
Ricardo Alberto Zwenger tiene 62 años, nació en Carhué pero está radicado hace varios años en Bahía Blanca
En 2015 recibió un premio a la trayectoria de la International Road Transport Unión y actualmente es chófer encargado e instructor de una de las principales empresas de Bahía Blanca.

“En estos momentos estoy llevando asfalto para Campana, pero veces salen viajes para Misiones o Salta y hay que hacerlos. Y la verdad que nos hacen muchos controles, donde te toman la fiebre y te preguntan si tenés algún tipo de síntoma. Y cada vez que entramos a cargar o descargar, las empresas ya tienen un protocolo de control. Incluso, en varios sitios te derivan hacia un túnel para desinfectar el camión”.
Los cuidados se extienden hasta su propia casa. “Me saco la ropa en una pieza que no usamos, me ducho y me cambio. Me cuido y cuido a los más cercanos, porque este virus es difícil de controlar. Y la familia en este tipo de trabajo es trascendental. No cualquier mujer puede estar con un chofer de camiones. Pero también es duro para nosotros, porque sabemos cuándo salimos, pero casi nunca sabemos cuándo volvemos. Realmente es un oficio en el que hay que tener muchísima vocación”.
Ricardo contó que empezó manejando un 1114 desde Mendoza, cargado con vino Resero, hasta Comodoro Rivadavia.
“Tardábamos una semana para ir y volver. Ahora ese mismo viaje se hace en la mitad del tiempo. Y hoy tenemos muchísimas más comodidades. Por ejemplo, no hay cabina que no tenga calefacción o aire acondicionado”.
Y agregó: “También cambiaron los mecanismos de seguridad. Hoy es imposible que se te pinche o reviente una goma en la ruta”.
En pareja con Silvia hace 5 años, en Carhué están radicados sus tres hijos: Camila, Eric y César.
“Mucha gente no toma dimensión de la importancia que tiene el transportista en la vida diaria. Nosotros proveemos de combustibles y cargas generales a todo el país. Casi el 80 por ciento de la mercadería se mueve por camiones”.
A los 62 años, la jubilación está cerca de concretarse. “Sé que va a llegar el momento de bajarme del camión. Me da incertidumbre pensarlo, porque no me imagino estar todo el día en mi casa. Y no sé hacer otra cosa más que manejar”. (La Nueva)
