Recuerdos de otras épocas, de otras noches, de otros tiempos. De la paquetería de los primeros bailes de principios de siglo pasado; pasando por salones que hoy muy pocos recuerdan y de los que solo queda alguna fotografía perdida en un viejo cajón; los bailes familiares de mediados de los 40 y 50, siguiendo por boîtes, confiterías y boliches de los 70 en adelante, además de sus historias y, por supuesto, también sus protagonistas.
De eso trata este ¡Qué noche, Pigüé!, escrito por la historiadora pigüense María Luján Tanco, un compendio de más de 650 páginas en las que se recopilan historias, fotos, vivencias, testimonios y lugares de los principales centros de esparcimientos de esa ciudad durante todo el Siglo XX.
El libro, cuenta su autora, está dividido en tres partes: la primera de ellas se refiere a la cuestión gastronómica, aunque combinada con la hotelería, las confiterías, cafeterías, fondas, casas de pensión, boliches, y bares-boliche donde se podía ir a tomar una copa y jugar a las cartas, además de algunas confiterías bailables.
La segunda parte está relacionada con la forma en que se divertían los pigüenses y quienes iban a esta ciudad; mientras que la tercera está vinculada con los lugares donde lo hacían.
“¿Por qué lo divido así? Creo que también es necesario hablar de determinados lugares, como los cines –que hubo varios- las romerías, el Prado Español o el Montecarlo -que eran lugares donde iba la gente a bailar-, los clubes o las entidades vinculadas a las colectividades, además de los corsos”, destacó.
Gracias a la colaboración de la gente, el libro terminó teniendo 660 páginas y fue impreso en tamaño carta. Las imágenes fueron aportados por los mismos vecinos o bien se encontraron en el archivo del museo pigüense. Su interior está lleno de fotos, testimonios, publicidades y recuerdos de lo que fue la noche pigüense durante todo el Siglo XX, además de alguna mención a lo que ocurrió en los primeros años de la colonia nacida en 1884 y también durante estos últimos 20. Las fuentes de información fueron entrevistas directas, referencias en viejos medios gráficos y, sobre todo, la colaboración de la memoria popular, ya que muchos de los lugares a los que hace referencia ya ni siquiera existen.
“Abarca todo aquello que esté relacionado con el rubro diversión. Algunos de estos lugares casi me quedaron fuera del libro, porque no he podido encontrar testimonios o fotos, por lo que –lamentablemente- solo termino nombrándolos”, señala Tanco.
A través del trabajo de investigación y las horas y más horas que pasó inmersa en bibliotecas, museos y charlas –reconoce- no encontró nada que, de una manera u otra, desconociera. Más allá de algún hecho desgraciado o accidentes, sí destacó la información sobre lugares de esparcimiento que antes podían considerarse lejanos al centro de la ciudad, y que hoy estarían casi dentro de él.
“El Montecarlo, por ejemplo, estaba tan lejos que las chicas iban en alpargatas o zapatillas y las dejaban escondidas detrás de algún arbusto, porque se las cambiaban por zapatos de taco alto al llegar. Eran todos caminos de tierra. La gente recuerda mucho también las romerías españolas e italianas”, remarcó.
Ese lugar, el Montecarlo, era tan grande que contaba con un lago artificial propio, una suerte de tanque de agua con barquitos y botes, donde la gente podía pasear. Por esas épocas, recordó, era tradicional que toda la familia fuera a los bailes, niños incluidos: el interesado en sacar a bailar a una muchacha debía acercarse a la mesa donde estaban –por ejemplo- sus padres y hermanos. Con el tiempo, el predio terminó siendo alquilado y explotado por otras instituciones, hasta ser vendido y loteado para construir en él un barrio de viviendas.
El libro, recordó su autora, ya fue presentado en sociedad días atrás en Pigüé, en un acto que contó con la presencia de numeroso público y en beneficio del Centro de Día Amanecer. Hoy en día, ya se puede conseguir en distintos lugares de la ciudad, y también en Bahía Blanca.
“No quiero que la historia de Pigüé se pierda –dijo la escritora en la presentación-. Soy solamente un nexo y una intermediaria; no soy escritora, solo recopilo la historia de Pigüé. Soy solo una profesora de historia de secundaria a la que en alguna ocasión le interesó la historia de la ciudad y quiere rescatarla”.
Más allá de las consultas sobre el caso, a la autora se la puede seguir en el perfil de Facebook Conociendo Nuestra Historia, además de su canal de YouTube María de Luján Tanco. Además, tiene un programa de televisión llamado Historias de un Pueblo, además de un micro radial todo los miércoles.
Otros libros
Esta no es la primera obra histórica que Tanco publica sobre Pigüé. En 1996 ya había publicado un libro sobre la Primera Conscripción Argentina, junto a José “Pepe” Agrusti, con motivo de cumplirse 100 años de su realización en las sierras de Curamalal, en cercanías de Pigüé.
“Lo habíamos escrito a máquina eléctrica. Hicimos 500 números que se entregaron en forma gratuita, pero debido al éxito que tuvo, siempre nos pedían que lo reeditáramos –contó-.Recién lo pude hacer en 2017”.
No mucho tiempo más tarde, llegó un libro con la historia de los comercios en la ciudad, haciendo focos en los viejos almacenes de ramos generales, que terminó siendo también una suerte de homenaje a su abuelo, que había poseído uno muy conocido. A este le siguió una segunda obra de temática similar, pero vinculada al resto de los comercios
“Me dije que tenía que seguir con la temática, porque la gente recordaba viejas tiendas de Pigüé, como las casas Boo o Del Pueblo, y entendí que había que ir por ese lado. Lo presenté en 2020, en plena pandemia: fueron 554 páginas en las que se habla de esas grandes tiendas, pero también a boutiques, mercerías, academias de corte y confección, modistas y sastrerías, a lo que le incorporé también algo de bazares”, destacó.
Fue justamente en la presentación del primer libro sobre comercios, que una mujer se le acercó y le dijo que le quería contar la historia de su familia, que había tenido un boliche en Pigüé.
“Comencé a investigar, entonces, y así terminó naciendo este libro”, concluyó. (La Nueva)