El 11 de marzo de 2019, desde Lago Puelo, donde vive, Bárbara Hoffman preparaba en secreto junto a sus hermanos Federico y Victoria el cumpleaños sorpresa de su padre, Héctor Omar Hoffman, para todos Sergio Denis.
El 16 de marzo el cantante llegaría a los 70, al igual que su ex, la madre de sus tres hijos. Habría una fiesta doble en Buenos Aires. El catering estaba contratado, el operativo confidencial era un éxito y todo indicaba clima de felicidad previa, planes de abrazos, víspera de alegría.
«Barbi» sostenía entusiasmada su pasaje Chubut/Buenos Aires con fecha para el 15 de marzo cuando aquel 11 su madre llamó para avisar que su padre había tenido un accidente en plena presentación en Tucumán. Sin más precisiones, prendió el televisor y vio en loop la caída junto a la placa roja de Crónica: «Sergio se debate entre la vida y la muerte».
Desde entonces, la vida interrumpida por la incertidumbre, el viaje impensado a Tucumán, el calvario de intentar evitar que fotografiaran a su padre en terapia intensiva en el Hospital Padilla de esa provincia, a donde «llegaron a entrar mujeres disfrazadas de monjas para obtener plata por las imágenes».
A cuatro años de esa «bofetada» (y a tres de la muerte de Denis), la mujer de 43 años, y toda su familia, no pueden recuperar la paz. La causa judicial -denuncian- «está trabada por el poder político». Ante lo que consideran «homicidio culposo» por esa «trampa mortal del foso», hicieron una decena de viajes a Tucumán, sin respuesta.
Nunca logramos que se cite al que todavía es el presidente del teatro Mercedes Sosa, Raúl Armisén. Sin esa declaración no se puede avanzar», muestra su desesperación Bárbara. «Vamos por el quinto fiscal en la causa. En marzo, el fiscal anterior nos explicó que para cada uno que llega, se empieza de cero. El teatro depende de la gobernación y evidentemente hay un respaldo político», analiza.
«Todo está parado, lo han pisado de una manera que es imposible destrabarlo», explica Diego Colombo, el abogado de los Hoffman. «En la primera quincena de diciembre viajaré otra vez. Estamos esperando que llamen a declarar a Armisén, el principal imputado por el delito de homicidio. Argumentan que la demora se debe a que necesitan más pruebas. Es difícil explicar lo inexplicable; hace 15 días lo acaban de confirmar por segunda vez como titular del teatro».
1720 días. «Quien pisa el proceso es el aparato político, la justicia está ligada directamente a la voluntad política, y esto es lo que traba todo. Hasta que no logremos separar la política de la Justicia, la Justicia estará amañada a las voluntades del gobernador, interesado en que esto no prospere», agrega Colombo. «Ni más ni menos que el brazo político impide que se haga Justicia».
El artista de Coronel Suárez cayó desde casi tres metros en un foso del teatro Mercedes Sosa (Gral. José de San Martín 479, San Miguel de Tucumán) mientras entonaba Te llamo para despedirme. Su defensa hace hincapié en que «la culpa no debe recaer en el mal paso que dio Denis al borde de la pasarela que lo llevó a caer al hueco, sino en la improvisación y peligro latente que presentaba ese lugar».
Un día después, Armisén explicó a los medios que en 2018 «estaba previsto tapar la fosa para que el lugar sea más operativo», pero que al ser «un teatro del Estado, todo lleva tiempo y expedientes. El expediente está terminado y los materiales, comprados». Hace unos días, en su cuenta de Instagram, el hombre celebró con sus seguidores una noticia: «Hoy juré nuevamente como Presidente del Ente Autárquico Teatro Mercedes Sosa. Es un honor este reconocimiento y agradezco profundamente al señor gobernador @osvaldojaldo, y especialmente a los compañeros de trabajo».
