El avión Neptune 2P-103 de la Armada Argentina pasó 48 años perdido en un glaciar de la isla Livingston, cercana a la Antártida. El 15 de septiembre de 1976, estaba en vuelo de reconocimiento cuando se estrelló contra un monte helado. Ahora, el glaciar que lo había tragado devolvió algunas partes de la nave que quedaron esparcidas en la playa rocosa frente al mar.
Por la caída murieron los 11 tripulantes de la aeronave. Se trata de la mayor tragedia aérea de un avión argentino en la Antártida.
Los restos fueron divisados por una expedición búlgara que pasaba por el lugar. La Armada Argentina estudió los restos y confirmó que se trata del vuelo de 1976 en el que murieron 10 tripulantes y un periodista fueguino que viajaba para realizar una nota.
El objetivo del Neptune era realizar un reconocimiento aéreo de la zona de glaciares para la Campaña Antártica que se iniciaría en el verano de ese año.
Como todos los años, el Neptune realizaba vuelos glaciológicos para verificar el estado de los hielos, el desplazamiento del límite de los mismos hacia el norte y relevar aerofotográficamente la zona, a fin de planificar las operaciones antárticas en base a los datos obtenidos.
El 15 de septiembre de 1976 arrancó el vuelo desde Tierra del Fuego rumbo a la Antártida. Los tripulantes eran: Carlos Migliardo (Teniente de Navío), Arnaldo Mario Mutto (Capitán de Corbeta); Miguel Angel Berraz (Teniente de Navío); Claudio María Cabut (Teniente de Corbeta); Nelson Dario Villagra (Suboficial Segundo); Remberto Eberto Brizuela (Suboficial Segundo); Juan Aurelio Noto (Suboficial Segundo); Carlos Omar Campastri (Cabo Principal); Jesús Oscar Arroyo (Cabo Principal) y Benjamín Pablo Scesa (Cabo Primero). También viajaba a bordo Rodolfo Rivarola, director del Canal 13, Río Grande Tierra del Fuego. La tripulación se dirigía hacia la Antártida Argentina.
Cómo fue el accidente
La última comunicación con la torre de control fue a las 12:13, cercanos a la Isla 25 de Mayo. Luego el contacto cesó repentinamente, declarándose la alerta y búsqueda a las 13:22.
Al día siguiente comenzó la investigación del avión, mediante apoyo aéreo y de superficie. No fue hasta el día 24 de septiembre del ‘76 que un avión C130H localizó los restos de la nave sobre la ladera norte del cerro Barnard, en la isla Livingston. No había sobrevivientes. El lugar era muy difícil de acceder por tierra, por lo que trabajaron andinistas y vehículos aéreos para intentar rescatar los cuerpos y fragmentos.
En enero de 1977, un helicóptero del Ejército AE-451, intentando acercarse al punto de impacto, sufrió un repentino empeoramiento de las condiciones meteorológicas del monte, por lo que, lamentablemente, chocó también en la misma zona.
Ante este nuevo suceso, se decidió concluir la operación, quedando los tripulantes del Neptune junto a su avión.
Los restos del Neptune
Un equipo búlgaro, el Bulgarian Antartic Institute, encontró restos en la orilla de la Bahía Falsa el pasado 15 de enero. Sin pistas de a qué vehículo podían pertenecer, se mantuvieron atentos a dar con su origen. Pasaron un par de días y en la orilla finalmente apareció una chapa del mismo tono verde oliva con el Sol de Mayo argentino.
Nikolay Danailov, Capitán de Fragata y Comandante del Buque Polar ST. ST. Cyril y Methodius, se comunicó con la Armada Argentina. Los especialistas argentinos confirmaron que se trataba del Neptune. Sus restos habían aparecido luego de 48 años.
Luego del hallazgo se realizó un acto frente a la isla Livingston en el que se rindió homenaje a las víctimas el accidente. Para la ceremonia, el Contraalmirante Marcelo Tarapow escribió un texto para recordar la tragedia. “Navegué por allí muchos años después, frente a esa montaña. Siempre los buscamos. ¡Muchas gracias por lo que hicieron! Siempre los recordamos. Reviví entonces una y otra vez nítidos recuerdos de aquel gris 15 de septiembre, cuando sentí por primera vez que el tiempo se detenía. Quizás si se detuvo”, sostiene el marino en un fragmento.
Con información de Infobae