A los 27 años, Marianela Abdala logró un hito que emociona y desafía prejuicios: se recibió de periodista. Nació ciega y hoy, desde su Villalonga natal —a 175 kilómetros de Bahía Blanca—, tiene una radio (por streaming), un canal de YouTube y el próximo lunes 9 será la oradora principal del acto de colación del Instituto Superior en Ciencias de la Comunicación Social (ISCCS) de nuestra ciudad.
El segundo año de la carrera fue clave para ella porque en sus inicios, en 2020, cursaba de forma virtual. Cuando volvieron las clases presenciales tuvo que decidir: o dejaba de cursar y se quedaba en Villalonga o se mudaba a Bahía Blanca.
“Yo dije: ‘Ciega, mujer, bastante mala para manejarme sola y salía a las 10 de la noche de cursar. Soy carne de cañón’. Tenía que pensar en vivir cerca. Como soy bastante impulsiva nadie me creía que me iba a vivir a Bahía, pero en un mes había conseguido departamento frente al instituto”, recordó.
“Cuando todavía estaba buscando alquiler, recuerdo que le dije a Leo, el portero del edificio donde quería mudarme: `Miráme bien porque yo me voy a venir a vivir acá’. Pero no conseguía nada. Y un día antes de volverme a Villalonga, apareció un departamento en ese edificio. No creo en las casualidades, sino en las causalidades. Creo que el universo lo tenía preparado para mí”, aseguró.
Marianela es una luchadora desde los primeros días de vida, cuando nació prematura en el Hospital Interzonal General de Agudos Dr. José Penna con apenas 900 gramos y llegó a pesar hasta 810 gs. Allí afrontó la primera prueba: pelearla o no.
“Un día me moría y al otro me salvaba. Mi alma estaba decidiendo qué hacer con mi vida”, reflexionó.
Tras pasar tres meses en una incubadora le dieron el alta. La mamá no supo de su ceguera sino hasta los 6 meses, cuando empezó a notar que no miraba como los otros bebés. Y llegó el diagnóstico: retinopatía del prematuro.
Sus padres se separaron cuando ella tenía 8 años. Su papá se mudó a otra ciudad y aparecieron los problemas emocionales y económicos.

“Había noches en que no cenábamos o tomábamos un café con un pedazo de pan. Otras, mi mamá le sacaba lo verde al pan para que pudiéramos comer o nos decía que no tenía hambre”, contó.
De personalidad bastante solitaria, sin embargo, logró una amistad muy bonita con Lucio Bellocq, un compañero del instituto, quien se autoproclamó su lazarillo.
“La mayoría de mis compañeros me ayudó muchísimo, pero Lucio era mis ojos. Gracias él la vida universitaria se hizo mucho más fácil. Creo que el mayor desafío fue probarme a mí misma que podía; que puedo”, confió.
Tampoco fue una chica de salir mucho a la calle, ni de cocinar: pedía todo por delivery.
“La única a vez que hice unas cuadras fue porque me habían invitado a comer un guiso de fideos y yo tenía muchas ganas de comer tuco, ¡todo lo que nos pasa a los estudiantes!”, recordó entre risas.
En el aula, tener una computadora la ayudó muchísimo así como las plataformas que tomaron auge con la pandemia.
“La tecnología, mis ganas de aprender, la predisposición de los profes y del instituto fueron claves. Está mucho en los profesores hacerte la vida más fácil. Para ellos yo fui un desafío”, dice.
Aunque muchas veces sintió que no iba a poder seguir adelante y debió atravesar una honda depresión y trastornos de ansiedad, logró superar los límites y descubrió que su poder personal era más grande.

Marianela se recibió el 7 de marzo de 2024 y regresó a Villalonga, donde vive sola —con sus gatos Burbuja y Simba— y lleva una vida de paz, tranquilidad y contacto con la naturaleza.
Además, tiene su propia radio por streaming llamada Radio Centaurus y el canal de YouTube (llamado también Radio Centaurus) además de jugar en el nombre con la alusión a su ceguera, realiza entrevistas y crea contenido sobre temas espirituales y esotéricos.
