Sin una regulación efectiva ni barreras de acceso reales, los NNyA caen en este círculo vicioso de adicción, viendo perjudicada su salud mental, rendimiento escolar y proyectos de vida. Es urgente que el Estado implemente controles, educación y una estricta regulación publicitaria para proteger a las infancias y adolescencias de esta amenaza silenciosa.
La reciente petición de la Iglesia para que el Senado trate una ley que frene esta problemática pone sobre la mesa una cuestión urgente: ¿Seguiremos permitiendo que el negocio de unos pocos destruya el futuro de toda una generación?
Las apuestas online funcionan como un virus silencioso. Invisibles al principio, se infiltran en la vida de los más jóvenes a través de publicidades seductoras y omnipresentes, promesas de dinero fácil y la falsa sensación de control. Sin regulación efectiva ni barreras de acceso reales, cada vez más adolescentes caen en este círculo vicioso sin darse cuenta del peligro. Cuando finalmente intentan salir, el daño ya está hecho: problemas de salud mental, endeudamiento, aislamiento y un impacto devastador en su autoestima, socialización, rendimiento escolar y proyectos de vida.
El negocio de la adicción
Los sitios de ciberapuestas no dejan nada librado al azar. Están diseñados con algoritmos que manipulan el cerebro, activando los mismos circuitos de recompensa que generan adicciones a sustancias. Cada victoria fugaz refuerza la compulsión de seguir apostando, mientras que cada pérdida incita a recuperar lo perdido. El resultado es una trampa perfecta, especialmente para los más vulnerables.
A esto se suma un bombardeo constante de publicidad directa e indirecta que normaliza las apuestas y las presenta como una oportunidad inofensiva de «juego». Influencers, streamers, deportistas y hasta celebridades juveniles se convierten en la cara visible de esta industria, promoviendo un mensaje engañoso que enmascara los riesgos reales.
No podemos permitir que nuestros niños, niñas y adolescentes sigan expuestos a esta amenaza sin protección. Es momento de que el Estado asuma su responsabilidad y avance en regulaciones estrictas y políticas preventivas.
Como psicopedagoga especializada en educar para prevenir riesgos digitales y formar ciudadanos digitales responsables, solicito que se avance en esta ley que establezcan:
Controles efectivos que impidan el acceso de menores de edad a sitios de apuestas. No basta con restricciones simbólicas; es necesario aplicar tecnologías de verificación de identidad y sancionar a las empresas que no cumplan con las normativas.
Educación y concientización: Es imperativo incluir este tema en los contenidos curriculares. La ciudadanía digital debe abordarse con urgencia, brindando herramientas para que los NNyA puedan identificar y resistir las estrategias de manipulación de la industria de los casinos virtuales.
Regulación estricta de la publicidad directa e indirecta: Prohibir y establecer mecanismos de control sobre la promoción de apuestas a través de redes sociales y apps de mensajerías dirigida a menores de edad y limitar la presencia de marcas de sitios de apuestas en eventos deportivos y medios de comunicación masivos.
La responsabilidad es colectiva: padres, educadores, medios de comunicación y legisladores debemos actuar en conjunto para frenar este flagelo.
No podemos seguir mirando para otro lado; la ludopatía está creciendo a un ritmo alarmante. Cada día que pasa sin regulación es un día más en el que se sigue fabricando adictos. La salud mental y el bienestar de las próximas generaciones están en juego. Señores del Senado de la Nación, el pedido de la Iglesia para que se trate esta ley no puede caer en el olvido. ¿Vamos a seguir permitiendo que el negocio de unos pocos condene a miles de NNyA? La sociedad está esperando respuestas. La protección de las infancias y adolescencias debe ser una prioridad innegociable. El momento de frenar esta epidemia es hoy.
Mariana Savid Saravia. M.P. P:13-5610
Psicopedagoga, especialista en Neuroeducación y Educación en Ciudadanía Digital.
Instagram: @psicopedagogamarianasavid
(La Nueva)