“Me mandaste un mensaje justo, el domingo le ganamos 1-0 a Persita, el equipo donde estuvo la `Pulguita´ Vidal, y nos alejamos de la zona del descenso”.
Desde Indonesia, diez horas más adelantado en el tiempo que cualquier habitante argentino, Lautaro Belleggia dice vivir como “un rey” desde hace seis meses en el país del sudoeste asiático, donde juega en el Persis Solo, uno de los 18 equipos que componen el campeonato oficial de la Liga 1 de Primera división.
Su regularidad en Güemes de Santiago del Estero en la edición 2024 de la Primera Nacional (4 goles en 33 partidos) le abrió el horizonte en el plano internacional, aunque el volante carhuense de 28 años, formado en Olimpo (jugó en Quinta y Sexta de AFA antes de pasar por Reserva y debutar en Primera), jamás imaginó tener que viajar al otro lado del globo terráqueo.
“Cuando surgió la propuesta, a fines de 2024, al primero que le pedí referencias fue a Ezequiel Vidal (compañero en el aurinegro de Bahía), porque la verdad, los nombres de las ciudades y de los equipos me sonaban raros y no sabía con que me podía encontrar. La Pulga estuvo dos años acá y me aconsejó vivir la experiencia en un mundo que yo mismo tenía que descubrir”, adelantó quien sostuvo 13 cotejos (un gol) en la mayor del olimpiense en torneos de AFA.
“Al momento de tomar la decisión me acordé del mandato que Dios tenía para mi, porque en 2021 un profeta me había dado la Santa palabra y, entre muchas vivencias positivas que iba a tener en el futuro, se encontraba la de ir a lugares que jamás hubiese imaginado conocer. Soy cristiano y hombre de fe, por eso desde que me dijeron que en el fútbol tenía la posibilidad de crecer y trascender, me preparé de la mejor manera como profesional que soy”, indicó con una claridad en el mensaje como si estuviera en pleno centro bahiense.
“Lauty” ya acumula 14 encuentros (12 de ellos como inicial) y 3 conquistas en la institución de 101 años que representa a la ciudad de Surakarta y es una de las más populares de la provincia de Java Central.
En sus inicios, el club solo era conocido por los pobladores locales y los pocos deportes que allí se practicaban, aunque con la profesionalización del fútbol –década del 90– la entidad pasó a ser señera en el desarrollo de talentos y en el aporte de jugadores a la Selección Nacional indonesia.
En 2022 consiguió el ascenso a la Liga 1 por primera vez y hoy se ubica en el puesto 14º de la tabla de posiciones, con cuatro rivales por debajo pero todavía con riesgo de caer a la segunda categoría.
“Cuando llegué el Persis estaba último, sus hinchas, que son muchos, se quejaban y el equipo perdía antes de salir a la cancha. Eso me hizo dudar, pero gracias a Dios el rendimiento colectivo repuntó y se empezaron a dar los resultados. Hoy estamos bastante alejados de la zona roja del descenso (tiene cuatro equipos abajo y le sacó 10 unidades de ventaja al último y 7 al penúltimo, los dos que se “van”) y jugamos más tranquilos”, relató el único argentino de la plantilla que también integran cuatro brasileños, un alemán, un japonés, un neocelandés y un maliense como refuerzos extranjeros.
“Queda toda la segunda rueda por delante y en el vestuario y los entrenamientos se respira otro aire”, contó con la esperanza de que salgan a flote los “Guerreros de Sambernyawa”, como apodan al elenco que hace de local en el estadio Manhan, con capacidad para 20.000 espectadores.
“Cuando te convertís en futbolista profesional soñás con jugar en algún grande de la Argentina o pegar una transferencia a alguna Liga importante de Europa, pero el nivel del campeonato de Indonesia no le tiene que envidiar nada a nadie; acá se practica buen fútbol y el rigor físico es parecido al de una B Nacional de nuestro país”, reflejó.
Indonesia, ubicado entre los océanos Indico y Pacífico, es el estado archipelágico más grande del mundo y el decimocuarto país más grande por área (1,904,569 kilómetros cuadrados). Se compone de más de 17.000 islas, incluidas Sumatra, Java, Célebes y partes de Borneo y Nueva Guinea. Con alrededor de 280 millones de personas, es el cuarto país más poblado del mundo y el que más musulmanes alberga.
