
Nada en Argentina volvería a ser igual después del llamado «corralito».
Tras largos años de recesión, una creciente deuda externa y desempleo, el 3 de diciembre de 2001 el gobierno de la Alianza, entonces encabezada por el presidente Fernando De la Rúa impuso fuertes restricciones a las extracciones de dinero de los bancos —que serían conocidas con el nombre del «corralito»— para evitar un retiro masivo que llevara al colapso del sistema financiero.
La medida efectivamente congeló los depósitos de las personas, frenó las cadenas de pagos y profundizó aún más la crisis económica en la que estaba envuelto el país. Las personas protestaron en las calles en forma masiva, hubo saqueos y el Gobierno reprimió con violencia: murieron 39 personas, de acuerdo con la Secretaría de Derechos Humanos de Argentina.
De la Rúa acabaría renunciando el 20 de diciembre, dando inicio a una crisis política construida sobre la debacle económica.
LOS HECHOS
El sábado 1° de diciembre de 2001, cuando aún regía el uno a uno peso – dólar, el entonces ministro de Economía, Domingo Felipe Cavallo, anunció por televisión que los ahorristas tendrían un límite de extracción semanal de hasta 250 pesos.
La medida empezó a funcionar el lunes 3 y se buscaba evitar un colapso en el sistema financiero, que venía sufriendo una sangría de dólares, ya que los ahorristas temían que se viniera lo peor.
«Mucha gente asustada estaba retirando no $ 250, ni $300 o $ 1000, sino $ 50000, $ 100.000 o un millón de pesos en fajos de los bancos y los ponía en la caja de seguridad», había advertido en aquel momento Cavallo.
Y agregó en ese mismo audiovisual: «Ese dinero, que estaba saliendo del sistema bancario, iba a impedir que usted dentro de unos días pudiera sacar los $ 250 que suele sacar». Si una persona sacaba $ 200 una semana, podía sacar $ 300 la otra. El límite iba a ser de $ 1000 mensuales.
Para ese entonces, habían salido de sistema bancario unos u$s 18 mil millones a lo largo de 2001.
En aquel momento, el Gobierno buscó llevar tranquilidad a los ahorristas, explicando que podían disponer de su plata realizando pagos con tarjeta de débito, en el caso de las cajas de ahorro, y con cheques, para quienes tuvieran cuenta corriente.
Cómo se llegó al corralito en Argentina
Al frente de la Alianza para el Trabajo, la Justicia y la Educación, una coalición de gobierno liderada por la Unión Cívica Radical, De la Rúa ganó las elecciones presidenciales de 1999 con el 48,37% de los votos, poniendo fin a los 10 años del gobierno peronista de Carlos Menem.
Heredó una difícil situación: la economía llevaba un año en recesión (con una caída del 3,38% en 1999, según el Banco Mundial, y volvería a caer en 2000 y 2001), el desempleo llegaba al 14,3% en 1999, según datos del INDEC, y la deuda externa se ubicaba en unos US$ 150.000 millones o un 55% del PIB.
El escenario político tampoco era fácil. A los participantes de la coalición le costó mucho encontrar puntos de encuentro, y apenas 11 meses después de asumir la presidencia, De la Rúa tuvo que lidiar con la renuncia de su vicepresidente, Carlos «Chacho» Álvarez y en 2001 con la derrota en las elecciones legislativas de mitad de mandato.
Ese mismo año, sin poder dar respuesta a los muchos problemas que aquejaban al país y ante el encarecimiento del crédito, el Gobierno acudió al Fondo Monetario Internacional (FMI) para hacer frente a la deuda externa y contener el déficit, mientras trataba de recortar los gastos, en un contexto de enorme desconfianza en el país.
Incluso al día hoy, cerca de Cavallo, suelen justificar al exministro indicando que el Corralito, en sí mismo, «era simplemente pasar de dinero físico a tarjeta de débito» y que el problema real llegó con «el Corralón», establecido por el gobierno de Eduardo Duhalde.
En 2001, incluso, se estableció una devolución del 3% al 5% del IVA para aquellas personas que paguen en tarjeta de débito, para fomentar el uso del plástico. Pero lo cierto es que en aquel momento los medios de cobro electrónicos no estaban tan aceitados y las cadenas de pago se vieron resentidas.
Para colmo, el 5 de diciembre el Fondo Monetario Internacional (FMI) anunció que no enviaría a la Argentina un desembolso de u$s 1260 millones, ya que Argentina no había cumplido con las metas que se habían pactado, hecho que agravaría la situación
La tensión social ya se sentía en la calle por la situación apremiante que vivían los sectores populares y, a partir de la restricción a la movilidad de ahorros, la clase media empezó a salir a la calle también. Incluso, se llegó a escuchar la consigna «piquete y cacerola, la lucha es una sola», la cual fue ilustrativa del rechazo transversal al gobierno de Fernando de la Rúa.
