
Pese a que el Gobierno nacional celebra una significativa baja en los índices de pobreza, especialistas advierten que la mejora estaría sobreestimada, principalmente por modificaciones en la forma de relevar los datos de ingreso y por una canasta básica que no refleja adecuadamente el nuevo patrón de consumo.
El Ministerio de Capital Humano difundió recientemente un informe donde asegura que la pobreza cayó 23 puntos entre el primer trimestre de 2024 y el de 2025, según datos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) elaborada por el INDEC. El dato ha sido reiteradamente destacado por el presidente Javier Milei como uno de los principales logros de su gestión.
Sin embargo, Agustín Salvia, director del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA), cuestionó la magnitud de ese descenso:
“Uno no puede estar en contra de que mejoren los índices, pero el INDEC tiene que informar si hubo un cambio metodológico”, advirtió en declaraciones a Ámbito Financiero.
Según el especialista, desde el tercer trimestre de 2024 las cifras sobre ingresos y pobreza “empezaron a ser raras”, y no coinciden con otros indicadores como salarios, empleo o consumo.
“Si bien cabría esperar una recuperación de ingresos y una caída de la pobreza, esta baja es más fuerte de lo pronosticable. Al menos 4 o 5 puntos de esta mejora no se explican por las condiciones económicas ni por la baja de la inflación”, sostuvo.
Además, la falta de actualización en la canasta básica —con la que se mide la línea de pobreza— agrega un factor de distorsión, ya que no incorpora los cambios en el sistema de precios tras la devaluación y el aumento de tarifas.
“Si se ajustara la manera de medir la inflación, eso agregaría unos 2 puntos más a la inconsistencia que muestran los números oficiales”, indicó Salvia.
La percepción social y el consumo no convalidan el optimismo oficial
Según el relevamiento de la UCA, el 47% de la población afirma que sus ingresos no le alcanzan para cubrir sus necesidades básicas, lo que refuerza la idea de que la recuperación no está siendo homogénea ni totalmente reflejada en el bienestar cotidiano.
En ese sentido, Salvia explicó:
“Hay una mejora de ingresos, pero no así del consumo. El peso de los servicios es más alto ahora que el de los bienes y las tarifas consumen buena parte de los salarios. Hay un cambio de composición que no está siendo captado por la medición actual del INDEC”.
Por último, el investigador advirtió que, si bien la estabilidad de precios permite a las personas estimar mejor sus ingresos y planificar gastos, eso no necesariamente se traduce en mejoras concretas del poder adquisitivo o en condiciones materiales de vida más dignas, especialmente en los sectores medios y bajos.