Cuando el pringlense Agustín Ortelli cayó del caballo, en junio de 2022, en una jineteada en Laprida su cabeza impactó contra el piso y quedó inconsciente.
Su estado de salud era tan delicado que los médicos coincidían en que era casi imposible de recuperar. Hoy, a poco más de un año y medio de aquel episodio, y en gran parte gracias al apoyo incondicional de su pareja, Yamila Álvarez, y a su propio esfuerzo y fe no solo sobrevivió al accidente sino que logró recuperar varias funciones.
Yamila, su compañera de vida desde hace 16 años, comentó a La Nueva cómo fue aquel desgarrador momento y el camino que tomaron para revertir una situación tan adversa como desafiante.
“El diagnóstico es lesión axonal difusa. En criollo, como nos explicaron a nosotros, se le cortaron los cablecitos de cuello a la cabeza”, contó.
«Yo estaba presente el día de la jineteada, vi el accidente y para mí era un desmayo, un golpe más de todos los que ha tenido», dijo Yamila, quien es fotógrafa amateur y tiene su propio emprendimiento (Las Álvarez Ropa Criolla).
Desde el hospital de Laprida, donde no hay tomógrafo, lo derivaron a un sanatorio privado en Olavarría, en el cual permaneció 15 días hasta su traslado a Pringles.
«Lo único que faltó que nos digan en Olavarría fue que compráramos el cajón. No nos daban esperanza de nada, nos decían que iba a quedar tirado en una cama. Gracias a Dios fue todo lo contrario», destacó.
En Pringles Agustín se recuperó de una neumonía y logró el alta de terapia intensiva. Entonces comenzó el proceso de rehabilitación que continúa hasta el presente.
Las primeras terapias las recibió en el Inarep, un instituto de Mar del Plata en el que estuvo internado casi tres meses en compañía de Yamilia y con la posibilidad de recibir visita de familiares.
«Todos los días tenía terapias de una hora para despertar su cabeza. En noviembre de 2022 nos dieron el alta y volivimos a nuestra casa en Pringles donde estuvimos un mes y medio sin terapia hasta que a principios de este año me puse firme y empecé a pagar los tratamientos de nuestro bolsillo», dijo.
Yamila se apoyó en dos grandes pilares para no bajar los brazos: el amor y la fe.
«Me ayudó el amor que siento por él y ver los avances que hacía, yo sabía que iba a salir. En Mar del Plata estábamos solos y pasé mi cumpleaños así. Veníamos organizando mis 30, íbamos a festejar en un salón y al final lo pasé sola con él pero le agradecí a Dios que pasaba otro cumpleaños con él», recordó.
«Creo mucho más en Dios que nos expuso a que vivamos esto», mencionó.
Yamila es quien proporciona a su pareja los cuidados diarios de higiene y alimentación además de acompañarlo a sus sesiones de terapia ocupacional dos veces por semana y a las de kinesiología y fonoaudiología, una vez por semana, en Bahía Blanca.
«El año pasado, en noviembre o diciembre, su cabeza hizo un click y de un día para otro era otra persona: entendía todo, se acordaba cosas de hace 16 años y aún de más atrás, de su infancia, y de todo; menos del día de accidente ni de que estuvo internado en Mar del Plata», señaló.
«Su cabeza se activó de un día para otro y ahora hay que meterle con rehabilitación para que pueda mover más el cuerpo y así volver a caminar solo», añadió.
Uno de los momentos más importantes y emotivos de su rehabilitación fue en octubre del año pasado, cuando recuperó la voz. Yamila lo mencionó en un post en Facebook en el que incuyó un video mostrando sus avances.
«En octubre me habló y ese día me lloré todo. Un año y pico sin escuchar su voz. Así que, acá vamos, ahora solo falta recuperar del todo el habla y que ese cuerpo se mueva por sí solo», mencionó en su muro.
«Cada publicación que hago todo el mundo me dice ¡qué buena compañera! pero no sé por qué, si siempre fue así, el uno para el otro. No porque el destino nos jugó una mala pasada lo iba a dejar solo», confió a La Nueva.
A partir de poder tener un diálogo con Agustín todo se hizo más llevadero.
«Antes estaba tirado para su lado derecho, la cabeza colgaba, por ahí te miraba y por ahí no, y ahora es todo lo contrario, está derecho y qiuere hablar», dijo.
Ella lo carga en los hombros y salen a caminar por el campo con un bastón.
«Si bien mueve poco todo su lado derecho de a poquito empezó a tener mayor movilidad», dijo.
«A alguien que esté pasando por esto le diría que no deje sola a esa persona que lo necesita, que por más que no te entienda vos sabés que el día de mañana con la ayuda de Dios va a salir adelante y te lo va a agradecer. Es estar, nada más que estar. Y todo el día. Es lo que yo hice. Lo dejé muy poco», subrayó.
Agustín era amigo de sus amigos, lo conoció por ellos, cuando era una adolescente y así empezó todo.
Semanas atrás la pareja viajó al festival de doma y folclore de Jesús María para ver a Mía Albarracín, su ahijada y sobrina de Yamila, exhibirse con una tropilla de petisos.
Fue un momento muy especial ya que cuando Agustín se enteró de que Mía había clasificado en Laprida para ir al Festival de Córdoba sus ojos se llenaron de lágrimas y empezó a recuperarse con más rapidez.
«Hace más de 10 años que vivimos juntos en el campo. Antes éramos novios, yo iba a su casa y él venía a la mía; siempre fuimos para todos lados juntos. Siempre estuvimos en todas. Ël para mí y yo para él», concluyó.
(Por Anahí González Pau/La Nueva)