Al llegar los europeos a estas tierras, notaron que los nativos practicaban el ritual de juntarse a beber una infusión a los que los guaraníes llamaban «caiguá». Esta expresión deriva de los vocablos guaraníes «káa» (yerba), «y» (agua) y «gua» (procedencia), lo que se puede traducir en «agua de yerba».
La expresión «mate», nace del vocablo quechua «matí», que significa calabaza, que es donde se preparaba el mate. El mismo se tomaba a través de una cañita denominada «tacuarí», en cuyo extremo se colocaba una semilla ahuecada que hacía las veces de filtro.
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Por extensión, los europeos copiaron de esta manera a la infusión elaborada a partir de la yerba (ilex paraguayensis). Estos tenían la creencia de que era una «hierba del demonio» por desconocer su práctica. Sostenían además que era una bebida de haraganes, ya que los nativos dedicaban varias horas por día a este rito.
Una tradición
El mate es algo más que una bebida. Es una tradición que vence las costumbres aislacionistas y empareja las clases sociales… y a través de los tiempos, es el mate quien hizo la rueda de amigos, y no la rueda quien trajo al mate. Y no solo eso, también es un símbolo para todo aquel que se aleja de su país natal (Argentina, Paraguay, Uruguay, Chile y Brasil) y encuentra en él una remembranza y un enlace con su tierra.
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¿Dulce o amargo?
Los argentinos asocian el hábito del consumo de esta infusión con una experiencia placentera y para muchos se trata de un momento de felicidad.
El mate es una de las infusiones más ingeridas por los argentinos a pesar de que durante la pandemia el consumo debió ser personal para evitar el uso compartido de la bombilla.
La yerba mate debe su sabor amargo a los taninos de sus hojas, es por esto que hay quienes gustan de endulzarlo un poco, y la espuma que se genera al cebar, es causa de los glicósidos.
Sin embargo, a partir de la pandemia del coronavirus algunas costumbres nacionales debieron ser modificadas con el fin de evitar la propagación del coronavirus y la utilización de la bombilla no ha sido la excepción. Fue por ese motivo que lo que era una tradición en cualquier familia o grupo de amigos tuvo que ser alternada.
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¿Más felices?
Un reciente estudio determinó que los argentinos asocian el hábito de ingerir la bebida a con una experiencia placentera. “El motivo de esto yace en que tomar mate a la mañana, aumenta la liberación de un neurotransmisor llamado dopamina, que estimula los centros de recompensa cerebrales generando una sensación de placer y sentimientos positivos”, dijo la doctora Teresa Torralva, directora del Departamento de Neuropsicología de INECO.
“El mate está asociado con el aumento de la serotonina en el cerebro, lo que se traduce en un equilibrio hormonal y se convierte, entonces, en un aliado natural contra el decaimiento anímico generando un aumento en los niveles de sensación de ‘felicidad’”, agregó la especialista según publicó Mitre.
(El Once)