Las mellizas Onelia y Anacleta Huebra llegaron a Bahía Blanca desde Luis Beltrán (provincia de Río Negro) convencidas de estudiar Medicina en la UNS, pero sus expectativas chocaron contra un muro que, por momentos, parecía demasiado alto: el examen de ingreso. Lo rindieron en 2017, luego al año siguiente y por última vez en 2019. La tercera (coincide con el dicho popular) fue la vencida.
El mes pasado, luego de 7 años de mucho esfuerzo (y otros dos en que no se rindieron) y también gracias al apoyo de su familia, lograron recibir sus títulos y desde el 5 de marzo están activas en un programa de pre-residencias que culminará el 31 de agosto. Onelia está haciendo clínica médica en el Hospital Interzonal Dr. José Penna y Anacleta realiza medicina familiar en el centro de salud de General Cerri.
Nacidas en Neuquén capital, las hermanas se establecieron con sus familias en Beltrán cuando tenían 3 años. Allí pasaron su infancia y adolescencia. De su pueblo resaltaron la tranquilidad, la amabilidad de las personas, su naturaleza y los canales de riego.
Ana, quien durante estos años también logró egresar como Técnica Superior en Periodismo (en el Instituto Superior de Comunicación Social) comentó que la idea de ambas es ejercer allí la medicina una vez que culminen los cuatro años de residencia ya que al pueblo le hacen falta profesionales.
“La gente tiene que viajar varios kilómetros para acceder a ciertos especialistas o hacer consultas simples. Nos gustaría que eso cambie llevando para allá todo nuestro conocimiento”, dijo.
“Pero antes queremos devolver a Bahía todo lo que nos dio, la gente nos recibió muy bien. Nunca vivimos una situación que nos haya preocupado. Hacer la residencia acá es una forma de devolver lo que la universidad nos dio”, dijo.
En cuanto a las principales motivaciones para no darse por vencidas en estos años, sobre todo en los primeros, añadió: “Siempre tuvimos el lema ‘Un ingreso no nos va a ganar’. Así que por más que nos costara millones de años, íbamos a intentarlo. Además, teníamos el objetivo de empezar y terminar una carrera y a las dos nos gustaba medicina”, dijo.

Egresadas en 2015 en el Instituto Magdalena de Canosa –en Luis Beltrán– sabían que las posibilidades de ingresar a Medicina en la UNS eran escuetas y que necesitaban una base educativa más solida pero decidieron intentarlo igual.
“Obviamente, a veces dudamos de si era para nosotras o no, porque había muchas trabas en el camino, pero al final lo logramos y esto es lo que nos gusta”, dijo Ana.
Ella fue la primera en elegir Medicina y One la siguió porque tenía interés en la biología, las exactas. Las dos prefieren las ciencias naturales y son aficionadas al deporte y a la alimentación saludable. También estuvieron muy abocadas a la prevención y ayudar a las personas a través del Club de Leones.
Si bien Cipoletti les quedaba casi a la misma distancia eligieron Bahía Blanca porque amigos y conocidos les contaban que estaba muy preparada para los estudiantes y que era tranquila y tenían buenas referencias del nivel académico de la carrera.
Se recibieron el 14 de diciembre del 2024, junto a otros 60 compañeros, porque nunca desaprobaron un examen ni una materia. Vivieron juntas en un departamento compartido con su hermano Felipe.
“Nos llevamos bien, con diferencias en la convivencia, como todos los hermanos, pero nos apoyamos en los momentos más difíciles. Nos reíamos cuando no dábamos más y festejábamos cada logro como si fuera el de las dos. Yo festejaba el de One y ella festejaba más el mío que yo misma. Especialmente en los últimos finales, que eran los más difíciles, ahí hubo mucha contención de parte de las dos”, contó Ana.
“No hubo competencia entre nosotras, solo acompañamiento. Estar con One me hizo dar más calma, motivación y la certeza de que nunca estaba sola y que, a pesar de todo lo que nos había costado entrar, nada era imposible”, dijo.
Las hermanas se inclinan más por la clínica que por la rama quirúrgica y evalúan formarse en alguna especialidad vinculada a los consultorios y a la internación más que en aquellas que requieren procedimientos más invasivos.
Por la gran comunicación que hay entre ellas pudieron hacer un gran equipo más allá de cualquier conflicto.
“Obviamente, en los equipos no todo es perfecto. Más allá de ser compañeras de estudio, somos hermanas, y por eso, cada una conoce más las debilidades o los caprichos de la otra. A veces era un doble esfuerzo tratar de entendernos y no sobrepasar esos límites de confianza pero también tuvo sus beneficios porque al conocernos logramos entendernos y cumplir nuestro objetivo”, agregó.

