Violet Constance Jessop tenía 12 años cuando en 1896 llegó a Ingeniero White, donde su padre, William, inmigrante dublinense, había conseguido un trabajo estable, luego de pasar algunos años criando ovejas en la colonia inglesa vecina al Sauce Grande, cerca del paraje Las Oscuras.
Violet, o Violeta, era bahiense, la mayor de los nueve hijos fruto del matrimonio entre William y Katherine Kelly, y se destacaba por su figura estilizada, su cabello pelirrojo y sus ojos claros.
Era difícil imaginar que esa niña, que disfrutaba de su primera casa de ladrillos, sería una de las primeras mujeres evacuadas del trasatlántico Titanic, el colosal buque que se fue a pique en 1912, en su promocionado viaje inaugural.
Los caminos de la vida
Nacida el 2 de octubre de 1887, Violeta enfermó de tuberculosis, en una época que esa enfermedad resultaba fatal.
Su familia dejó entonces White, pasó por Buenos Aires y finalmente se instaló en Mendoza, donde mejoró su salud y la familia disfrutó de cierta estabilidad.
Hasta la muerte de su padre, que dejó a la familia en una delicada situación.
Esa fue la causa por la cual su madre, Khaterine, decidió regresar a Liverpool, en Inglaterra, donde quedaba parte de su familia.
A poco de establecida en el nuevo territorio, Violeta consiguió trabajo en la compañía White Star Line, la más poderosa línea de trasatlánticos del mundo, para servir en el RMS Olympic.
La historia le reservaría una conexión muy particular con tres buques específicos: las estrellas de la naviera White Star Line, para la que comenzó a trabajar en 1908. Las naves eran parte de la flota más grande, moderna y lujosa de la época: el Olympic, el Titanic y el Britannic.
Eran tres «barcos hermanos» de la clase Olympic, creados casi iguales.
Inaugurado en mayo de 1911 con gran pompa como el barco más grande de su época -le llevaba 30 metros a sus rivales más cercanos- el Olympic casi tiene un final trágico a pocos meses de su bautismo.
El 20 de septiembre de 1911, chocó contra el buque de guerraHMS Hawke frente a las costas de Inglaterra, cuando éste quedó atrapado en su enorme estela.
A pesar de que el Hawke perforó su casco y dañó una hélice, milagrosamente no hubo heridos y el Olympic pudo volver al puerto de Southampton.
Un año después de ese accidente del que salió ilesa, Violeta era asignada como camarera de primera clase en el Titanic, como parte de la tripulación del viaje inaugural a New York.
En un cuaderno de memorias que escribió sobre sus experiencias -que tras su muerte se publicaría bajo el título «Titanic Survivor» o Sobreviviente del Titanic-, Violet contó que era feliz trabajando en el Olympic y que no quería cambiar de embarcación.
Pero sus amigos y familiares, maravillados con el lujo y la magnificencia del Titanic, la convencieron.
La joven de 24 años pasó a ser una de sólo 23 mujeres que formaron parte de la tripulación en el trágico viaje inaugural del Titanic.
De Sauce Grande al puerto de Southampton, de las tranquilas agua del estuario bahiense a las tempestuosas aguas del Atlántico.
El destino ya estaba escrito.
El choque
A pocos minutos de haber impactado con un iceberg, el Titanic quedó condenado a hundirse en el fondo del mar.
En medio de la incertidumbre inicial, Violeta subió a la cubierta y un marinero la alentó a ponerse un salvavidas y subir a un bote salvavidas, para así alentar al resto de las mujeres a seguir su conducta y que ella ayudara con el abordaje.
“Me ordenaron que subiera a cubierta. De manera calmada, los pasajeros caminaban. Me reuní con otras camareras, mirando a las mujeres que abrazaban a sus esposos antes de ingresar a los botes con sus hijos. Un poco después, un oficial del Titanic nos ordenó que abordáramos el bote, en un primer momento, a efecto de mostrar a las mujeres que era seguro. A medida que el bote descendía, un oficial me dijo: «Señorita Jessop, tenga. Cuide a este bebé». Y me arrojó un bulto al regazo”, contó en sus memorias.
Hasta que llegó el RMS Carpathia para salvarlos.Una vez a bordo apareció una mujer -Violet supuso que era la madre- y le arrebató al pequeño.
Fue una de las 700 personas que sobrevivieron al naufragio más famoso de la historia.
Y por eso fue testigo de cada minuto de esa tragedia, que se cobró más de 1.500 vidas.
Después del Titanic
Lejos de cualquier trauma o miedo por lo ocurrido, Violeta volvió al poco tiempo al trabajo, destinada ahora al HMHS Britannic.
Construido para transportar pasajeros, el buque fue requisado en 1916, en el marco de la Primera Guerra Mundial, y destinado al transporte de tropas y como buque hospital.
Violeta pasó de ser camarera a desempeñarse como enfermera. De esa época es una de las pocas fotografías que se conoce de ella.
Lo singular es que en 1916 fue protagonista de otro hundimiento.
Ese año, más precisamente el 21 de noviembre, el Britannic impactó contra una mina mientras navegaba por el mar Egeo a la altura del canal de Kea, frente a las islas griegas, lo cual le generó daños fatales en su estructura.
Se hundió en 55 minutos, tres veces más rápido que el Titanic (a pesar de todas las previsiones que habían tomado los ingenieros navales para hacer que la embarcación fuera más segura).
30 personas murieron ese día, pero la mayoría sobrevivió. El desastre no fue mayor porque el barco iba en busca de heridos y aún no transportaba víctimas.
Esta vez Violet no logró salvarse en un bote salvavidas, ya que el suyo y otros fueron chupados por las hélices del barco.
Debió tirarse al mar y se golpeó en la cabeza, pero la rescataron. Ella lo atribuyó el milagro a su abundante cabellera de color castaño, pues la sacaron del agua izándola por el pelo.
«La maquinaria de la cubierta cayó al mar como juguete de niño. Luego la popa se alzó en el aire y desapareció en las profundidades, con una violencia inimaginable…», contó tiempo después sobre ese hecho.
En 1934 terminó de escribir sus memorias, que se publicaron recién en 1997, por decisión de dos de sus sobrinas.
El final
Violeta trabajó 30 años más en distintos trasatlánticos (en 1926 cambió de naviera y trabajó para la Red Star Line, volviendo unos años después a su primer lugar de trabajo: la Royal Mail Line), hasta su retiro.
En el medio, dejó los barcos por un puesto como oficinista tras el final de la Segunda Guerra Mundial, en 1945, pero en 1948, con 61 años de edad, volvió a embarcarse por dos años más. Recién se retiró en 1950.
Tras 42 años de relación con el mar, su mudó a una casa de campo en Suffolk, un condado en el este de Inglaterra.
Sin hijos, murió el 5 de mayo de 1971, en su vivienda de Great Ashfield, sobre el Mar del Norte, donde se dedicaba a cuidar su jardín y criar gallinas.
Si su último pensamiento fue para su modesta casa de paredes de adobe a orillas del Sauce Grande, o fue alguna imagen del Titanic o fueron sus flores es algo que desconocemos.
Su corazón se detuvo, luego de latir durante 84 años.
Una insuficiencia cardíaca finalmente logró lo que tres desastres en alta mar no pudieron.
Con toda lógica, Violet ya se había ganado el apodo de «Miss inhundible» en el mundo entero.
(La Nueva)