Franz Beckenbauer, uno de los más grandes futbolistas de la historia, murió este lunes a los 78 años. La noticia fue difundida por la Federación Alemana. Leyenda del Bayern Munich, era uno de los tres hombres que logró ser campeón mundial como jugador en Alemania 1974 y como entrenador en Italia 1990. Símbolo de una Alemania potencia en el fútbol, ninguno como él se pudo quedar con el apodo de Kaiser. Vinculado en múltiples momentos con lo más notable del fútbol argentino. Jugador excepcional.
Nacido el 11 de septiembre de 1945 en Giesing, un suburbio de Munich, Beckenbauer había sufrido graves problemas de salud en los últimos tiempos. Ya había pasado por dos cirugías cardíacas y por una compleja operación de cadera. También, en 2019 perdió la visión de su ojo derecho. Y desde abril del año pasado, se acentuó su deterioro cognitivo. Esos momentos difíciles se habían acentuado desde varios contratiempos. Por ejemplo, el dolor por la muerte de Stephan (uno de sus cinco hijos, tenía 46 años y dirigía a los juveniles del Bayern). Y un largo proceso judicial por un pago irregular durante su gestión al frente del comité organizador del Mundial 2006, algo que finalmente la FIFA desestimó y archivó.
En el Olimpo
Si el Olimpo de este deporte incluye a aquellos que deslumbraron desde el medio de la cancha hacia adelante (Pelé, Di Stéfano, Cruyff, Maradona, Messi) a nivel de defensores no hubo -hasta hoy- ninguno comparable a Franz Beckenbauer. No hay estadística, recopilación o síntesis histórica en el fútbol que no incluya al Kaiser en su equipo ideal. Fue un baluarte de la selección de Alemania que se erigió en potencia durante las décadas del 60 y 70: subcampeón en Inglaterra 66 (tras el polémico 2-4 contra los locales en la final), llegaron a la medalla de bronce en México 70, después de ser eliminados por Italia en uno de los más grandes partidos de todos los tiempos. Pero el Mundial 74, justamente en su tierra, coronó a aquella selección alemana que tenía a Beckenbauer como estrella y se basaba en nombres históricos: Sepp Maier en el arco, Vogts, Breitner, la descomunal potencia goleadora de Müller. Y remontaron en la final para el 2-1 contra la Holanda de Cruyff, indiscutida favorita y dueña del “fútbol total”, un equipo revolucionario y que también ha quedado patentado entre los más grandes de siempre.
En la misma campaña, conquistaron la Copa Europea del 72 en Bélgica y fueron subcampeones del 76, en Yugoslavia.
Al mismo tiempo, Beckenbauer fue el símbolo del Bayern Munich, que dominó las competiciones europeas durante varias temporadas y también se llevó la Intercontinental del 76, cuando finalmente le prestó atención (la había obviado en los años anteriores).
Su ciclo como técnico al frente de Alemania fue igualmente exitoso y muy vinculado a nuestro fútbol: subcampeón en México 86 ante la Argentina de Diego (3-2 en la inolvidable final) y el título en Italia 90, después de que Alemania ganara 1-0 con el polémico penal convertido por Andreas Brehme.
De este modo, Beckenbauer se convirtió en el segundo hombre en la historia del fútbol en celebrar un título mundial como jugador y como DT. El anterior había sido el brasileño Mario Lobo Zagallo (campeón como jugador del 58 y 62, como DT en el 70, con Pelé como emblema). Y nuestro conocido Didier Deschamps se ha convertido en el tercero de este exclusivo “club”: integró la Francia campeona por primera vez en el 98 -Zidane como eje- y la dirigió para el título en Rusia 2008, sucumbiendo en la final de Qatar ante la magia de Messi y cía
Un jugador excepcional
Beckenbauer se distinguió como un futbolista excepcional, tanto en la Selección de Alemania como en el Bayern Munich, luego como técnico y finalmente como directivo. Una síntesis de su campaña en el poderoso equipo muniqués ofrece tres copas europeas consecutivas – la actual Champions- entre el 74 y 76, la citada Intercontinental y cuatro campeonatos alemanes (Bundesliga). Terminó dicha campaña con tres temporadas en el Cosmos de Nueva York y un breve paso por el Hamburgo. Su gestión al frente de la Selección de Alemania fue la antesala de su llegada a la dirigencia: presidió el Bayern entre 1994 y 2009 (terminó como presidente honorífico), fue miembro del comité ejecutivo de FIFA hasta el 2011 y lideró la organización del Mundial en su país, en 2006, entre otras gestiones.
