y fisco a tasas exhorbitantes, amparados en la ley de emergencia sanitaria que necesariamente deberá prorrogarse.
Todos en “la misma bolsa”
Más allá de que esta situación involucra a todas las instituciones de salud privadas, como geriátricos y centros de salud de especialidades determinadas, los sanatorios que más impacto reciben, por su caudal de pacientes y cápitas de jubilados, son, además del Privado del Sur y “Dr. Felipe Glasman”, el Hospital Español Italiano y Clínica Privada Dr. Raúl Matera.
En este contexto, Fecliba distrito X viene reclamando desde hace tiempo medidas que colaboren a paliar la crisis económica y financiera de los últimos años. Entre ellas se pidió, sin suerte, subsidiar las tarifas de luz y gas.
También se reclama la disminución de la elevada presión fiscal ya sea a través de la canalización de planes de pagos racionales para las deudas impositivas y de la seguridad social en el marco de la emergencia sanitaria nacional, como así también a través de la eximición de tributos nacionales y provinciales a los establecimientos hospitalarios sin fines de lucro.
En definitiva, sostienen que la salud está atravesando uno de sus momentos más críticos.
Los directivos de las clínicas y sanatorios de todo el país están pidiendo para que haya aranceles lógicos y racionales en línea con el proceso inflacionario que va carcomiendo al sector, señaló uno de los comunicados recientes, que agrega, además, que el riesgo es afrontar los incrementos salariales.
Los prestadores privados del sistema de salud atraviesan una difícil situación motivada por los bajos aranceles que perciben por los servicios que prestan a la seguridad social y a la medicina prepaga y por el incesante aumento de los costos de la atención, situaciones que junto a los aumentos salariales dispuestos por el personal de la sanidad complican el funcionamiento de más de 8.900 establecimientos que ocupan a 350 mil personas y representan más de 67 mil camas en todo el país.
Concluyen: “El problema no se soluciona solamente asignando más recursos al sector. Las mejoras en sanidad no vendrán solo con mayores presupuestos sino con la eficiencia con la cual se integren los subsistemas, jurisdicciones y niveles de atención médica, la coordinación de acciones y de cómo se logre motivar a los recursos humanos” (Cecilia Corradetti/La Nueva)