Casi la mitad de las y los jubilados o pensionados cobran un haber igual o menor a la jubilación mínima, que desde diciembre se ubicará en $29.062 (desde septiembre se ubica en $25.922). Son 2,6 millones, sobre un universo total de 5,6 millones. Desde 2016, han visto reducido su poder adquisitivo de forma dramática. Hoy, pueden comprar alrededor de un 20% menos de alimentos esenciales que en ese entonces y apenas logran equiparar la línea de pobreza, sin contar un eventual alquiler de vivienda.
En abril de 2016, la jubilación mínima era equivalente a 3,2 canastas de indigencia, según se desprende de los datos oficiales de la Anses y el Indec. A octubre de este año (último dato disponible), equivalía a 2,6 canastas, una caída de casi 19 por ciento en el poder adquisitivo. (Según la medición del Indec, la canasta de indigencia alcanzó el mes pasado $10.008 para un adulto). Si se tiene en cuenta que la canasta de indigencia está compuesta por alimentos básicos, se puede decir que los jubilados que cobran la mínima perdieron un 19% de poder de compra en alimentos de consumo esencial. En otras palabras, si en abril de 2016 la jubilación mínima alcanzaba para comprar 10 productos de esa canasta, en octubre de 2021 alcanzó para comprar solo 8.
Si llevamos la misma cuenta a la canasta total del Indec -que se utiliza para medir los niveles de pobreza-, veremos que en abril de 2016 la jubilación mínima se ubicaba un 35% por encima de la línea de pobreza. Para diciembre de 2019, cuando se produjo el cambio de gobierno, esa diferencia había descendido al 10%, el mismo lugar donde se ubicó en octubre último. Cabe recordar que la canasta de pobreza (mucho menos la de indigencia) no contempla el pago de un alquiler. En octubre, según el Indec, alcanzó los $23.419 para un adulto.
El punto más bajo de la caída se vio en mayo de 2021, cuando la mínima alcanzaba para 2,3 canastas de indigencia y no alcanzó para una canasta de pobreza (0,98). En ese mes, todos los jubilados que cobran la mínima quedaron por debajo de la línea de la pobreza. Sin embargo, en rigor, en ese mes hubo un bono extraordinario de $ 1.500, con el cual superaron la delgada línea.
Hay que considerar en los períodos intermedios el impacto de los bonos. En 2021, hubo bonos de $ 1.500 en abril y mayo, y de $ 5.000 en agosto. Durante 2020, los bonos de suma fija sumaron $ 13.000 (dos de $ 5.000 y uno de $3.000).
El presidente Alberto Fernández celebró en la última semana el anuncio de un nuevo aumento en la jubilación, para diciembre próximo. El mandatario destacó que en dos años la jubilación mínima se duplicó: pasó de $14.068 a $29.062, un 107% más.
La inflación acumulada durante los primeros dos años del gobierno de Fernández es del 93%, a falta de dos meses para el cierre del segundo año. Así las cosas, el aumento de la jubilación quedaría en la misma línea o apenas por encima de la inflación, a menos que este año la misma supere el 52%, lo cual es difícil que ocurra, aunque no imposible: a octubre, el IPC medido por el Indec se ubicó en el 41,8%. Para pasar el 52%, necesitaría dos meses de al menos 3,5%. Restará ver si los congelamientos de precios impulsados recientemente por el Gobierno son suficientes para evitar esos números.
La economista senior de la consultora FIEL y especialista en materia previsional, Nuria Susmel, sostuvo que mientras la tasa de pobreza general es del 40%, entre los mayores de 65 años es de solo el 13%. ”Como la jubilación mínima es más alta que la canasta de pobreza, ningún jubilado debería ser pobre, dijo. Sin embargo, aclaró que “si son sostén de familia con bajos ingresos o viven en hogares con bajos ingresos, pueden ser pobres”. En el mismo sentido, amplió: “Si tenés jubilados pobres, es porque viven en hogares donde el resto de los ingresos no cubren las canastas de pobreza de los demás integrantes”.
“Algo que también hay que tener en cuenta es que muchas veces la jubilación mínima no es el único ingreso del trabajador. La mayoría de los jubilados que cobran la mínima accedieron a la jubilación a través de una moratoria y para casi todos es el único beneficio”, completó.
La canasta de medicamentos
Un factor particular es la influencia de los medicamentos en los gastos de un jubilado. En las canastas medidas por el Indec, no se refleja la influencia de los medicamentos en la vida de un adulto mayor. Difícilmente, un jubilado no deba tomar algún tipo de remedio. En ese sentido, el Centro de Economía Política Argentina (CEPA) releva de manera periódica los precios de los medicamentos más consumidos por las y los adultos mayores.
El CEPA destacó que entre mayo de 2015 y octubre de 2021 el precio promedio de esos medicamentos subió un 1.023%. En ese mismo período, las jubilaciones aumentaron un 579%. Casi el doble de diferencia negativa, en un producto tan esencial como los remedios; dicho de otra forma, en el acceso a la salud.
Uno de los últimos derrumbes del poder adquisitivo medido en medicamentos fue entre abril de 2018 y noviembre de 2019, cuando la capacidad de compra de ese espectro se redujo en un alarmante 35%. En ese período, “mientras la jubilación mínima se incrementó casi un 70%, los medicamentos se incrementaron más de un 160%”, apuntó un reciente informe del CEPA.
Entre diciembre de 2019 y octubre de 2021, los precios de estos remedios subieron un 90,3% (con estancamiento en los primeros meses y fuertes subas a partir de septiembre de 2020), mientras que la jubilación mínima creció en ese período un 100,2%. Con todo, “las jubilaciones le ganaron a la evolución de los precios de medicamentos más consumidos”, por diez puntos porcentuales.
Finalmente, los medicamentos de PAMI mantuvieron precios congelados durante casi un año (2020) y subieron un 56% desde la asunción de Fernández. En esa canasta, la brecha a favor de las jubilaciones se estira al 45% para ese período. PAMI implementó también durante la pandemia un vademécum de 170 medicamentos gratuitos para sus afiliados. (elDiarioAr)