El malestar de los depositantes y la crisis socioeconómica terminaría con de la Rúa eyectado del poder el 21 de diciembre de 2001. El Corralito fue declarado inconstitucional el 1° de febrero de 2002 por la Corte Suprema. Para ese entonces ya regía el Corralón, gobernaba Duhalde, algunos de los dólares se habían convertido en pesos indexados por CER (a $ 1,40) y otros ahorristas habían recibido bonos BODEN a 10 años. Un tercer grupo seguía con amparos judiciales.
«El Corralito y el Corralón generaron un daño enorme a muchas personas, que murieron antes de poner disponer de su dinero. También hubo personas que tuvieron daños psíquicos por ello», señaló el abogado Antonio María Hernández, quien presidía el Foro de Abogados Contra el Corralito.
«Llegamos a presentar 400 mil amparos entre abogados de todo el país», detalló.
EL ORIGEN
«Las causas que generaron el Corralito fueron, a mi entender, el tipo de cambio fijo, con déficit fiscal y de cuenta corriente financiado con entrada de capitales. A partir de la crisis de bonos de Rusia de 1998 se revierte la situación y comienzan a salir capitales de mercados emergentes y empieza a subir la tasa de interés mundial, dejando sin financiamiento la cuenta corriente y, por ende, disminuyendo las reservas al no poder ajustar el tipo de cambio», señaló a El Cronista José Dapena, director de la Maestría en Finanzas en la Universidad del CEMA.
Por otra parte, Dapena añadió: «Este aspecto se vio potenciado por el multiplicador monetario en dólares, ya que los bancos creaban argendólares al recibir y prestar en dicha moneda con encaje fraccional. Podría haber habido una salida económica diferente, parecida a la uruguaya, respetando contratos, pero requería de un fuerte compromiso político para el que no se contaba con apoyo. Recordemos que el corralito recién se levantó un año después».
En tanto, Enrique Neder, experto en política monetaria de la Universidad Nacional de Córdoba, añadió: «Argentina estaba envuelta en serios problemas fiscales, tales como un alto déficit fiscal (tanto a nivel Nación como provincias), alto nivel de deuda total respecto al PBI, de pobreza y de descontento social, todas situaciones muy similares a las actuales, pero con una gran diferencia: todos estábamos convencidos de que en los bancos teníamos depositados dólares».
Según Neder, sin Corralito, «la fuga de capitales habría sido peor, con las consabidas consecuencias para la economía«.

CORRALITO Y CORRALÓN
El final de el Corralito y del Corralón llegó el oficialmente el 2 de diciembre, cuando el segundo ministro de Economía de Duhalde, Roberto Lavagna, anunció la liberación de los depósitos retenidos por alrededor de $ 21.000 millones. La medida fue acompañada por controles cambiarios, por los cuales no se permitió a ninguna persona o empresa adquirir más de u$s 100.000 por mes.
Al respecto, Cavallo mencionó en una entrevista concedida a Clarín en 2011: «La bisagra no fue el corralito. La bisagra fue el corralón. Lo que cambió la historia fue la decisión de transformar los depósitos y los préstamos de dólares a pesos y dar lugar a una devaluación enorme del peso. Lo llamaron corralón para que la gente creyera que tenía que ver con el corralito».
Respecto de esta postura, Dapena considera que el corralito «generó desconfianza, lo que aceleró la salida de dólares por cualquier medio, y no había forma de hacer frente al descalce de monedas y de plazos dada la desconfianza creada».
Además, ya el especialista indicó que para ese momento «ya se había utilizado parte del préstamo del FMI, y la economía estaba en recesión y con déficit fiscal, sin plafón de sustento político».
Por último, el Dapena sostuvo: «El multiplicador monetario en dólares hacía imposible atender la totalidad de los contratos en dicha moneda. Todas las salidas posibles requerían determinar perdedores y ganadores, ya que también hubiese sido muy difícil mantener la paridad uno a uno, por el nivel de productividad de la economía. Tampoco ayudó el timing, ya que, un año después, la tasa de interés internacional comenzó a bajar, y los precios de los commodities que Argentina exportaba se dispararon, lo que expandió la economía».
En tanto, Neder señaló: «El Corralón fue lo más dramático, dado que generó una suerte de confiscación y, con la posterior pesificación, se rozaron aspectos de delito constitucional de libertades«. (Cronista/Diario de Rivera)
