
A más de uno nos ha pasado que al tocar una persona o al darle la mano sintamos esa «corriente» que nos hace pegar un saltito. Pero ¿por qué algunas personas nos «dan electricidad»?
Aunque parezca extraño, el ser humano es un conductor de la electricidad por excelencia y estos «chispazos» se deben, entre otros motivos, a la electricidad estática: un desequilibrio entre cargas positivas y negativas. Eso que sentimos, de hecho, es una corriente de electrones que pasa de un objeto o persona cargado negativamente a otra.
Funciona así: todos los objetos físicos están formados por átomos y estos, a su vez, por protones (carga positiva), electrones (carga negativa) y neutrones (neutros). Todo está formado por cargas, que, si son opuestas se atraen y, si son iguales, se repelen.
La mayoría de las veces las cargas positivas y negativas de un objeto están equilibradas (lo hacen neutro) y lo mismo ocurre en nuestro cuerpo. Cuando dos átomos entran en fricción, estos pueden ganar o perder sus cargas negativas: esto es la electricidad estática, el desequilibrio entre las cargas.
La corriente que sentimos al tocar a determinadas personas u objetos es en realidad una corriente de electrones que pasa a un nuevo «huésped» con carga positiva para recuperar de nuevo el equilibrio.
Al momento de la transmisión de cargas es clave el tipo de materiales de los que están hechos los objetos con los que entramos en contacto ya que, si estos son aislantes (malos conductores de la electricidad) hay más posibilidad de que acumulen electrones y los descarguen al entrar en contacto con algo o alguien con carga positiva.

En general, acumulamos electricidad estática la cual se incrementa con la ropa o con calzados muy aislantes o por la sequedad del ambiente. Además, las cargas se acumulan más en fibras finas o en el pelo, por ejemplo. Por eso en ocasiones, si pasamos un globo cerca, el cabello se pone de punta.
Es más probable que estos fenómenos que dependen de la electricidad estática ocurran con más frecuencia durante las estaciones más frías ya que el aire está más seco y es más fácil acumular electrones en la superficie de la piel. En climas más cálidos, la humedad en el aire ayuda a que los electrones se muevan más rápidamente para que no reciba una carga estática tan grande.
