Vicente Mellinger tiene 11 años y desde que a sus padres se les rompió el auto concurre a caballo todos los días a la Escuela Nº 45 Patagonia Argentina, a 45 km de Coronel Pringles (la institución pertenece el distrito de Coronel Suárez) y a 8 kilómetros de su casa en el campo, ubicada a 16 km de Sierra de la Ventana.
Pichilka es el caballo de su papá Daniel Mellinger y lo tiene hace 12 años. Este alazán se convirtió en su aliado y gracias a él no falta a clases y puede terminar sus estudios.
Su mamá, Lilén, trabaja como mucama en el Hotel Provincial de Sierra de la Ventana. Su papá es peón rural. El matrimonio tiene otro hiijo, Laureano, de 13 años, que cursa sus estudios en el CEPT de Frapal.
«Como familia sentimos un gran orgullo por Vicente, por sus constancias y humildad. Tan chico que es, con solo 11 años, y tan responsable», dijo Lilén Simón Ripa, su mamá.
«Siempre le recalcamos que hay que terminar la escuela porque es muy importante saber escribir y leer para que se pueda manejar en la vida. Él tiene en claro que quiere trabajar en el campo e ir a Jesús María a las jineteadas», agregó.
Vicente parte cada día de su casa a las 11 de la mañana porque tiene apróximadamente una hora de viaje y es el único alumno que asiste a caballo.
A la escuela concurren 10 chicos de 2º, 3º y 4º año y él es el único de 6º año. También hay cuatro niños que van al jardín que funciona en las instalaciones.
Vicente expresó sus motivaciones para realizar este esfuerzo a diario.
«Es importante ir a la escuela para estudiar, aprender y ser alguien en la vida», comentó.
«Mi sueño es terminar la escuela, ir a la jineteada de Jesús María y tener mi propio caballo», expresó el niño quien el año pasado fue elegido como mejor compañero de su curso.
También añadió que lo más lindo del campo es la tranquilidad, los animales y salir a recorrer.
Como la familia vive en medio de las sierras el camino está lleno de piedras y Vicente tiene que ir con mucho cuidado sobre todo después de las lluvias o cuando hay heladas.
Llega a la escuela a la 13 y permanece allí hasta las 17 cuando emprende la vuelta a casa al galope. En el establecimieto le dan una merienda de leche con pan con dulce.
Le fabricó un corral a Pichilika donde lo desensilla y lo ata a soga larga para que coma pasto y tome agua.
«Él es un ser especial, siempre lo decimos. Es humildad, amor y un personaje. Vive alegre todo el día. Siempre te saca una sonrisa. Todo el mundo lo quiere y lo conoce. Va por la calle caminado y saludando a todos. Tiene muchos amigos», dijo Lilén.
La familia es oriunda de Coronel Suárez de la colonia alemana Santa María (Colonia 3) pero vive en Sierra de la Ventana desde hace dos años por el trabajo de Lilén.
Cuando Vicente vuelve de la escuela a veces toma la leche y otras comparte unos mates con su mamá.
«Lo que más le gusta es cuando le hago alguna comida típica alemana porque recordamos a la colonia y a la familia y jugar con su hermano a los tractores porque es fanático. También me ayuda mucho con los quehaceres de la casa y le gusta cocinar», confió.
“Voy al tranquito, y al galope vuelvo porque estoy apurado para tomar la leche”, relató Vicente en una charla que tuvo con periodistas de FM Ciudad de Coronel Pringles. Aseguró que le encanta ir a la escuela por le “sirve para estudiar y para ser alguien en la vida”.
En esa misma conversación, el nene de 11 años contó que en su tiempo libre le ayuda con las vacas a su papá. “Lo que tenga que hacer en el campo lo hago y yo me gano mis mangos. Cuando sea grande quiero manejar tractores”, afirmó.
Fue tal la repercusión en la zona de su historia, que un escritor y profesor de música de Tandil se hizo eco y le dedicó una poesía criolla.
Su historia refleja el valor que Vicente y su familia le dan a la educación como la principal herramienta para construir conocimiento y forjarse un futuro.
Más allá de todos los obstáculos que tiene que sortear a diario y las incomodidades que se puedan presentar él cumple con determinación su objetivo de no faltar a clases.
(Con información de La Nueva y TN)