Don Pablo Novak, el último habitante de Epecuén falleció en las últimas horas, según confirmó el intendente de Adolfo Alsina, Javier Andrés.
Novak fue custodio y guardián de un legado mítico sobre el pueblo que pereció bajo las aguas por una inundación en 1985 y cuyas ruinas fueron escenario de numerosos documentales, videos y visitas turísticas. Incluso el Indio Solari y sus Fundamentalistas del Aire Acondicionado eligieron a Epecuén como marco para uno de sus shows en 2021, plena pandemia.
Célebre en el mundo como “el último habitante de Epecuén”, 22 millones lo escucharon entrevistado por el youtuber mexicano Luisito Comunica. Otros 16 millones lo vieron en un video deportivo de Red Bull, donde él pedalea relajado entre las ruinas de la ciudad tragada por las aguas en 1985 y regurgitada 30 años después, convertida en una Pompeya bonaerense. Algunos millones más lo conocieron en un documental de la BBC y han venido a filmarlo desde Chile, Holanda, EE.UU., Francia, República Checa, Alemania, Japón, Italia y Rusia: “todos vienen a verme con traductor; me han hecho películas de todos lados
Un tiempo antes, en enero de 2020, don Pablo había sido distinguido como Embajador Cultural y Turístico del distrito por ser testimonio vivo de una historia muy especial.
Hoy el jefe comunal Javier Andrés realizó un posteo en redes para comunicar la noticia de su deceso:
«Hoy es un día para decir adiós, aunque no sé si a las leyendas se las despide. Don Pablo Novak, así: sonriente, entusiasta, siempre dispuesto a largas charlas y relatos de anécdotas quiero recordarte», escribió.
Y continuó: «Así, recorriendo Epecuén en tu bicicleta, leyendo el diario en una esquina de las ruinas, compartiendo como guía tus experiencias con los turistas y los periodistas de todos lados que preguntaban por El Último Habitante de Epecuén. Así todos vamos a recordarte. Hoy es un día para decir ¡Gracias Don Pablo! Descansa, que nosotros cuidaremos tu legado aunque nunca será lo mismo».
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En una de las últimas crónicas sobre el custodio de las ruinas, Novak contó que vivía en Epecuén porque, en pocas palabras, es un lugar que lo hacía feliz.
«Acá han venido a filmarme desde Corea del Sur. Hacían las reverencias cuando se bajaban del auto. Y también los chinos, hace 7 años. Me dijeron “esto la van a ver 300 millones”. Yo dije “qué chino macaneador…”. Y como leo mucho y sin anteojos, agarré una revista y vi: “¡China; 1400 millones!”. Pobres chinos, me vieron una cuarta parte nomás. Pero después vinieron otros chinos a entrevistarme, así que 300 me vieron en la primera vez y 300 en la segunda: ¡Ya me vieron 600 millones de chinos! Los coreanos eran más simpáticos que los chinos. Y después vinieron muchos chinos turistas» relataba Novak de gorra y saquito gris con un buen humor perenne.
Nacido en la villa en 1930, toda su vida transcurrió en ella. Recordaba con nostalgia los mejores momentos del pueblo, cuando en la década de 1940 contaba con unos 2 mil habitantes y su familia progresaba gracias a una fábrica de ladrillos. En el medio, él fue creciendo, se casó y tuvo diez hijos.
Tras la inundación, todos los habitantes del lugar partieron hacia la ciudad cabecera del Municipio, Carhué. Él también se fue, pero volvió al poco tiempo. Su mujer y sus hijos quedaron en Carhué, pero él necesitaba regresar.
Se instaló con una casilla y una vaca sobre una de las calles que había resistido sobre la superficie. «Me da un poco de tristeza ver lo que quedó, pero también recuerdo los momentos de alegría. ¿Cómo voy a estar en otro lugar? Yo hice todo acá», decía.
Un buscavidas
Novak tiene diez hijos, veinticinco nietos y nueve bisnietos. Llevaba 33 años viviendo solo en distintos ranchos, mientras se iba moviendo con sus chivos y vacas por estos campos mezquinos, casi en la entrada a la Patagonia junto a las ruinas de un apocalipsis. Era un hombre solitario pero alegre. En 1985 la inundación lo corrió de su campito junto al célebre Matadero del arquitecto Francisco Salamone, a 10 minutos de ahí. En 1990 se instaló en esta casita semi abandonada que se salvó de las aguas del lago por unos metros. Ahí estuvo siempre sin luz hasta hace un par de años y rechazó tener una TV: él es del tiempo de la radio.
Desde hoy Epecuén queda sin su custodio, contenida por los miles de turistas que la atraviesan todos los años. Que en paz descanse Don Pablo!!