El consumo promedio diario de sal por habitante en América oscila entre los 8,5 y los 15 gramos cuando lo recomendado es menos de 5, según los datos brindados de la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
Más de la mitad de los decesos por enfermedades cardiovasculares, la principal causa de muerte en el continente americano, tiene que ver con una presión arterial alta, informó Naciones Unidas en su página web.
Esta condición la padecen entre el 20 y el 35 por ciento de los adultos en la región y puede agudizarse con el consumo excesivo de sal, advirtió el organismo, en tanto las muertes anuales atribuidas a la hipertensión ascienden a 9,4 millones.
Según indicaron, las evidencias médicas demostraron que comer menos de 5 gramos de sal (menos de 2 gramos de sodio) puede reducir notablemente la presión arterial y el riesgo de sufrir diferentes enfermedades cardiovasculares, accidente cerebrovascular y cardiopatía coronaria.
En este contexto, la OPS presentó unas nuevas metas regionales para la reducción de la sal en la dieta de la población.
Los objetivos del organismo internacional se enfocan en disminuir considerablemente el contenido de sodio en los alimentos procesados que se consumen frecuentemente, ya que en muchos países gran parte del sodio alimentario (entre el 70 y el 80 por ciento) proviene de comida elaborada como pan, cereales y granos; carnes procesadas y algunos productos lácteos.
Anselm Hennis, director de Enfermedades no Transmisibles y Salud Mental de la Organización Panamericana de la Salud, recordó que los países acordaron reducir el consumo mundial de sal en un 30% para 2015.
Las dietas basadas en el consumo de elevadas cantidades de sal y grasas trans incrementan el riesgo de sufrir un ataque al corazón un 21% y el de muerte un 28%.
“La pandemia de Covid-19 ha empeorado la situación al crear nuevos desafíos para la prevención y control de los factores de riesgo debido a los confinamientos y cambios significativos en los estilos de vida, que incluyen un aumento en el consumo de productos no saludables”, añadió Hennis.
La OPS enfatizó que el consumo de sal no sólo cuesta vidas, sino que supone una carga onerosa e incide en los esfuerzos de desarrollo de los países: los costos directos e indirectos de la hipertensión representan entre 5% y 15% del Producto Interno Bruto de las economías de renta alta, y entre 2,5% y 8,0% de las de América Latina y el Caribe.
La Organización afirmó que la reducción de la sal alimentaria en la población es la medida de salud pública más eficaz en términos de costos para bajar la presión arterial y el índice de mortalidad.
Agregó que conseguir “la disminución de sal en los alimentos procesados implica una serie de acciones que requieren de la cooperación no sólo del gobierno, sino de todos los sectores de la sociedad, especialmente de las empresas del rubro alimentario, donde median muchos intereses económicos”.
El brasileño Fabio Da Silva Gomes, asesor regional en Nutrición y Actividad Física de la Organización Panamericana de la Salud, señaló que las nuevas metas son una herramienta más de apoyo al conjunto de políticas regulatorias que fueron avanzando en la región para poder reducir la oferta y demanda de los productos con exceso de sodio, como el etiquetado frontal de advertencia y la regulación de la pauta publicitaria de estos productos.
“Si queremos lograr cambios sustantivos necesitamos que estas metas se adopten con un enfoque regulatorio en lugar de voluntario”, sostuvo.
Puntualizó que “esa es la única forma en la que los países podrán reducir la ingesta media de sal en la población para el año 2025, en un contexto en el que las ventas de los productos procesados y ultraprocesados con contenido excesivo de sodio sigue creciendo notoriamente”.
Respecto de los consumidores, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) aseguró que se ha observado que cuando el consumo de sal se reduce gradualmente, las personas prefieren los alimentos menos salados. (La nueva)