El fútbol alemán se caracterizó desde la década del 50, cuando ganó sorpresivamente su primer Mundial, por su competitividad y organización. Franz Beckenbauer resumía ambos conceptos pero con el plus de su inmensa jerarquía técnica, prácticamente inventó el puesto de líbero y se distinguió tanto en su capacidad defensiva -atemorizaba a cualquier oponente- como en la solvencia y elegancia de sus desplazamientos y en sus proyecciones.
Alrededor de Beckenbauer se gestó la época dorada del Bayern Munich, que se convirtió en una potencia a nivel de clubes. La misma “columna vertebral” del equipo (trasladada a la Selección) debía incluir al arquero Sepp Maier y el implacable goleador Gerd Müller, otro que falleció hace poco tiempo.
Ingresó a las inferiores del Bayern desde adolescente. Cuando se reunificaron los campeonatos alemanes en 1964, el Bayern ascendió a la categoría superior de la Bundesliga. Beckenbauer debutó allí siendo un juvenil y su equipo, bajo la conducción técnica del yugoslavo Brnko Zebec, a quien conocían como “látigo en mano” por la fiereza de su disciplina, logró sus primeros títulos en 1967: la Copa de Alemania y la Recopa europea. El primer título de la liga, en 1969. El relevo en el banco fue Udo Lattek y, con la incorporación de otros refuerzos como Paul Breitner y Uli Hoeness, Bayern comenzó a dominar la competición europea. La primera final, en 1974, fue contra el Atlético de Madrid que dirigía el “Toto” Lorenzo y contaba con varios argentinos. Se jugó en el Estadio Heysel, en Bruselas, y el Atlético se encaminaba a un triunfo histórico con un gol de Luis Aragonés. Casi sobre el instante final, un zapatazo de Schwarzenbeck le dio el empate al Bayern y obligó a un segundo partido, donde arrollaron los alemanes: 4-0. “Beckenbauer no mira el balón, simplemente lo percibe con su pie”, definía Schwarzenbeck a su compañero, capitán y líder del equipo. Retuvieron lo que constituye la actual Champions en 1975, en el Parque de los Príncipes de París: 2-0 contra el Leeds británico.
Aquellos títulos le daban la posibilidad de disputar la Intercontinental contra el campeón de la Libertadores, Independiente en aquel momento. Pero, siguiendo una “costumbre europea”, presentaron distintos argumentos (“incompatibilidad de fechas”) y no lo hicieron. Recién al ganar la Europea del 76, al vencer 1-0 al Saint Ettiene, Bayern decidió protagonizar la final mundialista, en este caso con el Cruzeiro, al que le ganó 2-0 en casa y empataron 0-0 en Belo Horizonte.
Fue, además, el final del ciclo para Beckenbauer y varios de los históricos del Bayern. Tres temporadas en el Cosmos de la incipiente liga estadounidense -por la que había pasado Pelé en fugaz retorno- y una despedida en el Hamburgo marcaron la despedida del “Kaiser” como jugador.
Vendría la etapa de técnico, mucho más exitosa en la Selección y no tanto a nivel de equipos (en “su” Bayern y en el Olympique de Marsella, que a golpes de billetera intentaba armar el controvertido millonario francés Bernard Tapie a principios de los 90).
Y para el cierre vendría el ciclo directivo, sobre todo en la organización del Mundial de su país. Leyenda del Bayern, quedó últimamente como presidente honorario y se mostró feliz por el ciclo de Guardiola, aun cuando no fue coronado por la conquista de la Champions. “Guardiola es un equilibrio entre sus ideas futbolísticas y la filosofía del Bayern, que reposa en la potencia y la proyección rápida”, expresó Beckenbauer a L’Equipe.
Pero si antes había “padecido” a Maradona -a quien admiró- como jugador y como DT, también pudo disfrutar a Messi. Ya desde su aparición en los primeros planos del Barcelona, lo consideró “el número 1 del mundo, hay muchos buenos pero está muy claro que él es el mejor”. En una entrevista con El Gráfico en 2010 recordó como Messi fue el artífice de un 4-0 contra el Bayern por la Champions: “Nos hizo un verdadero desastre”. También destacaba a Demichelis, que se iba a convertir en otro baluarte del Bayern.
(Clarín)