La análoga historia de la telenovela turca Esposa Joven, que se descubrió hace 3 años en Coronel Suárez, cuando se conocieron detalles del «casamiento» de una chica de 13 con un hombre 30 años mayor que ella, presenta otra temporada, como si fuera Netflix.
El caso no terminó con la condena al «marido», Daniel Eduardo Sandoval, hoy de 54, quien en 2019 fue penado a cumplir 7 años de prisión por el delito de estupro agravado cometido entre 2013 y 2014.
La Cámara Federal de Casación Penal acaba de anular parcialmente aquel fallo del Tribunal Oral en lo Criminal Federal de Bahía Blanca, al rechazar la absolución de los padres de la «esposa joven» y considerar más grave el delito cometido por Sandoval.
Y el drama social seguramente sumará más capítulos, porque todas las partes involucradas en el proceso judicial -los defensores de los imputados, la asesora de la víctima y el fiscal- adelantaron que van a recurrir a la instancia de la Corte.
«M», hoy de 23, tiene una hija con Sandoval que ya tiene 8 y considera que la familia se formó con absoluta normalidad, que no fue forzada.
Sin embargo Casación no opinó lo mismo.
No la cuidaron
La Sala I, por mayoría de opiniones de los jueces Daniel Petrone y Diego Barroetaveña -disidencia en este punto de Ana María Figueroa-, consideró que los padres no garantizaron el «deber de cuidado» de su hija y propiciaron el «acuerdo matrimonial» por determinados intereses.
De esa manera pidieron que M.L.F. y M.J.L. recibieran nueva sentencia, que seguramente será condenatoria.
El juez Petrone dijo que la fundamentación del fallo respecto de los padres fue «insuficiente y contradictoria», ya que si bien los profesionales que asistieron determinaron que «no eran un factor de riesgo», no alcanza para asegurar que no tuvieron responsabilidad penal.
Tanto «M» como su hermana «J» -menor que ella y que también fue supuesta víctima de acoso por parte de Sandoval-, admitieron que sus padres «propiciaban» los encuentros y que el «marido» -albañil y árbitro de fútbol- aportaba económicamente a la familia.
A «M» se lo presentaron cuando tenía 12 años.
«Me hacía regalos, me di cuenta de que quería iniciar una relación. Mis padres me decían que tenía que quedarme con él. Comenzamos a vernos en la casa de mis padres, cuando ellos trabajaban y mis hermanos estaban en el colegio», advirtió la «esposa» en cámara Gesell, aunque en el juicio cambió la versión y habló de una relación natural.
Sandoval se separó legalmente de su exmujer y su nuevo suegro le ofreció hospedaje para formalizar el «matrimonio».
Salían a cenar y a bailar, viajaban de vacaciones. Era una familia «normal», tal como lo reflejaban en las redes sociales.
Según Petrone, el tribunal bahiense omitió considerar la situación de garantes de los padres en virtud de la patria potestad que ejercían sobre la chica, lo que implicaba «un deber de cuidado especial».
Y no solo pidió que se anule la absolución de sus padres sino que se agrave la sentencia contra Sandoval, al entender que los delitos pudieron ser de corrupción y que también pudo haber existido abuso en perjuicio de «J».
Su colega Barroetaveña concluyó que existen «diversos elementos de prueba» para entender que los padres «intervinieron» en el delito del cual «M» fue víctima.
Voto en minoría
Para la jueza Araujo, que votó en minoría y en coincidencia con sus colegas bahienses, no se probó que los padres hayan recibido regalos o dinero para facilitar los hechos y el marco de duda debe beneficiarlos.
También refrendó la calificación de estupro agravado contra Sandoval, al opinar que para darse la figura de corrupción de menores tiene que haber riesgo de que el sujeto pasivo «se deprave» y la conducta sea determinante para predisponer su sentido sexual.
«No desconocemos que el comportamiento del victimario Sandoval afectó el conocimiento progresivo de la sexualidad de ‘M’, no obstante, y aún cuando podamos sostener que el delito de corrupción no exige que se alcance la efectiva corrupción, lo cierto es que debe verificarse la entidad del acto corruptor. El acusador público no generó otra prueba de los actos más que afirmar la relación asimétrica, el embarazo posterior y el nacimiento de la hija en común», dijo la jueza.
Y entendió que Sandoval no había llegado a alterar el desarrollo psicosexual de la menor ni que tampoco haya existido dolo directo en una eventual acción de corrupción, imprescindible para esa figura.
Sin embargo, prevaleció la postura mayoritaria de Petrone y Barroetaveña y Casación ordenó una nueva sentencia contra Sandoval y los padres de la niña.
De esta manera, los tres quedaron al borde de recibir condenas que podrían superar los 10 años de cárcel.
Denuncia anónima
El tremendo caso salió a la luz luego de dos denuncias anónimas registradas en abril de 2018 al teléfono 145 (Programa Nacional de Rescate de víctimas de trata) que alertaban que una hermana de «M», en ese momento de 17 años, estaba a punto de correr la misma suerte a manos de un gitano de Coronel Suárez: «El Rey».
La información daba cuenta que los padres de las víctimas iban a cobrar 50 mil pesos y dos camionetas, según una de las hipótesis de la investigación.
Ramón «El Rey» Singer -fallecido en prisión- se dedicaba a la compra y venta de vehículos antes de ser detenido.
Una de las denuncias anónimas también alertaba que el padre de las menores iba a recibir la instalación de una gomería, «con todos los chiches», a cambio de su hija, casi como mercancía.
La fiscalía nunca pudo acreditar esas versiones que corrían por las calles de Coronel Suárez.
También se decía que un año antes Sandoval le había puesto un abogado al padre de las chicas, cuando cayó por un hecho de cuatrerismo, y que «favor con favor se paga».
Sin armonía
Realidad. Casación opinó que «múltiples son los casos, según tradiciones o ideologías» para justificar violaciones a los derechos humanos de las mujeres «por el hecho biológico del sexo al que pertenecen».
Equilibrio. «Cuando esto sucede, no puede construirse una sociedad en armonía. Nunca podrá serlo si se torna natural discriminar a la mitad de seres que componen su cuerpo social», dijeron.
Ámbito. «La violencia doméstica es el espacio de más vulneraciones. Es un lugar oculto, con menos posibilidades de control, siendo de difícil prueba».
Niveles. Este fenómeno «no es privativo de sectores marginados o de escasa educación, se registran en todos los ámbitos y niveles de la sociedad», cerraron. (La Nueva)