El candidato de la izquierda brasileña, Lula Da Silva, presentó como propuesta de campaña la introducción de una nueva moneda común para América latina llamada “Sur”, con la intención manifiesta de desplazar la influencia del dólar como una moneda alternativa en la región.
La propuesta fue inicialmente diseñada por los economistas Gabriel Galípolo y Fernando Haddad, expresidente del Banco Fator y exalcalde de Sao Paulo respectivamente, y busca crear un Banco Central Sudamericano para centralizar la emisión de la moneda.
Lula dio un amplio respaldo a la propuesta, no por considerarla un factor para estabilizar el poder adquisitivo, sino como una manera para evitar posibles sanciones de Estados Unidos o la Unión Europea, una estrategia que también pretendía ser llevada adelante por el difunto dictador Hugo Chávez con el “Sucre latinoamericano”.
“Vamos a restablecer nuestra relación con América Latina. Y si Dios quiere, crearemos una moneda en América Latina, porque no tenemos que depender del dólar”, explicó Lula Da Silva.
El sistema monetario propuesto y las diferencias con la Eurozona
El sistema propuesto por Lula fue comparado con la Eurozona, pero lo cierto es que ni el sistema monetario europeo logró evitar la inflación, actualmente el euro tiene una inflación interanual del 7,5%, ni tampoco el “Sur” propone replicar exactamente el mismo modelo para América Latina.
El Banco Central Sudamericano sería el encargado de emitir el “Sur” con carácter digital, y las emisiones serían distribuidas entre los países miembros de la zona monetaria con una capitalización proporcional a la participación en el comercio regional.
Para aplicar esta capitalización, se propone respaldar la moneda o bien con reservas internacionales ya adquiridas por los bancos centrales de los respectivos países miembros, o bien aplicando impuestos a las exportaciones (extremadamente distorsivos) para hacerse con estas reservas. Aunque Lula pretende “desplazar la influencia dólar” u otras divisas, el Sur estaría eventualmente respaldado precisamente por reservas en dólares o divisas.
Una diferencia importante con el sistema europeo es el rol de la política monetaria y la moneda dentro del sistema de cada país. El sistema que propone Lula no obliga a cada país a renunciar a su moneda en detrimento del Sur, sino que se aplicarían tipos de cambio flotantes y cada país podría conservarla si lo desea, junto con su propia política monetaria. Esto es diferente al sistema europeo, en el cuál no existe la política monetaria discrecional.
Otra discrepancia es la ausencia total de “reglas fiscales” como las que aplica Bruselas sobre los países de la zona euro. Para que una política monetaria centralizada en un banco central regional pueda tener éxito, es necesario establecer pautas de disciplina fiscal.
La Unión Europea establece límites legales al crecimiento del gasto público, el déficit primario, el déficit financiero y la deuda pública. Nada de esto se encuentra presente en la propuesta de Lula, por lo que de presentarse desequilibrios fiscales el sistema se expone al fracaso.
Incluso aplicando el mismo sistema que se aplica en la Unión Europea, este demostró no ser una garantía estricta para controlar la inflación. La UE atravesó un nivel de inflación del 7,5% interanual en el mes de abril, aún con la coordinación del Banco Central Europeo. Sin embargo, sí es cierto que la volatilidad de precios sigue siendo menor de la que había antes de la introducción del Euro.