“De las medidas adoptadas por el nuevo Gobierno hay tres que pueden tener efecto sobre la medición: devaluación, desdoblamiento cambiario y apertura de importaciones. A eso se suma el envío al congreso de la ley ómnibus que contiene subas en los derechos de exportación”.
La declaración corresponde a David Miazzo, economista jefe de Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de la Argentina, tras la aparición del nuevo Indice FADA, una de las referencias más relevantes del aporte del sector agropecuario en materias de impuestos municipales, provinciales y nacionales.
“El índice mide cuánto de la renta; es decir, de los ingresos menos los costos, no les queda a los productores. Se analizan soja, trigo, maíz y girasol y, con esos datos, se hace un promedio ponderado y vemos que de cada 100 pesos de renta, $ 59 quedan en el Estado”, agregó.
En la anterior medición, correspondiente al mes de septiembre de 2023, la relación era superior: $ 76 sobre $ 100.
“El índice muestra una caída de 17 puntos porcentuales respecto a la medición anterior de septiembre, que se explica principalmente por el aumento en los rindes, no tanto en las medidas anunciadas por el gobierno”, aclara, por su parte, Nicolle Pisani Claro, también economista de la FADA.
Mientras que el promedio ponderado de cultivos a nivel nacional es de 59 %, la participación del Estado en soja es del 64,8 %; en maíz, del 49,6 %; en trigo, del 60,7 % y en girasol, del 45,8 %.
Miazzo agregó que una suba del tipo de cambio oficial mejora el poder de compra de los granos respecto a costos en pesos como fletes y labores, que se abaratan si se los aprecia en dólares.
“Sin embargo, en los próximos meses se irán encareciendo, lo que puede impactar en una suba del índice en mediciones venideras”, admitió.
David Miazzo, economista jefe de la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de la Argentina.
También se indicó, por otro lado, que el desdoblamiento cambiario genera un tipo de cambio mayor para los insumos importados respecto al dólar exportador.
“El dólar importador tendrá su efecto en inflar los precios de los insumos importados, ya que el importador deberá pagar un tipo de cambio de 947 pesos por cada dólar importado y, en la práctica, al productor se lo cotiza a un dólar oficial de poco más de 807 pesos, por lo que esa diferencia está contenida en el precio en dólares de los insumos; es decir, los precios de los insumos se inflan para compensar la diferencia”, explicó el economista.
Asimismo, señaló que la apertura de las importaciones debería reducirse en algunos precios en dólares, pero irá sucediendo gradualmente a lo largo de las próximas semanas a medida de que se normalice el flujo de pago de esas mismas operaciones.
“En cuanto a la suba de DEX anunciada y enviada recientemente al Congreso de la Nación, hicimos un ejercicio para estimar el impacto y descubrimos que el Indice FADA no tendría una suba sustancial”, sostuvo Natalia Ariño, del equipo de economistas de la FADA.
“Pasaría de 59 % a 60,4 %, ya que el grano que mayor impacto tiene es soja y queda sin modificaciones de DEX”, añadió.
“En los casos de maíz y de trigo subiría 3 puntos porcentuales y 13 % el cuanto al girasol”, explicó.
Desde la entidad se aseguró que el tipo de cambio oficial fue el principal cambio en el nuevo esquema económico, marcando un tipo de cambio real mayor y eliminando el profundo atraso cambiario que se generó en los últimos dos años.
Los costos por moneda
Si se analiza la estructura de costos de los cultivos de acuerdo con la moneda en la que están expresados, se puede ver que un 58 % de una hectárea de soja está estrictamente dolarizados, mientras que el restante 42 % se encuentran pesificados.
Si se considera el costo de la tierra dentro del esquema, aquellos que son dolarizados en una hectárea de soja pasan a representar el 72 %.
En el caso del maíz, como los fertilizantes y las semillas tienen más peso que en el caso de la soja, los costos dolarizados ascienden al 62 % de la estructura. Los pesificados, en tanto, alcanzan el 38 %.
Si se considera el costo de la tierra, el peso de los costos dolarizados asciende al 69 %.
En cuanto a los precios, en los últimos tres años hubo una mejora sustancial de los internacionales; primero, impulsada por la política monetaria de los Estados Unidos y de los principales bancos centrales del mundo y, luego, por la guerra Rusia-Ucrania, con mayor impacto en el trigo y el girasol.
Sin embargo, esta mejora se debilitó en el último año y medio a medida de que los bancos centrales han elevado las tasas y se diluye el impacto de la guerra y los precios comienzan a volver a los de finales de 2020, aunque todavía un escalón por encima de los de 2019.
