Veinte minutos excelentes, media hora de retroceso controlado, 40 minutos de desconcierto, sin otro plan de juego que defender y pagar el precio por no saber hacerlo. La crisis de identidad comienza a ser un factor en este Boca, que en el discurso juega a una cosa pero que en la realidad no tiene esas mismas convicciones que sostiene su entrenador. En 90 minutos, el Xeneize jugó un rato como le gustaría a Menotti, otro a Bilardo y otro a Caruso Lombardi. Va llegando la hora que se decida por un plan y lo sostenga.
El partido tuvo su parteaguas demasiado temprano: después de 20 ó 25 minutos brillantes de Boca, vinieron otros tantos de un repliegue controlado del equipo de Gago y después sí, un segundo tiempo de puro aguante, sin que Boca pudiera repetir algunas de las muy buenas cosas que mostró en el inicio a partir de un Unión distinto, muy mejorado, que coqueteó con el empate y hasta quizá mereció algo más.
Lo primero para destacar fue que Gago puso un equipo más lógico. Si el entrenador quiere un Boca que presione alto, es imprescindible que el doble pivote tenga un jugador más posicional (Belmonte) y otro con más salida (Alarcón). Que los laterales se proyecten marcando, y en eso Blondel fue un pitbull y Saracchi un pistón. Y que la línea de tres vaya a tomar con agresividad como lo hicieron Costa y Di Lollo, con un Battaglia muy atento a tapar huecos y anticipar movimientos del rival. Además, el DT mezcló mejor las cartas en ataque: en lugar de un Aguirre que por característica busca el uno contra uno, Velasco tiene más tendencia al juego asociado, a apoyarse en los mediocampistas. Ayudó, claro, el golazo del lateral uruguayo, pero fue un gol buscado, que nació en una cambio de frente de Blondel para Merentiel, pero la débil respuesta del fondo tatengue encontró a Saracchi lanzado y listo para clavar el misil de zurda en el techo del arco.
En un arranque frenético, Boca abrió el marcador (4’), y generó dos chances claritas muy seguidas: otra aparición al vacío, esta vez de Velasco luego de otro centro de Blondel, pero su tiro pasó apenas alto después de rozar en un rival (6’) y otra entrada del refuerzo estrella de Boca que volvió a tomar un mal rechazo de la defensa local, pero le dio mordido y la pelota se fue a centímetros del palo de Cardozo.
El problema, claro está, es que el plan le funcionó ese rato y nada más. Y literalmente no pateó más al arco durante más de 70 minutos, hasta que Zenón desperdició un mano a mano (pareció pesarle hacerle un gol a su ex equipo) después de un gran pase de Palacios.
Lo que primero fue un repliegue controlado, con sobriedad y suficiencia para dejar venir a Unión, poco a poco el recule sistemático se fue transformando casi en el único argumento para sostener la victoria. Unión se apoyó en la actitud como su principal bandera, y fue arriando a Boca cada vez más cerca de Brey. El Tatengue no generó situaciones claras. Brey apenas tuvo un par de tapadas, pero el partido le quedó largo a Boca, que perdió totalmente la línea y terminó apostando al cambio de nombre por nombre como única esperanza de que los millones que Gago tenía en el banco le dieran algo. No fue el caso…
Unión lo empató de tanto buscarlo, porque alguna le iba a quedar y Fragapane facturó. Boca tuvo la suerte de que el partido no durara más, porque todo parecía destinado a una derrota. Los resultados preocupan, sí, pero más la desconcertante actualidad de un equipo que no sabe a qué juega.
(Ole)