El presidente de la Nación, Javier Milei, participó de su primer Tedeum en la catedral metropolitana de Buenos Aires, donde se llevó un reto de la Iglesia por el «divorcio» de la dirigencia política con el «sufrimiento» de la ciudadanía y fue cuestionado por los aumentos salariales a funcionarios y legisladores.
La ceremonia religiosa fue encabezada por el Arzobispo Jorge García Cuerva, cercano al Papa Francisco, quien señaló al inicio que «el Tedeum es también el canto obstinado de quienes no quieren dejar morir la esperanza».
«Nos ponemos delante de Dios como Nación y le pedimos que nos cure, porque parecemos tener las manos paralizadas para el encuentro, para abrazar a los heridos por la soledad y la tristeza, para ser solidarios con los que menos tienen», lanzó el religioso.
Milei, quien estuvo acompañado por la vicepresidenta, Victoria Villarruel; el presidente de la Cámara de Diputados, Martín Menem y el resto de su gabinete, estuvo en el atril ubicado antes de la primera fila y se presentó con el bastón y la banda presidencial.
«Le pedimos nos preserve de las manos manchadas de sangre por el narcotráfico, de las manos sucias por la corrupción y la coima, de las manos en el bolsillo de la indiferencia. Necesitamos que dios nos cure», planteó García Cuerva.
En ese plano, agregó que «para que la acción de gracia sea posible, tenemos que tomar en serio las parálisis de nuestro pueblo» y sostuvo que «hay parálisis que no se pueden procrastinar» porque «su postergación en nombre de un futuro prometedor generarían consecuencias nefastas por irreversibles», algo que calificó como «un precio muy alto a pagar que no podemos permitir».
Entre esas «parálisis» enumeró la malnutrición, falta de escolarización, falta de acceso a la salud, ancianos imposibilitados de sostenerse con dignidad. Vale recordar que ayer Milei lanzó una polémica frase al señalar que «si la gente no llegara a fin de mes ya se hubieran muerto».
«En el contexto actual y con humildad quisiera pedir a todos que sintamos la mirada de Jesús que nos interpela, que nos cuestiona, que nos alerta con nuestra insensibilidad con los desprotegidos, que reclama cercanía con los que sufren», dijo.
Por eso, convocó a reflexionar: «En estos tiempos difíciles, ¿Qué estoy haciendo por los mas pobres y los que sufren? Fácil es reclamar a otros que se comprometan, pero ¿yo qué hago? Podemos responder sin echar culpas como adolescentes, sino de las responsabilidades de hacernos cargo», dijo.
«Nuestra gente esta haciendo un esfuerzo muy grande, no podemos hacernos los tontos», disparó en uno de los momentos más tensos del discurso, aunque escaló: «Hay que acompañar con hechos y no solo con palabras ese esfuerzo de la gente. Por eso siguen doliendo acciones de la dirigencia divorciada de la ciudadanía como los tan comentados auto aumentos de sueldos de algunas semanas atrás», fustigó.
Finalmente, marcó que desde la Iglesia «queremos comprometernos delante de Dios a hacer los esfuerzos de gobierno y políticas necesarias para que continúen en las calles y en la vida de los argentinos, que se descubran sanados en su dignidad, esperanzados en el futuro de sus hijos y nietos, en unidad nacional, reconstruyendo la Patria».
(Infocielo)