De lo fiscal al federalismo
Del informe surge que los impuestos nacionales no coparticipables representan el 64,9 % del total de impuestos que afronta una hectárea agrícola en la Argentina.
La composición central de estos impuestos son los derechos de exportación, a los que se les suma el impuesto a los créditos y los débitos bancarios.
“Toda la recaudación sale de las provincias a lo largo y ancho del país y queda en manos de la Nación; esto es, son recursos que se van de las regiones y no vuelven”, indicó Miazzo.
Los impuestos nacionales coparticipables entre el Estado nacional y los Estados provinciales representan el 32,2 % de los impuestos medidos.
“Aquí tenemos, principalmente, el impuesto a las ganancias, neto del impuesto a los créditos y débitos, y los saldos técnicos de IVA”, amplió.
Las provincias reciben parte del 32,2 % como coparticipación y, también, recaudan diversos impuestos.
En el Índice FADA se consideran el impuesto inmobiliario rural, el impuesto a los sellos y el impuesto a los ingresos brutos, con una alícuota reducida, ya que ni Córdoba ni Santa Fe, por ejemplo, cobran este último impuesto.
Así, los impuestos provinciales representan el 2,7 % de los impuestos totales.
Por último, los impuestos municipales representan el 0,2 % de los impuestos en el Índice FADA promedio nacional. En provincias que los cobran, la participación es mayor.
El componente central son las tasas viales o las guías cerealeras, siempre de acuerdo a cada provincia.
“Una particularidad de las tasas municipales y el inmobiliario rural es que son impuestos fijos que se actualizan a comienzo de año”, añadió Ariño.
“Esto genera que, con la devaluación, vaya disminuyendo su participación en el total de impuestos y recuperen en la primera medición del año”, sostuvo.
El Índice mide la participación provincial, y devela que mientras el Índice FADA nacional es de 59 %; Córdoba registra un 59,1 %; Buenos Aires, 57,4 %; Santa Fe, 58 %; La Pampa, 56,7 %; Entre Ríos, 60,4 % y San Luis, 56,2 %.
¿Cómo se calcula el índice FADA?
La renta es lo que vale la producción menos los costos; en otras palabras, el resultado que se obtiene al restarle los costos de producción, comercialización y transporte al valor de la producción a precios internacionales. Así, por ejemplo, si suben los costos, la renta baja y el indicador sube. Y, si bajan los precios, se reducen el valor de la producción y la renta y, nuevamente, aumenta el índice FADA.
La producción y los costos de la hectárea se calculan utilizando los rindes, costos y distancias al puerto promedio a nivel nacional para los cultivos de soja, maíz, trigo y girasol y ponderándolos por la participación de estos cultivos en el área sembrada nacional. Así, se obtiene la renta, la que se distribuye en el resultado de la producción después de impuestos, la renta de la tierra y la participación del Estado.
En el caso de los costos, para profundizar en cada caso se han analizado los costos involucrados en una hectárea de maíz, para tomar como ejemplo.
En el cálculo del índice se toma desde el valor FOB al resultado después de todos los impuestos. Por eso se consideran los costos de exportación (fobbing), comercialización, transporte, seguros, administración y producción.
Al analizar los costos resaltan dos puntos.
El primero, los gastos de fobbing representan el 9 % y el 10 % de todos los costos involucrados en una hectárea de maíz. El segundo punto son los fletes, donde se puede ver claramente cómo se va incrementando la participación a medida que uno se desplaza hacia el interior mediterráneo.
En el caso del maíz, el flete representa el 16 % de los costos en Buenos Aires; en Córdoba, el 18 %; en San Luis, el 18 %; en La Pampa, el 16 % y en Entre Ríos el 13 %. En Santa Fe, como el grueso de la producción se encuentra relativamente cerca de los puertos, representa el 12 %.
“A raíz del atraso del valor de los fletes respecto a la devaluación, la participación de los fletes ha caído en todas las provincias”, aseguró Miazzo.
En índices provinciales, para cada caso de análisis se utilizaron los rindes promedio de las últimas cinco campañas y los costos de producción de labores e insumos necesarios para esos rindes promedio en cada región.
En cuanto a los fletes se estimaron de la siguiente manera: para Buenos Aires, 250 kilómetros; Córdoba, 340 kilómetros; Santa Fe, 120 kilómetros; San Luis, 580 kilómetros; La Pampa, 340 kilómetros y Entre Ríos, 260 kilómetros.
Los impuestos nacionales van en línea con el valor de la producción y con la rentabilidad en cada provincia, por lo que son más altos en términos absolutos en Santa Fe, Córdoba y Buenos Aires, y más bajos en San Luis, La Pampa y Entre Ríos.
(La Nueva)