Desde 2009, cada 27 de junio se celebra en Argentina el Día Nacional del Boludo. Lo que comenzó como una campaña digital con tono humorístico y viralidad en blogs y redes sociales, se transformó con los años en una fecha que invita a reflexionar sobre los valores cívicos, la honestidad y el respeto por las normas.
La idea fue lanzada por la agencia publicitaria mendocina Liebre Amotinada, y rápidamente ganó tracción en internet. Sin embargo, su fecha no es azarosa: con un guiño histórico, remite al 27 de junio de 1806, día en que las autoridades del Virreinato del Río de la Plata, frente a las Invasiones Inglesas, decidieron no combatir y entregaron la ciudad de Buenos Aires a las tropas británicas, en un intento por «hacer las cosas bien» y evitar un derramamiento de sangre. La historia juzgó esa rendición con dureza, pero para algunos fue símbolo de una intención que, aunque malograda, partía de principios nobles.
“Soy un boludo”: cuando hacer lo correcto es motivo de burla
En la cultura popular argentina, la palabra «boludo» tiene múltiples connotaciones. Puede ser un insulto, una expresión afectuosa entre amigos, o una etiqueta social que, en ciertos contextos, se adjudica a quienes no sacan ventaja, siguen las reglas o piensan en el bien común.
Desde ese lugar, el Día Nacional del Boludo busca reivindicar a quienes “hacen lo correcto” aunque sean burlados por ello. Se trata de una crítica a la “viveza criolla”, ese código no escrito que muchas veces valora más al que “se aviva” que al que cumple con sus deberes ciudadanos.
Como símbolo de la campaña, se difundieron afiches con frases provocadoras, como:
🗣️ “No espero que prescriban las multas. Las pago. Soy un boludo” o
🗣️ “No me quedo con el vuelto si me dan de más. Soy un boludo”.
Frases que en realidad elogian la ética cotidiana y el compromiso con los demás.
Una jornada para repensar los valores
Aunque no es una fecha oficial en el calendario nacional, el Día del Boludo sigue vigente en redes y medios como una forma de repensar la cultura argentina. Su existencia plantea una pregunta incómoda pero necesaria:
¿Por qué en muchos ámbitos se castiga al que hace las cosas bien?
La fecha es una oportunidad para romper con ese estigma y valorar la honestidad, la empatía y el respeto por el otro como verdaderos gestos de inteligencia social. Porque, como reza otro de los afiches que circuló en aquellas campañas iniciales:
“No me paso en rojo. No me meto en la fila. No estaciono en doble fila. Sí, soy un boludo. Pero uno de los buenos.”