Luego de un logro que le llevó mucho esfuerzo está preparada para contar qué la hace sentir orgullosa.
“Mi resiliencia y mis ganas de aprender. Creo que soy más fuerte de lo que pensaba y eso me ayuda a levantarme. Pude terminar una carrera y es algo muy bonito. A veces me dicen: ‘Vos sos buena en esto, y yo no sé”, confió.

“Me cuesta ver mis virtudes y es algo en lo que sigo trabajando pero destaco mi fuerza de voluntad, que pensé que no la tenía, y tengo mucha. Y las ganas de demostrar al mundo que voy a poder”, dijo.
Si bien reconoce que la situación económica y laboral está mal en el país también admite que, muchas veces, no son las personas ciegas las que levantan las barreras.
“Muchas veces la sociedad, en este caso los empleadores, creen que hay muchas cosas que no podemos hacer y se equivocan”, opinó.
—¿Cómo te sentís y proyectás en el ejercicio del periodismo?
—Mirá: yo no tenía la menor idea de que iba a estudiar periodismo y él me encontró a mí. Siempre que me imagino ejerciendo es escribiendo noticias bonitas, que hagan pensar y ser la voz de los que no tienen voz. No hacer el periodismo convencional, sino desde otra mirada.
La escuela. “Estaba acostumbrada a compartir con chicos que veían porque siempre fui a un jardín de infantes y escuela ‘normal’, entre comillas, porque ¿qué es normal y que no?”.
—¿Qué le dirías a una persona que tiene un deseo profundo de estudiar o trabajar en algo, pero siente que no va a poder por sus condiciones personales?
—Que no se limite. Yo lo hice muchas veces. Y el tiempo es algo que no vuelve, que se va y no vuelve y así nos equivoquemos y elijamos la carrera equivocada o el trabajo equivocado, de todo se aprende. Le diría eso, que siga sus sueños, que vuele. Que no permita que nadie le diga lo que no puede hacer, que nadie corte sus alas porque consciente, o inconscientemente, eso afecta mucho y no lo podemos permitir. Lo digo por experiencia; a veces fui muy sobreprotegida. Me decían “pobrecita” o “vos no podés”, y yo me lo creí. Sí puedo, sólo que a veces me cuesta confiar en mí. Mi autoestima es inestable, pero estoy en proceso de sanar. Que luchen, que no se rindan que hagan lo imposible para lograrlo, que si eso que sueñan es para ellos, lo van a conseguir.
—¿Qué mensaje te gustaría transmitir en el discurso de colación de grado?
—Quiero que la gente vea que no hay barreras, que nos las imponemos nosotros con nuestras mentes, con nuestros prejuicios. Si queremos algo, lo deseamos con el corazón y lo plasmamos al universo, más temprano que tarde, nos va a dar las herramientas para cumplirlo. Obviamente, hay que trabajar por los sueños porque nada es gratis en esta vida y lo que fácil llega fácil se va, aunque parezca un cliché. Periodismo es una carrera muy bonita y comunicar es una acción muy bonita siempre y cuando lo llevemos bien. Comunicar es un arte, aunque a veces lo tomamos como algo normal. Quiero que sepan que se puede, que a veces cuesta pero se puede, que hay que seguir, aunque nos pongan palos en la rueda, aunque tropecemos y aunque en ocasiones parezca que no vale la pena; siempre vale la pena si se trata de que seamos felices y de ayudar a otros.
La apreciación de Carlos Kunz, director del ISCCS
«Marianela es una persona fresca, desafiante, atrevida, que no antepone su discapacidad visual ante nada. Para ella no hay obstáculos, toma todo con mucho humor y es una persona muy linda. Fui su director durante los tres años de su carrera siempre traté de estar cerca pero ella no necesita demasiada compañía. Es una persona que resuelve, va para adelante y es muy cálida. Además me une a Marianela que es de mi pueblo, de Villalonga, la conozco desde pequeña y también a sus hermanos y a su madre. La elegimos a ella, consulté con la gente que me acompaña en la organización de la colación y todos coincidimos en que era un merecimiento que pudiera hacer las palabras durante el acto», destacó.
