
La temporada astronómica de noviembre de 2025 se presenta como una de las más singulares de los últimos años, ya que cuatro cometas se vuelven visibles casi al mismo tiempo. Se trata de C/2025 A6 (Lemmon), C/2025 R2 (SWAN), el interestelar 3I/ATLAS y C/2025 K1 (ATLAS). Cada uno evolucionó de manera distinta, generando especial interés entre astrónomos amateurs y profesionales que siguen su dinámica desde principios de año.
El primero de ellos, el cometa Lemmon, tuvo su perihelio el 8 de noviembre de 2025 y llegó a brillar cerca de magnitud +4, lo que lo convirtió en un objetivo ideal para prismáticos y, en algunos casos, incluso para la vista desnuda. Al alejarse, comenzó a debilitarse hacia valores entre +5 y +6, aunque conserva una notable cola trenzada visible en exposiciones prolongadas.
Además de su brillo, Lemmon destacó por su estructura: reportes fotográficos muestran nudos y condensaciones en su estela, algo especialmente valorado por quienes investigan la actividad del polvo cometario. Su órbita indica que regresará recién dentro de unos 1.350 años.
SWAN y su brillo cambiante tras la activación solar
Otro protagonista de la temporada astronómica es el cometa SWAN, descubierto en septiembre de 2025. Su perihelio ocurrió apenas un día después de su detección, lo que produjo una rápida sublimación y una coma luminosa acompañada por una cola gaseosa que llegó a medir hasta dos grados. En su acercamiento máximo a la Tierra registró magnitudes entre +5,6 y +6.

Sin embargo, hacia noviembre comenzó a debilitarse y ya ronda magnitud 8, accesible solo con telescopio. Algunas observaciones incluso sugieren indicios de fragmentación, lo que explicaría su comportamiento irregular. Su evolución continúa siendo monitoreada desde observatorios profesionales y redes de aficionados.
Este comportamiento volátil lo convierte en un cometa impredecible: podría apagarse rápidamente o, por el contrario, presentar estallidos repentinos de actividad.
El regreso del cometa interestelar 3I/ATLAS y la ruptura del ATLAS K1
Entre las rarezas de la temporada astronómica destaca 3I/ATLAS, uno de los pocos cometas interestelares registrados en la historia. Tras cruzar su perihelio en octubre y quedar oculto por la conjunción solar, reapareció antes del amanecer con una magnitud cercana a +10, visible con telescopios medianos. Su composición —según datos del telescopio James Webb— está dominada por dióxido de carbono, en proporciones poco usuales para los cometas del Sistema Solar.
Otro caso llamativo es ATLAS K1, que tras su perihelio en octubre comenzó a fragmentarse en al menos tres partes, según observaciones realizadas desde el Observatorio de Asiago, en Italia. Cada fragmento desarrolla ahora su propia coma, generando una oportunidad excepcional para estudiar cómo se desintegran estos cuerpos helados.
La ruptura de su núcleo lo transformó en un laboratorio natural para quienes investigan la evolución física de los cometas luego de un sobrecalentamiento extremo.
Cómo observar los cometas desde Sudamérica
Para localizar estos cuerpos, especialistas recomiendan buscar a SWAN hacia el suroeste poco después del atardecer y observar a Lemmon hacia el oeste-suroeste, ya con la noche más avanzada. En tanto, 3I/ATLAS aparece antes del amanecer, según la constelación indicada por aplicaciones como Stellarium o Star Walk. En el caso de ATLAS K1, se requieren efemérides actualizadas para ubicar sus fragmentos.
Los astrónomos aconsejan además buscar cielos oscuros, usar prismáticos o telescopios pequeños según el brillo del cometa y registrar las observaciones, ya que estos objetos pueden cambiar rápidamente de forma y luminosidad. (Con información de Infobae)

