Durante los 14 meses de internación de Denis (el último tramo en la clínica porteña ALCLA, con diagnóstico de síndrome vegetativo permanente posterior a un severo traumatismo encéfalocraneano), el edificio tucumano (que fue cine desde 1946 hasta 1992) continuó sus actividades artísticas. «Mientras papá estaba internado en Tucumán, veíamos las gigantografías de los artistas que seguían cantando ahí», se quiebra Bárbara ante la impotencia de «la causa guardada en un cajón». Y va a fondo: «La causa probablemente habría tenido otro desenlace si la política no hubiera intervenido».
Desde Tucumán, la periodista que siguió el caso, Mariana Romero, especialista en Policiales, cuenta que visitó aquel foso al otro día de la caída. «La pasarela tenía una cinta verde flúor para que el artista viera por dónde caminaba. Había una señalización, pero es cierto que a la cinta le faltaban unos centímetros.
Hoy casi no se habla del caso en la provincia. No está dentro del radar de los tucumanos. Históricamente, las causas contra los funcionarios públicos no prosperan, no llegan a sentencia».
Un teatro que nunca dejó de funcionar
El abogado de los Hoffman estudiaba derecho hace casi medio siglo cuando un día en el Hospital de Clínicas conoció a un muchachito rubio que también se disponía a donar sangre para un amigo en común.
«Dimos sangre cuatro o cinco veces juntos, al él lo buscaban mucho porque era RH negativo. Después de eso, por un tema judicial por el que me consultó nos hicimos muy amigos», se emociona Colombo, que llegó a cantar en un escenario a modo de guiño junto a Sergio en Misiones.
Según reconstruye, «el teatro nunca dejó de funcionar, sólo se detuvo unos o dos días para hacer las pericias, que fueron determinantes para señalar la responsabilidad de Armisen y sus eventuales corresponsables».
Julieta Venegas, Palito Ortega, Axel, Ismael Serrano, Pedro Aznar, Juan Carlos Baglietto, Lito Vitale, Susana Rinaldi, Jorge Rojas, Alejandro Lerner, Piñón Fijo, Los Nocheros, Miguel Mateos, David Lebon, Los Tekis, Karina, Nito Mestre, Topa, Ángela Leiva, La Beriso, Daniel Agostini, Fabiana Cantilo, Vilma Palma e Vampiros y otra decena de artistas pisaron las tablas tras la tragedia.
El miércoles 13 de marzo de 2019, dos días después de la caída, al teatro llegaron los materiales para tapar el hueco. El vacío fue rellenado. «La pasarela que daba al foso es ilegal. No estaba autorizada», asegura Colombo. «Y no lo digo yo, lo dice Defensa Civil, que tiene poder de policía sobre el cuidado del teatro y el cumplimiento de las condiciones».
En la decena de viajes en su derrotero tucumano, Colombo ve ahora siempre el mismo penoso «sketch»: «Los funcionarios se ponen de tu parte, te piden que presentes un escrito, que hagas tal cosa, hasta que ese mismo funcionario ya no atiende más tu llamado», se lamenta. «El esfuerzo cansa. Empujan los hijos, empujamos todos, pero el carro no avanza. Pasa en casi todas las gobernaciones, pero nunca como en Tucumán. Es doloroso».
La periodista Romero abona esa teoría. Explica que en el recuerdo de los tucumanos, la causa «no quedó como un crimen, como un ‘lo mataron’, sino como una desgracia». Y agrega: «Será difícil que avance el tema porque lo que involucra a funcionarios públicos queda en nada. El gran ejemplo es el escándalo Pedicone-Leiva, que no tuvo resolución».
Ni Armisén ni su entorno (abogados, personal del teatro y demás) respondieron a los mensajes de Clarín. «Queda un mes para que termine el año, en enero habrá feria judicial, hasta 2024 no tendremos novedades, sentimos que se pierde tiempo», reclaman los hijos de Sergio.
La vida sin papá
Cuarenta y siete años antes de la caída fatal, Sergio había sufrido un accidente parecido en un escenario de Rosario. Pocos lo recuerdan, pero los archivos gráficos lo comprueban e impresionan.
