En medio de un conflicto que no da tregua, los trabajadores del Hospital Garrahan profundizan su plan de lucha con nuevas medidas de fuerza. En una asamblea masiva, decidieron convocar a un paro general para el miércoles 25 de junio y realizar un abrazo simbólico al hospital una semana antes, el 18 de junio, en defensa de la salud pública y sus condiciones laborales.
“Tras una nueva falta de respeto del gobierno al Garrahan, los trabajadores realizamos una asamblea masiva que resolvió la continuidad del plan de lucha“, sostuvo Alejandro Lipcovich, secretario general de la Junta Interna de ATE Garrahan. El dirigente denunció que la audiencia convocada por la Secretaría de Trabajo “volvió a fracasar por responsabilidad del gobierno, que no solo no realiza propuesta alguna, sino que ni siquiera concurre a las reuniones”.
La tensión se agudizó luego de que ningún representante del Gobierno ni de la dirección del hospital asistiera al encuentro programado para el miércoles. Desde el Ministerio de Salud, en diálogo con el medio El Destape, atribuyeron el quiebre de las negociaciones al gremio, argumentando que “son ellos los que rompieron la mesa de diálogo” con las medidas de fuerza realizadas en los últimos días.
Lipcovich también señaló que la renuncia de Soraya El Kik, presidenta del Consejo de Administración, es un signo de desgaste dentro del oficialismo: “El gobierno está siendo afectado por la lucha. Se tendría que ir también el resto de los funcionarios, porque están llevando al principal hospital pediátrico del país a un abismo”.
Por su parte, Gerardo Oroz, secretario adjunto de la Junta Interna de ATE, apuntó directamente contra las políticas sanitarias del Gobierno nacional. “El comunicado del Ministerio de Salud anunciando despidos en el Posadas y descuentos en el Garrahan es un bochorno, que nuestra asamblea repudió en bloque. Lugones echa más nafta al fuego, confirmando que desprecia la salud pública y que solo le importa el lucro privado”, afirmó.
El conflicto se agrava
Oroz remarcó que el reclamo trasciende lo salarial y se enmarca en una defensa más amplia del sistema de salud público: “La lucha del Garrahan es por nuestro salario y nuestras condiciones de trabajo, pero también es una pelea nacional para poner freno a una motosierra criminal. El salario mínimo tiene que partir del costo de la canasta familiar ($1.800.000), y de ahí hacia arriba”.
Mientras tanto, el clima en el hospital continúa enrarecido y el conflicto sigue escalando, con una nueva jornada de protesta ya confirmada y sin señales de acercamiento entre las partes.
