Respeten los rangos. Para mojarle la oreja al campeón del mundo, al bicampeón de América y al que dio la vuelta en Wembley hay que tener mucho más que palabras vacías. Hay que tener coraje para jugar, más que para falar. Y si quieren saber qué es coraje para jugar al fútbol, que alguien haga un edit de los primeros 15 minutos del primer tiempo o que pasen acelerados los 90 minutos. Porque hay que pegarle semejante baile a Brasil. Y porque también hay que tener templanza para recuperarse y seguir jugando, tocando y encontrar la mínima diferencia.
El arranque del partido estuvo a la altura de lo que se respiraba en un Monumental vibrante. El equipo empezó a mostrar recuperación, gran velocidad y precisión en tres cuartos de cancha y no tardó en dar sus frutos a los tres minutos, cuando una buena jugada colectiva terminó con Thiago Almada habilitando desde la izquierda a Julián Álvarez, que dominó entre Guilherme Arana y Murillo y atropelló ante Bento conectando por lo bajo.
JULIÁN y el 1-0 de Argentina ante Brasil, en el clásico pic.twitter.com/JT6zxNn2hJ
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Querían dar una paliza y se encontraron el tiki tiki infernal. Si no, repasen el segundo gol, con ¡33 toques! Hasta que llegó el gol de Enzo. A los 12 ante un adversario perdido. Tras una interminable conexión de 33 toques, Nahuel Molina habilitó desde la derecha a Enzo Fernández para que definiera fuerte y alto por el segundo palo. A partir de ese momento, de las tribunas comenzó a bajar un sólo grito ensordecedor “Dale campeón, dale campeón” y se empezó a gestar una noche histórica.
¡GOLAAAAAAAAAZO DE ARGENTINA!
A los 12' y tras una gran jugada colectiva, Enzo Fernández puso el 2-0 ante #Brasil en el Monumental. #EliminatoriasEnTyCSports pic.twitter.com/AKScCAoMbI
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Esta Selección es cosa seria. Ya lo sabíamos. Pero por si alguno tenía dudas de que es la mejor de la historia, encontraron esta doble fecha para dejar chiquitos a Uruguay y a Brasil, para clasificarse al Mundial una vida antes. Para que lo que venga sea el laboratorio de Scaloni para probar a los pibes porque los campeones ya no saben más cómo demostrar que están vigentes, que lo que hay que buscar es suplentes de los suplentes.
Rodrigo De Paul amenazó con el tercero pero se lo tapó Bento, y a los 26 los de Dorival descontaron inmerecidamente gracias a la presión de Matheus Cunha sobre el Cuti Romero, quien dudó en la salida y sufrió el robo del brasileño que enfrentó a un Dibu Martínez que debió retroceder rápido y no pudo sacar el disparo de su ratonera derecha.
Tras un breve respiro sin sobresaltos, Almada volvió a exigir a Bento y enseguida, a los 36, un exquisito centro desde la derecha de Enzo permitió que Alexis Mac Allister anticipara con un toque no menos lujoso frente al arquero para estirar diferencias.
¡LLEGÓ EL TERCERO DE ARGENTINA!
A los 37', Mac Allister puso el 3-1 ante #Brasil en un PARTIDAZO en el Monumental. #EliminatoriasEnTyCSports pic.twitter.com/aHIfUDjPdE
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Argentina, con un 4-1-4-1, fue un equipo compacto, en trienta metros para atacar y para defender. Para que todos toquen, todos. De Dibu a Julián y pasando por los volantes que son todocampistas. Paredes para salir limpio, De Paul para manejar los tiempos emocionales, Alexis y Enzo para cambiar el ritmo, para bajarlo y subirlo, para colaborar con la marca. Y Thiago se terminó de recibir de jugador de Selección en esta doble fecha. Y Julián, un pedazo de jugador que hace goles, corre, presiona y más.
Más adelante, la promesa de chispazos se hizo realidad cuando un cruce entre Raphinha y Nicolás Tagliafico derivó en una pelea general y la amonestación de ambos, lo que avizoró un complemento caliente.
El ST fue una continuidad del primero, con un solo equipo en cancha. Con un Brasil de solo arrestos de Vinicius Jr, Argentina siguió jugando, siguió gustando, la tónica del segundo no cambió. Pese a los tres cambios de Brasil, casi cuela un tiro por arriba Julián de entrada, hasta que a los 25 volvió a golpear a fondo y a su antojo el anfitrión, con un centro atrás de Tagliafico que parecía perderse sin que nadie pudiera conectarlo hasta que el ingresado Giuliano Simeone irrumpió por derecha con un sablazo que pegó en el travesaño antes de picar adentro.
Ya con más relevos de parte de Scaloni -metió a Facundo Medina y Nicolás Paz-, solo bajaban «oles» de la tribuna y los chispazos entre los protagonistas terminaban con los argentinos entendiblemente al límite del canchereo. Uno que sucumbió a la tentación fue el Dibu Martínez, que hizo jueguitos y se ganó el reto de Scaloni.
En lo que quedó, Raphinha besó el travesaño desde afuera del área, Bento voló para frustrar a Leandro Paredes y De Paul se perdió la última con un disparo alto. Final a la altura de una velada inolvidable, de esas que se imprimen a fuego en las páginas de la historia.