La exposición Astronaves en La Pampa, que abre al público el viernes en el porteño Instituto Italiano de Cultura Buenos Aires, repasa la obra del destacado arquitecto Francisco Salamone, responsable de construcciones monumentales que denotan un estilo art déco y futurista, a través de las fotografías tomadas por Enrico Fantoni.
Saldungaray es un pequeño pueblo de la provincia de Buenos Aires, a unos 550 kilómetros al sur-oeste de la Capital, con solo 1.350 habitantes y un trazado urbano compuesto por una docena de calles, con apenas una avenida. Sin embargo, el portal de su modesto cementerio, situado al costado de la ruta de entrada al pueblo, posee una monumentalidad digna más bien de una metrópolis: enmarcada en una hipertrófica roulette de unos 15 metros de diámetro, una enorme cruz de cemento con una sufrida cabeza de Cristo al centro de sus brazos se eleva imponente sobre el ingreso. La escala del monumento es totalmente desproporcionada respecto al entorno, causando en el ocasional visitante asombro y fascinación a la vez.
Esos son exactamente los sentimientos que su creador, Francisco Salamone, un arquitecto de origen italiano que llegó a la Argentina siendo un niño, buscaba despertar en los habitantes de Saldungaray cuando lo diseñó, en el año 1938.
Encargado por el entonces Gobernador Manuel Fresco, un político conservador admirador del fascismo italiano, de modernizar la inmensa provincia de Buenos Aires, Salamone proyectó y realizó en apenas cuatro años, entre el 1936 y el 1940, más de 70 edificios públicos -municipalidades, mataderos y cementerios y plazas – desparramados por un territorio de 300.000 kilómetros cuadrados, que el arquitecto recorría en una avioneta puesta a su disposición.
Sus municipalidades, con asombrosas torres de hasta treinta metros, dominaban pueblos compuestos enteramente por casas bajas, encarnando el poder central del Estado que el gobernador Fresco quería reafirmar; sus mataderos modelos eran símbolos de eficiencia, expresión de la proyección exportadora de una economía pujante; sus cementerios -los de Azul y Laprida son particularmente notables- exhibían la cara de una religión aterradora y aplastante.
El conjunto de su obra, realizado en un estilo monumental y empleando técnicas constructivas inéditas, basadas en gran parte en la utilización masiva del hormigón armado, compone uno de los legados arquitectónicos más interesantes y menos conocidos de la Argentina.
Sin embargo, tras la caída en desgracia de su sponsor político, también la estrella de su arquitecto preferido declinó rápidamente: Salamone se retiró en la Capital, donde solo proyectó otros dos edificios antes de su muerte, en 1959.
Tras varias décadas en las que su nombre fue considerado poco menos que una blasfemia, su obra ha sido en los últimos años reconsiderada y los admiradores que recorren “la Ruta de Salamone” aumentan cada año, al punto que lo han bautizado el “Gaudí de las pampas”.
Las fotografías exhibidas fueron tomadas por Enrico Fantoni, oriundo de Milán, residente en la Argentina, licenciado en Historia Contemporánea en la Universidad de Florencia, fotógrafo, periodista, uno de los fundadores de la agencia Sudacaphotos y el fotógrafo oficial del Teatro Coliseo de Buenos Aires.
La muestra Francisco Salamone – Astronaves en La Pampa, con fotos de Enrico Fantoni, se podrá visitar del 16 de septiembre al 30 de octubre, en la Sala Roma del Instituto Italiano de Cultura de Buenos Aires, Marcelo T. de Alvear 1119, planta baja, de lunes viernes, con entrada gratuita.
(Télam)