
Este viernes se conmemoró el Día Mundial de la Lucha contra la Depresión, con el objetivo de dar visibilidad a una problemática que afecta a 322 millones de personas en todo el mundo según registró la Organización Mundial de la Salud (OMS), un 18 % más que hace una década, y que suele pasar desapercibida con síntomas que muchas veces se minimizan o interpretan de manera errónea, dejando a la persona que la padece aún más sola y vulnerable.
Según define la Organización Panamericana de la Salud, la depresión es una enfermedad que se caracteriza por una tristeza persistente y por la pérdida de interés en las actividades con las que normalmente se disfruta, así como por la incapacidad para llevar a cabo las actividades cotidianas, durante al menos dos semanas.
No se trata de esforzarse para salir de la cama, de quitarse la tristeza a la fuerza o de continuar con la rutina diaria cuando el cuerpo y la mente exigen parar. No es mera melancolía ni pereza. La depresión es un trastorno del que se sale acompañado de profesionales de la salud en conjunto con una red de contención amorosa que comprenda que la persona depresiva no necesita ser exigida ni cuestionada para volver a sentirse bien «como antes”. En cambio, necesita de mucha empatía, escucha y paciencia además de un tratamiento profesional adecuado y sostenido en el tiempo.
De esto conversamos con la psicóloga clínica Melisa Mirabet: “Cuando hablamos de depresión hacemos referencia a un cuadro psicopatológico que se caracteriza por un estado de ánimo deprimido que hace que quien lo padezca tenga poca energía, falta de concentración, pérdida de interés o placer, sentimientos de culpa e incluso baja autoestima. Las razones que conllevan a dicho cuadro pueden ir desde una vulnerabilidad biológica, a eventos vitales estresantes que pueden ser predisponentes en su etiología”, detalla.
Desde la OMS se indica que, este trastorno puede convertirse en un problema de salud serio, especialmente cuando “es recurrente y de intensidad moderada a grave”, causando mucho sufrimiento en las personas afectadas y alterando sus actividades laborales, escolares y familiares. En el peor de los casos puede conducir al suicidio: Cada año se suicidan más de 700 000 personas; el suicidio es la cuarta causa de muerte en el grupo etario de 15 a 29 años.
Algunas características principales según la OMS
- La depresión es un trastorno mental común. Se estima que en todo el mundo el 5% de los adultos padecen depresión.
- La depresión es la principal causa mundial de discapacidad y contribuye de forma muy importante a la carga mundial general de morbilidad.
- La depresión afecta más a la mujer que al hombre.
- La depresión puede llevar al suicidio.
- Hay tratamientos eficaces para la depresión, ya sea leve, moderada o grave.
Qué hacer –y qué no conviene hacer- para acompañar a una persona con depresión
Para empezar, lo que no debería hacer ninguna persona que quiere acompañar a otra que sufre depresión es estigmatizarla y juzgarla por su condición aparente de “falta de ganas, de voluntad o interés” para hacer todo aquello que, en otro momento de la vida, si tenía voluntad y respuesta.
“Nunca se deben naturalizar los síntomas”, resalta Mirabet, y detalla algunos criterios que se establecen para determinar un cuadro depresivo: “prevalencia de un estado de ánimo depresivo la mayor parte del día; disminución del interés en todas o casi todas las actividades; presencia de alteraciones de sueño ya sea insomnio o hipersomnia; cansancio, la fatiga o la pérdida de energía; presencia de pensamientos recurrentes de muerte, entre otros”.
“Suele ocurrir con los padres de adolescentes quienes llegan a consultan mencionando “se la pasa durmiendo como todos los de su edad”, cuando quizás estamos frente a algo menester de atención. Tampoco es correcto aconsejar con frases invalidantes como “estás mal porque querés”, ya que para salir adelante de la depresión y lograr una reducción sintomática se requiere de múltiples intervenciones como ser un espacio psicoterapéutico, un plan farmacológico, a veces es necesario incluir acompañamiento terapéutico y hasta trabajar con psicoeducación familiar”, agrega la especialista.
Mirabet resalta que, más allá de una vulnerabilidad orgánica, la depresión también puede ocurrir si no tiene antecedentes familiares del cuadro, ya que “existen ciertas incidencias y factores de riesgo que pueden influir en la etiología del trastorno”. Y los enumera:
– el sexo y la edad, ya que es más prevalente en mujeres y en personas en un rango etario de entre 18 y 40 años.
– los factores sociales, como el aislamiento social, dificultades económicas o estar en situación de desempleo.
– la presencia de eventos vitales estresantes, como puede ser la muerte de alguien cercano, una ruptura amorosa o divorcio, etc.
– el consumo de alcohol o drogas.
– enfermedades médicas como tiroides hipoactiva, los tratamientos prolongados, migraña, las enfermedades cardíacas, la diabetes, entre otras.
“Estos factores de riesgo aislados no son suficientes para provocar una depresión como tal, pero sumados y sostenidos el tiempo, pueden tomarse como un signo de alarma que terminan influyendo en la aparición de la patología”, explica Mirabet.
La paciencia, la contención, la escucha sin juicio y la contención física son herramientas que pueden ayudar a las personas que padecen depresión -en paralelo con un tratamiento adecuado- a vencer de manera más eficaz –y con menos cargada de sufrimiento- esta popular y cada vez más frecuente enfermedad mental.
En tanto, durante el episodio depresivo, es recomendable que quien se encuentra acompañando lo contenga de tomar decisiones importantes bajo el efecto del inmenso sentimiento de tristeza que este trastorno genera. Ya sea la idea de separarse, cambiar de trabajo, mudarse de país, ya que la posibilidad de equivocarse es enorme y las consecuencias deliberadamente negativas. En ese caso, dependiendo de la gravedad de la situación, se aconseja consultar con un profesional de la salud mental (NA)
