Dolor de piernas, hinchazón y también la satisfacción de haberlo logrado, son algunas de las señales del esfuerzo brutal que el comerciante carhuense César Lobato efectuó y que le valió marcar el segundo puesto en el Triatlón 602 que se llevó a cabo en Villa General Belgrano (Córdoba) los pasados 11, 12 y 13 de marzo.
Lo más destacable de su actuación es que todo su entrenamiento lo realiza por su cuenta, sin el asesoramiento de un equipo técnico profesional y a pulmón, en cuanto al sostén económico, ya que no cuenta con sponsors.
De todos modos, no es un improvisado, y está a la vista: antes de participar de esta aventura cordobesa realizó 19 Ironman en cinco continentes. En Brasil, llegó a estar entre los 20 primeros, clasificó 4 veces para competir en Hawaii y ganó dos veces en competencias Ironman que no son oficiales.
“Esta era la distancia que me faltaba correr en triatlón. Y se dio la oportunidad de poder hacerlo. Empecé a entrenar 12 semanas antes”, confió.
Nadó 10k en 3h 50’, pedaleó 500k de bici en 18h 48’, en dos etapas, y realizó los 92k a pie en 8h 56’.
De la competencia participaron 29 personas, pero solo llegó la mitad.
Lobato, con 43 años, aseguró que lo más lindo de esta carrera es la solidaridad que se vive entre quienes compiten.
“Esto es la carrera: llegamos como extraños, competimos como amigos y nos iremos como hermanos”, dijo.
“Para entrenarme, nadé, corrí y pedaleé todos los días. Y las veces que me quedaba con ganas de más, trataba de hacer algo de gym y de alimentarme bien porque lo necesitás”, dijo.
Aseguró que quien organiza este evento tiene el fin de dar a los argentinos la posibilidad de correr este tipo de distancias en el país sin tener que afrontar los costos que significa viajar a EE.UU. y pagar inscripciones caras e inaccesibles para muchos.
“La parte linda es que nos terminamos conociendo todos los participantes y ayudándonos entre nosotros”, señaló el deportista, quien tuvo su primer Ironman en 2008, en Florianópolis.
“Arranqué tarde con el triatlón a los 26 años. No sabía nadar, hacía ciclismo en MTB. Lo del triatlón se dio porque acá -en Carhué- hacían una carrera , fui a verla y me dije ‘esto lo puedo hacer’”, contó.
El comerciante, que trabaja en un almacén familiar, aseguró que correr la distancia Ironman es lo que mejor se le da y lo que más le gusta.
Cómo fue la competencia: los momentos más duros
El primer día, fue el nado de 10k y su rendimiento -remarcó- no fue el esperado. Arrancó a las 8 de la mañana, en un complejo náutico de Calamuchita.
“Tenía pensado llegar en 3 horas 20 y al final lo hice en 3 horas 50”, dijo.
“Nunca había nadado 10k con neoprene, tragué bastante agua y no había entrenado comer e hidratarme en natación”, reconoció.
Esta situación lo retrasó y más allá de que se descompuso, decidió pasar a la siguiente fase y correr 2k hasta la bicicleta y empezar al primera etapa de pedaleo. Allí repuntó pero seguía sin sentirse como esperaba.
Fueron tres vueltas de 54k en una de las cuales debió frenar 10 minutos porque se le había aflojado un manillar y no podía arriesgarse a seguir en esas condiciones.
“Recién en los últimos 50 k me acomodé como quería; el cuerpo no se acomodaba”, contó.
Al día siguiente le quedaban 300k de bicicleta. Es el momento clave, en el cual, generalmente se define quién continúa o abandona la competencia.
Anduvo por caminos con un gran desnivel, que no eran llanos y presentaban subidas largas.
“El segundo día sentí que todo me salió perfecto, como quería”, comentó.
La organización proveyó a los competidores de líquidos y fruta y cada deportista llevó su propia nutrición.
Los competidores pedalearon desde las 6AM (todavía estaba de noche) por camino de ruta, con luces. Allí, Lobato se mantuvo en la mitad hasta que agarró la punta en la parte difícil.
“Estuve 11 horas pedaleando y ya no sabía cómo sentarme”, recordó.
Logró repuntar del 7º al 2º lugar y se preparó para el último día.
“Busqué correr con pasos cortitos y sostener la mente, protegí los gemelos con medias de compresión, tomé líquidos, comí y seguí”, contó.
A esta altura le dolían muchos las piernas, los muslos y los gemelos.
“No aguantaba ese dolor. En ese momento es cuando te preguntás ¿qué c… estoy haciendo?”, reconoció.
Sin embargo, no bajó los brazos. Su tenacidad y preparación le demostró hasta dónde puede llegar el cuerpo humano cuando la mente acompaña el proceso.
“He llegado a pedalear a las 11 y media de la noche, al volver del trabajo y a levantarme muy temprano. Fui buscando huecos”, contó.
El esfuerzo valió la pena y la medalla se quedó en Carhué.
Sus competencias en Ironman: 5 Florianópolis, 4 mundial de Hawaii, 1 Lanzarote (España), 1 Sudáfrica, 1 Nueva Zelanda, 1 Malaysia, 1 Mar del Plata.
En Ironman no oficiales: 2 Punta del Este, 2 Ironsantiago, Circuito xtri, 1 patagonman (Chile).
Palabras de los organizadores de la carrera: ¿Límite? ¿Cuál limite?
La 602, es una competencia llena de mística, encanto y pasión extrema. Todo comienza en tu mente, meses o quizás años antes de ese momento, involucrando a todo un equipo, que lo conforman la familia, entrenadores y amigos.
Una competencia que por su formato de 10km de natación en aguas abiertas, 500km de ciclismo con 9.000mtrs de desnivel acumulado y luego 92km corriendo (87km mas que un Ultraman), hacen qué un Ultraman, sea corto.
La 602, es una competencia para unos pocos elegidos, de hecho, los Finisher de esta última edición, tienen un plus ya que en esta V edición, solo el 50% lo logró. Quedando afuera atletas veteranos 602, con mucha experiencia en esta carrera.
Una competencia que por sus características, nunca te suelta física y mentalmente, ya que a la dificultad orográfica se le suman los tiempos límites para cada uno de los días.
Un competencia vivida y compartida con la familia y acompañantes.
Una competencia que seguramente recordarás toda la vida y dentro de 30 años cuándo subas por Intiyaco en auto porque ya no lo podrás hacer en bicicleta, seguramente recordaras las sensaciones y los momentos vividos.
Cuando pases frente al Blackstone (linea de meta), seguramente recordaras con quien te abrazaste en ese momento 602 Finisher.
En la vida olvidamos casi todo, menos las cosas que nos emocionan profundamente.
(*Por Anahí González Pau – La Nueva)