Cuando aquella mañana frenó en una gomería para inflar la rueda de su moto el saavedrense Nicolás Rodríguez no imaginó que terminaría salvando la vida de Hilario, el niño de dos años a quien le aplicó la maniobra de Heimlich que aprendió en sus capacitaciones como Bombero Voluntario.
“Tenía que estar en ese momento. Cuando Dios te pone ahí…Tenía que estar en ese lugar”, dijo Nicolás, quien además de integrar el cuerpo de voluntarios es colaborador de Fundar, una ONG que ayuda a familias vulnerables, empleado municipal, representante gremial y cantante de tangos.
“Hacía como tres días que pasaba por enfrente de la gomería y no paraba. Ese día pasé un lomo de burro y la moto se me desestabilizó. Como estaba casi en llanta frené para inflarla”, contó.
“Entonces escuché un grito y vi que venía corriendo Micaela con este nene en brazos que se le estaba ahogando. Y gritaba: ‘Se me ahoga. Se me ahoga’”, narró.
Micaela es la cuidadora de Hilario y quien estaba atravesando a pie la cancha del club local San Martín cuando advirtió que el nene, quien iba de espaldas a ella, sentado en el changuito, se estaba ahogando.
“Le pedí que me lo pasara. El nene estaba coloradito, pobrecito. Le practiqué dos masajes y no vi que expulsara nada, pero empezó a respirar”, continuó Nicolás.
La maniobra de Heimlich consiste en abrazar a la persona afectada por la espalda y por debajo de sus brazos y realizar compresiones en el abdomen hacia atrás a fin de desobstruir las vías respiratorias de cualquier objeto que pueda estar allí.
Al notar que respiraba, Nicolás lo reincorporó y dejó de hacerle masajes.
“Cuando empezó a respirar se tranquilizó. Tenía un estado de shock y un susto terrible pero no lloró”, comentó.
Luego de cerciorarse de que Hilario no tuviera nada en su boca le ofreció un vaso con agua.
“Cuando estoy yendo a buscar el vaso me dice la niñera: ‘Mirá’, y me muestra lo que tenía atorado: era una tapita de plástico que se ve que en el momento en que yo le estaba haciendo la maniobra la despidió y cayó atrás mío”, explicó.
“Ahí me quedé más tranquilo porque ya estaba pensando que si se había tragado algo había que llevarlo al hospital”, añadió.
Haber atendido muchas emergencias fue un plus para Nicolás, quien en todo momento actuó con pleno conocimiento de cada movimiento.
“En el momento hay que ser frío, pero después te entran el miedo y los nervios. Gracias a Dios pude aplicar la maniobra y todo salió bien”, dijo.
Los papás de Hilario, Constanza Filócomo, también oriunda de Saavedra y Juan Cruz Fernández, de Bahía Blanca, le expresaron su agradecimiento con un detalle especial: le grabaron un mate con la fecha en que todo ocurrió y se lo entregaron personalmente.
“Estoy muy feliz. Pude cumplir con mis obligaciones hacia la sociedad. Los bomberos más allá de ayudar tenemos obligaciones y nos perfeccionamos para tratar de dar una mano”, dijo Nicolás, a quien lo une un lazo muy fuerte con la institución ya que es nieto del primer Jefe del Cuerpo Activo de Saavedra.
“Me une un amor impresionante por la institución y por la profesión”, contó.
Lleva 5 años como bombero activo pero desde los 12 años está en el cuartel. Tuvo que apartarse un tiempo porque su trabajo como ambulanciero tenía mucha demanda.
En estos años le tocó atender varios accidentes complejos sobre todo en la ruta 33 y también intervino en incendios en las sierras.
“Estuve en muchas situaciones complicadas y a veces parece que uno fuera frío. Mi mamá me dijo después de lo de Hilario: ‘Salvaste una vida y estás como si nada’. Y yo le decía que tengo una felicidad enorme, pero siento que hice lo que tenía que hacer”, señaló.
Además de ser bombero es cantante. Pisó su primer escenario a los 20 años y hoy tiene 36. Conoció el tango desde muy chico a través de su papá y los 12 empezó a cantar en un bar del pueblo (“un boliche de copas”) en el que a menudo entonaba los tangos preferidos de los concurrentes.
Tuvo muchas posibilidades de dedicarse de lleno a la música y hace poco lo convocaron de una productora de Capital Federal.
“Decidí quedarme en mi pueblo. Me gusta el campo y tengo una quinta y animales. Este es mi lugar en el mundo. Estoy arraigado en el pueblo y creo que no me iría nunca. Hoy tomo la decisión de quedarme acá y seguir aportando a mi pueblo y a mi gente”, dijo.
Desde que ingresó a trabajar como empleado municipal canta a los abuelos del Hogar en todos los eventos y hasta ha llevado su equipo de sonido cuando no había nada organizado para “caerles de sorpresa”.
“Siempre es bueno sacar una sonrisa a los abuelos y a todos y tratar de transmitir lo que siento por el tango”, añadió.
El agradecimiento de Constanza Filócomo, la mamá de Hilario
“Gracias a Dios fue solo un susto. Pasó en el momento que tenía que pasar y con las personas que tenía que pasar y que reaccionaron super bien”, dijo Constanza, mamá de Hilario, doctora en Letras y docente.
Expresó su agradecimiento con Micaela, la chica que cuida a Hilario por darse cuenta de que se estaba ahogando y porque reaccionó super rápido gritando y pidiendo ayuda.
“Hilario estaba de espaldas en el cochecito y podría no haberlo notado”, dijo.
“Obviamente estoy super agradecida con Nico que estaba justo ahí en el momento que tenía que estar y haciendo lo que él sabe hacer. Parece imposible creer que fue una casualidad y que los dos supieron cómo actuar”, agregó.
“Estas cosas son impagables. No hay detalle o regalo que uno pueda hacer que represente el agradecimiento que uno siente. Ellos se llevaron la peor parte porque nosotros nos enteramos cuando ya sabíamos que era un final feliz”, concluyó.
Hilario está muy bien, es un gaucho que ama el folclore y baila casi desde el mismo momento en que aprendió a caminar. Además, durante el mundial de fútbol su imagen salió por Crónica TV ya que se dormía con la canción Muchachos, un verdadero himno para todos los argentinos y para él una canción de cuna.
(*Por Anahí González Pau/La Nueva)