–¿Conociste algo de la cultura milenaria de Indonesia?
–Me sorprendieron ciertos sitios donde el silencio, el respeto y la diversidad cultural están emparentados con visitantes del mundo entero. Sus playas son paradisíacas y la historia es fantástica. Cada vez que puedo recorro y saco fotos porque cuando me vaya seguramente nunca más tenga la posibilidad de volver (tiene contrato vigente hasta fines de este año).
Traductor mediante
“Mi hijo concurre a una Escuela internacional de Singapur, donde aprende tres idiomas a la vez: inglés, chino y el bahasa, que es el oficial del país y que a su vez se subdivide en otros, como el javanés (lengua austronesia, específicamente de la rama Java-Malaya, cercana al malayo, sundanés, madurés y balinés), el que se habla en Surakarta, la ciudad donde vivimos”, se volcó Lautaro hacia un tema que lo tiene a mal traer.
“Mi hijo estudia, lee libros y habla inglés mejor que yo. Me cuesta un montón, aunque me ayudan los chicos brasileños que hay en el equipo y el traductor que está encima mio para armarme las frases y no equivocarme con la fonética”, expresó preocupado.
“Al llegar estuve bastante desorientado, aunque acá te adaptás a todo. No es difícil convivir con distintas culturas, lo que si es complejo es comunicarte. Es imposible entender el javanés, sin el traductor debo recurrir al google o a las señas. En el supermercado, para pedir algo, lo tengo que mostrar, y esa imagen hasta a mi me causa gracia”, dijo con la sinceridad del caso.
–Si existe la posibilidad de renovar, ¿te quedarías un año más?
–Si Dios quiere y el equipo se mantiene en Primera, voy a tratar de quedarme. Los goles que convertí a poco de arribar (dos de ellos al Persilla, el Boca o River de Indonesia) me ayudaron a ganarme la consideración del técnico. Propuestas surgen todo el tiempo, incluso algunas fuertes de la Primera Nacional de Argentina, pero acá lo económico marca una diferencia considerable y por eso veo con buenos ojos la posibilidad de continuar. Tranquilamente se puede vivir del fútbol.
“El año pasado me fue muy bien en Güemes (fue el goledor del equipo), pero antes no tenía club y hablé con el presidente de Olimpo (Alfredo Dagna) para volver. Me dijo que no y por eso tuve que rezar para que salga algo. Dios me liberó de esas ganas de estar en Bahía otra vez, me demostró que no era el momento y me dio, mediante señales, una chance mejor”, subrayó quien también pasó por Gimnasia de Jujuy y Brown de Adrogué en el ascenso argentino.
–A Olimpo, ¿nunca más?
–Sí, en algún momento retornaré. Tengo un gran cariño por el club y por su gente, que siempre me trató con respeto y me transmitió buenas energías. Allá dejé amigos y muchos conocidos; Olimpo me formó como persona y jugador, por eso siento la necesidad de volver algún día. Mi salida no fue en los mejores modos, pero la institución siempre está por encima de todo y de todos y sé que me voy a poner esa camiseta otra vez.
Completó: “Olimpo fue mi primer paso, estuve 10 años y ahí me crié después de irme de Carhué cuando tenía 13. En ese tiempo aprendí mucho y cumplí el sueño de debutar en Primera a los 18”.
–¿Qué categoría de nuestro fútbol seguís?
–Veo todo, pero el fútbol en general está muy feo, se juega poco, se habla demasiado, se patea para arriba y hay un temor enorme a equivocarse. Acá los partidos son más vistosos, se desarrollan en buenos pisos y técnicamente los jugadores se potenciaron en lo que tiene que ver con la táctica y el control del balón.
–¿Y la comida?
–Uhhh… A todo le ponen picante. Cuando salimos a comer lo hacemos en restaurante italianos o en lugares más emparentados con la gastronomía argentina. De no ser así, en el supermercado venden buenos cortes de carne y tenés todo lo que podés consumir: fideos, yerba, leche, huevos, etc.
(La Nueva)