«El intérprete actuó en la inauguración de un local nocturno céntrico (Tunelmanía), finalizando su recital alrededor de las tres. Cuando se disponía a bajar del escenario (a cuatro metros de altura) fue encandilado por los reflectores y cayó desde la escalera, desmayándose de inmediato», publicó Clarín el 17 de septiembre de 1972.
Ante mil concurrentes, «se vivieron momentos de verdadera confusión, sobre todo por los admiradores, quienes en su afán de colaboración, sólo perjudicaron la labor de un médico presente en la fiesta».
Internado en el Sanatorio Mapaci, se estableció que había sufrido un ligero traumatismo creaneano y una luxación en el codo. «El piso del escenario tenía un espacio de más o menos un metro que lo separaba de la cabina del disc jockey. Es decir, que hay un enorme agujero», declaraba el músico, criado con Yupanqui y los Quilla Huasi, a La Razón. «Yo sabía que el vacío estaba, pero el vidrio engaña. Tuve amnesia. Esa noche creí que comía con los angelitos», bromeó.
«Hallase grave Sergio Denis», exageraba Crónica aquel septiembre de 1972. «El piso del proscenio se terminó y el aplaudido actor cayó al suelo».
Bárbara desconoce este dato. Nació en 1980. No sabía leer ni escribir cuando imprimió involuntariamente su voz en la grabación doméstica de Te quiero tanto, en el estudio de grabación que funcionaba en su casa. «Papá nos prohibía entrar mientras grababa, yo entré igual y agarré el micrófono e hice ruiditos que quedaron en la cinta», sonríe.
A los ocho años de Bárbara, sus padres se separaron, pero no hubo tira y afloje, sino una crianza «adulta», aunque con complicaciones propias de la fama paterna «descomunal». «Si festejábamos el cumple en el Ital Park, él no podía venir porque lo volvían loco. Y caminar una cuadra implicaba 20 minutos de firmar autógrafos».
Habitante de Lago Puelo, en Chubut, Bárbara vive ahora entre picos nevados y espejos de agua. Tiene desde hace 20 años su marca de zapatos y carteras y sueña con un museo de su padre. De algún modo tiene ya su museo privado, hogareño. «No me pude desprender de nada de él. Sus valijas, sus zapatos, su ropa. Guardo todo. Tengo, por ejemplo, un traje de los setenta color mostaza, de cuando integraba la banda Los Jockers».
Este año volvió a Coronel Suárez después de dos décadas. Paseó por los pagos y recordó ese costado solidario del que Sergio no hacía prensa. «Hubo un tiempo en que papá tuvo grandes problemas económicos, y cuando se estaba recomponiendo cobró un dinero de un trabajo y me llamó para decirme ‘acabo de ir al Hospital de Clínicas a donar una silla de ruedas’. Fue uno de los artistas que más beneficencia hizo en silencio. Lo único que pedía cuando hacía esos actos solidarios era que fuera privado, sin fotos».
En Coronel Suárez, el artista Eduardo Noé (el mismo que dio vida a esculturas de Raúl Alfonsín, Néstor Kirchner y Hugo Orlando Gatti) puso sus manos para la escultura de Sergio, que se inauguró en 2022. La figura, de resina poliéster reforzada con acero se erigió en 45 días. «Lleva los brazos abiertos por pedido municipal, porque en la colonia donde Denis dio su último recital, en el Festival Fullsen, en 2018, la imagen de los brazos abiertos fue la última gran foto que recuerdan los vecinos», aclara Noé.
Mientras la causa duerme y los Hoffman ruegan que los fans y los medios mantengan visible el caso para que no quede sepultado, hay cierta justicia poética en la popular de decenas de canchas argentinas. El hit Te quiero tanto continúa sonando imperturbable en los tablones.
«Vamos perdiendo la esperanza, esa es la verdad. Alguien con mucho poder está impidiendo que la causa avance, pero hasta el último día seguimos con el pedido de Justicia. No se puede tapar el sol con la mano», asegura «Barbi», que busca cerrar de una vez el capítulo más doloroso de su vida.
(La Otra Cara de la Noticia)