
La reconocida autora argentina Ángeles Alemandi se presentó el sábado 1 de noviembre en la Asociación Española de Macachín, donde compartió con un público numeroso y respetuoso los sentidos que atraviesan su última novela breve, “Como si nada llorase en el monte”.
El evento, impulsado por Leandra “Monina” Pérez, propietaria de la librería “Lo de Delfino”, contó con la moderación de Camila R. Juárez Sierra, quien acompañó una conversación íntima y enriquecedora. La propuesta fue apoyada por el municipio y se convirtió en un espacio de diálogo que combinó literatura, emoción y memoria colectiva.
Durante casi una hora y media —que pareció mucho menos para quienes asistieron—, Alemandi desandó las motivaciones, influencias y procesos creativos detrás de una obra que ha cosechado premios nacionales, elogios de lectoras y lectores en redes y un creciente reconocimiento por su prosa poética, cuidada y profundamente sensorial.
Un libro que reinterpreta el territorio
“Como si nada llorase en el monte” narra la historia de un pequeño pueblo salinero y de una niña cuyo llanto —incisivo, inquietante, persistente— se vuelve el eje alrededor del cual se tejen vivencias marcadas por el abandono, las expectativas y la dureza del entorno.
Alemandi definió la creación del libro como “una revancha y una reconciliación con este territorio” pampeano, que al principio le resultaba hostil pero que en la escritura reveló su fertilidad poética.
“La belleza del territorio tenía que ser casi protagonista”, afirmó.
El monte pampeano, con su viento, su aridez y su fuerza capaz de empujar hacia adentro, funciona como un personaje más, influyendo en cada gesto y decisión de quienes habitan el pueblo ficticio de Árbol Blanco, cuyo nombre dialoga con localidades reales como Venado Tuerto, Carro Quemado o Árbol Solo.
Regionalismo, realismo mágico e identidad
La autora señaló que gran parte de la novela está atravesada por sus propias experiencias de vida en La Pampa y por la literatura que la formó: García Márquez, Juan Rulfo, José María Arguedas, entre otros referentes del regionalismo y el realismo mágico, cuyas huellas se perciben en la mística del relato.
El libro combina lo documental con lo ficcional, y Alemandi explicó que estudió flora, fauna y geografía para respetar el territorio y construir un mundo verosímil. También profundizó en los grises de la vida pueblerina, entre el encanto y el peso de lo cotidiano.
El poder de nombrar y la identidad
Uno de los ejes más profundos del encuentro fue la reflexión sobre el acto de nombrar, central en la novela. No todos los personajes tienen nombre propio: una decisión estética que apunta a la universalización, la memoria y la importancia del derecho a la identidad.
Saber cómo nos llamamos —señaló Juárez Sierra en su análisis— implica saber quiénes somos, de dónde venimos y qué historias nos preceden. Esa dimensión cobra protagonismo en esta obra que interpela al público desde un lugar afectivo y político.
Maternidades posibles y estereotipos en tensión
La novela aborda con sutileza los estereotipos de género, especialmente en relación con la maternidad, sin caer en juicios morales. Alemandi destacó que su intención nunca fue juzgar a la madre protagonista:
“Quise que quien lea el libro pueda elegir y ser respetuoso con esa maternidad, que hace lo mejor que puede”.
Su mirada humanista y feminista, según expresó, se filtra inevitablemente en la construcción de personajes y vínculos dentro de un pueblo donde lo social y lo laboral también condicionan la vida.
Una obra que revitaliza la memoria pampeana
El encuentro finalizó con un activo intercambio entre el público y la autora. Los temas que surgieron fueron múltiples:
los géneros literarios presentes en la novela, el vínculo entre territorio y memoria, las costumbres y rituales de los pueblos pequeños, la huelga salinera y su impacto, los roles de género, la complejidad del maternar y la tensión entre tradición y cambio.
“Como si nada llorase en el monte” se consolida como una obra breve pero intensa, cargada de sensibilidad, cuidado del lenguaje y profundidad emocional, capaz de revitalizar el territorio pampeano y abrir nuevas conversaciones en torno a su identidad cultural. (La Arena)

