Agradecimientos. “A mi familia, a Lucio Bellocq y a Mariángel Gristman, mi amiga y mi ángel, que me salvó del abismo y me dio el empujón cuando sentía que no tenía fuerzas para salir. Y a Alicia Dalterio, a quien conocí en un programa de radio y a Carlos Kunz, director del ISCCS. Si no fuera por su ayuda, y la del instituto, yo no sería periodista”.
Reencuentro con su padre. “Para la materia de Periodismo Gráfico, en segundo año, el profe Guillermo Rueda, a quien adoro, nos mandó a escribir una nota familiar. Yo pensé: ‘Este señor está loco, ¿de quién voy a escribir? A mi mamá y a mis hermanos ya los conozco’. Pero a mi papá no lo conocía tanto. Hacía años que no hablábamos. Entonces lo llamé y le pregunté si podía entrevistarlo. Gracias a esa nota empecé a sanar, a cerrar un ciclo y a perdonar. Lo hecho, hecho está. Creo que aprendí más con su ausencia que si hubiera estado presente. Hizo lo que pudo con las herramientas que tuvo, al igual que mi mamá”.
El COVID-19. Lo que la impulsó a hacer el clic para cambiar de vida fue atravesar el COVID con síntomas muy intensos. “Me dieron puntadas muy fuertes en los pulmones y apareció el fantasma de la muerte. Entonces dije: ‘Si me muero ¿qué hice de mi vida?’ Y me di cuenta de que no había hecho nada por mí, algo que yo quisiera hacer y que no iba a dejar nada al mundo. Eso me generó mucha incertidumbre y desesperación”, dijo. El regreso a terapia y el mensaje de Gabi, una profesora de historia, incentivándola a comenzar periodismo, fueron dos faros cuya luz decidió seguir.
Sus proyectos. Radio Centaurus se llama así porque es el nombre de una constelación y, a su vez, el centauro es mitad caballo y mitad hombre, y le permite expresar su amor por los caballos. Cuando aún no decidía qué carrera estudiar ni qué hacer con su vida, la equinoterapia se convirtió más que un cable a tierra y la posibilidad de hacer amigos: fue su lugar en el mundo. Luego descubrió que Centauro también significa Quirón, que es el sanador herido. El lema de la radio es Somos tu voz, porque siempre quiso ser la voz de los que no tenían voz. En su canal de Youtube tiene un programa denominado Ver más allá en el que aborda temas espirituales y esotéricos con el fin de que la gente vea más allá de lo evidente, de lo que la sociedad nos tiene acostumbrados. En este momento le es difícil encontrar apoyo económico para sus proyectos y está en busca de auspiciantes que valoren su trabajo y quieran formar parte de una iniciativa inspiradora.
Su pueblo. Agradeció a su gente por una campaña solidaria que tuvo lugar en el pueblo cuando a sus 12 años tuvieron que operarla de urgencia por un desprendimiento de retina. “Siempre digo que ojalá pueda darle a mi pueblo lo mejor que pueda porque los villalonguenses hicieron mucho por mí. No hay que olvidarse de las cosas que hicieron y, nunca, por más alto que llegues, debés perder el suelo porque ese día perdés tu esencia”.
La vocación. “Me decían: ‘Sos buena escribiendo ¿por qué no estudiás abogacía?’ Pero yo siempre tuve muy claro que no iba a estudiar algo que no me gustara. Me gustaba escribir y en mis tiempos libres o cuando me sentía triste, era una manera de desahogarme”.
La graduación. El acto de colación de grado será el lunes 9, a las 20, en la Biblioteca Rivadavia. Las titulaciones que se entregarán son: Tecnicatura Superior en Periodismo, Tecnicatura Superior en Diseño y Producción de Indumentaria, Tecnicatura Superior en Diseño de Interiores, Tecnicatura Superior en Diseño de Imagen y Sonido, Tecnicatura Superior en Acompañamiento Terapéutico. Habrá reconocimientos a docentes.
Familia. Marianela es hija de Juan Abdala y Graciela Miller y sus hermanos son Maximiliano Cueto (34) y Juan Eduardo Abdala (25).
(Por Anahí González Pau / La Nueva)