Mantecol vuelve a ser propiedad de sus creadores luego de estar 21 años en poder de una multinacional. El tradicional producto regresa a manos argentinas al ser recuperado por Georgalos. La compañía también adquirió en la compra otras marcas: Bazooka, Palitos de la Selva, Lengüetazo y Jirafa.
La empresa de dulces negoció el traspaso de la marca con el grupo Mondelez International y adquirió la planta que la firma norteamericana posee en la localidad bonaerense de Victoria donde precisamente se fabrica el Mantecol. A su vez, se hará cargo de los 600 empleados que se desempeñaban en dicha planta.
La marca infaltable en la mesa de los argentinos para las fiestas de fin de año había sido vendida a Cadbury Stani por U$S 22,6 millones en enero de 2001 para que la empresa fundada por Miguel Georgalos pudiera cancelar buena parte del pasivo que había acumulado, y al mismo tiempo lograr capitalizarse para producir nuevos productos.
Además de la transacción económica, aquella operación sacaba a la firma del mercado del postre de maní por siete años. Cumplido el plazo Georgalos lanzó en 2008 su nueva marca: el Nucrem. Ahora, luego de un poco más de dos décadas, la compañía recupera uno de sus productos insignia que está vigente desde 1940.
La historia del Mantecol
La marca fue creación de Miguel Georgalos, un inmigrante oriundo de la isla griega Chios, que estaba estudiando pastelería en Polonia, cuando un mes antes de que se produjera la ocupación alemana del territorio decidió embarcarse hacia otro destino y terminó llegando al puerto de Buenos Aires en septiembre de 1939.
El origen del postre de maní fue un derivado del halvá, un producto similar de mucha fama en Medio Oriente, que se hacía a base de pasta de sésamo. Ante la imposibilidad de contar con la materia prima original se animó a probar con el maní, después de hacer un intento con la garrapiñada.
Luego de darle el visto bueno lo comenzó a vender desde su casa de Floresta, donde también hacían la producción. El nombre Mantecol surgió a partir de que una vecina le comentó que por la forma en la que se vendía el postre envuelto en papel aluminio se parecía mucho a los panes de manteca.
El Mantecol era un éxito y la familia Georgalo decidió ampliar el comercio, por lo que compraron la vieja cancha de All Boys, que se ubicaba justo enfrente a su casa, en la esquina de las calles Segurola y Elpidio González. Allí emplazaron la primera planta de la empresa que en un primer momento fue bautizada como La Greco Argentina hasta convertirse en Georgalos Hnos.
El negocio continuó creciendo y a fines de los años ’50, la familia buscó un campo en Córdoba para autoabastecerse de maní. Así llegaron a la localidad de Río Segundo, que se convirtió en la sede de la empresa. El postre se popularizó aún más a partir de la amistad de Miguel Georgalos con Manuel García Ferré, el creador de Anteojito, que durante años le cedió a la empresa la contratapa de la revista infantil. Ahí nació el jingle histórico de la marca que decía: “Por la vida contento voy, saboreando el rico Mantecol”. (NA)