Ambas coincidieron en que es muy bueno tener cerca un hermano y más cuando se comparten conocimientos en torno al ámbito laboral y destacaron el apoyo de la familia, tanto emocional como económico, más allá de que las ayudó un montón que la universidad fuera pública y gratuita.
One destacó: “Para los que somos de otro lado, estudiar, venir a Bahía Blanca, implica un gran costo y un gran aporte económico de nuestros papás. Ellos tuvieron que postergar sueños proyectos, viajes y un montón de cosas para que nosotras hoy realmente seamos lo que somos y estamos muy agradecidas por eso”.
Las hermanas vendieron frutos secos para cubrir sus gastos extras como salidas con amigos o para poder hacer un deporte y también trabajaron durante un tiempo vendiendo entradas para el boliche del Club Universitario.
“Nuestros padres estuvieron ahí apoyándonos durante el ingreso y teniéndonos paciencia ya que siendo tan chicas teníamos que acostumbrarnos más a la vida universitaria y aprender a enfrentar los nuevos desafíos”, subrayó.

“Cuando logramos ingresar estaban asombrados y maravillados por haber confiado en nosotras. Fue un reflejo de todo el esfuerzo que hicieron. También están agradecidos de que no desperdiciáramos esa oportunidad”, reflexionó.
–¿Qué es para ustedes ser una buena médica o médico?
Onelia: — Nosotras creemos que ser buena médica va más allá del conocimiento que se puede adquirir durante la carrera y que podés dar un excelente diagnóstico profesional pero al mismo tiempo ser carente en otras cosas. Hoy en día muchos profesionales tienen carencias en cuanto la relación médico paciente, que nosotras consideramos que es la parte más importante.
Anacleta: –Justamente en eso se destaca la Universidad Nacional del Sur, que te enseña a trabajar desde la relación médico-paciente, no solo a abordar a la persona como un conjunto de signos y síntomas, sino como alguien que está atravesado por un contexto social, económico y cultural. Una buena médica es una persona que saluda al paciente cuando entra al consultorio, lo mira los ojos, lo escucha y tiene en cuenta sus preferencias y valores, su contexto. Tal vez uno dice: ‘No le solucioné nada al paciente’, porque a veces no se puede solucionar, pero el paciente ya se va muy aliviado de haber sido escuchado. Es lo que pasa en la mayoría de las consultas: lo pacientes se van agradecidos cuando uno les presta la atención que realmente necesitan.
Entre ellas todo se charla. Y cuando están lejos, no pierden jamás el contacto. Mellizas, tenaces, colegas Anacleta y Onelia Huebra son hoy dos profesionales de la salud en busca de un destino que beneficie a más personas y con una marcada vocación de servicio que se comprometen a sostener hasta el último día.
Periodismo. Anacleta no descarta ejercer también como Periodista y en algún momento aspira a tener algún programa de radio o televisión o red social para abordar temas vinculados a la promoción y prevención de la salud. “La mayoría de los periodistas no son médicos y no conocen sobre temas vinculados a la salud. Un médico que además sepa comunicar es algo que puede servir para mejorar la calidad de vida de las personas y que se empoderen de su propia salud”, afirmó.
La familia. Está compuesta por papá Walter Huebra, mamá Silvana de Luca, los hermanos Onelia, Anacleta y Felipe Huebra y tres hermanos de parte de papá; Manuel, Emiliano y Eliseo Huebra.
(Por Anahí González Pau / Fotos Emmanuel Briane / La Nueva)