El dolor es el mismo, pero hay formas y formas de quedar eliminado de una semifinal de Libertadores. En el caso de Peñarol, no hubo milagro, pero el equipo de Diego Aguirre vaya si dio batalla. Con los golazos de Báez y la garra charrúa a flor de piel, hizo creer a sus hinchas, le puso por un buen rato un signo de interrogación a una historia que parecía tener punto final tras el 0-5 la ida y el 3-1 al menos fue un premio consuelo moral para decir adiós con la cabeza alta y bajo aplausos en el Centenario.
La decisión del DT de Botafogo de preservar de arranque a cinco titulares (Barboza, Almada, Gregore, Luiz Henrique e Igor Jesus) fue lógica dado el contexto, pero el Manya, con la sensación de que el rival lo subestimó, se envalentonó y metió 14 remates en 45’. Ni siquiera la tonta expulsión de su arquero Aguerre (pisotón al arquero rival tras el cierre del primer tiempo) lo detuvo: estiró la ventaja en inferioridad numérica (luego vio la roja Ponte) y convirtió el tercero a los pocos segundos del descuento de Almada. Como se prevía, la definicón de la Copa será entre brasileños, pero el que anoche dejó una mejor imagen fue el que quedó eliminado.
