Colonia Lapin cumple este lunes su 104° aniversario.El paraje rural, cuya tierra significó una segunda oportunidad para 50 familias del pueblo judío que corrían peligro en la Rusia de la pre Primera Guerra, continúa en estos otros tiempos reconstruyendo su rica historia.
La festividad principal se dará este sábado 11 de noviembre, a partir de las 18 hs. con el «Primer Festival de Knishes de Colonia Lapin», con la organización y en el predio del Centro Cultural de Colonia Lapin.
El evento contará con puestos de Knishes -comida típica judía – de los que se contará su historia y su forma de preparación, con cocina en vivo, además de carritos de comidas al paso. También habrá música y shows en vivo con el grupo musical de la localidad de Bahía Blanca: «Shleper Klezmer» y la actuación de artistas locales, coronando la celebración, de Diego Mayer y Daiana Pamela.
Será una jornada llena de música, encuentros y comida sabrosa. Los organizadores solicitan que los asistentes lleven reposeras para mayor comodidad.
El pueblo se fundó en 1919 y dos décadas después, ya instalados y con sus familias, los colonos inauguraron el Centro Cultural Colona Lapin. Hacían obras de teatro, veladas literarias, tocaban grupos de música y tenían cine, donde se proyectaban películas que invitaban a la conversación. Los filmes llegaban desde Bahía Blanca. Las familias se turnaban una semana cada una para ir a buscar las latas a la estación del ferrocarril en Huergo, a 25 kilómetros por camino de tierra de allí.
Todo lo esplendoroso murió con la hiperinflación y el neoliberalismo de los 90. El tren se detuvo. Los 40 kilómetros hasta la ruta 65, que conectaba la colonia con el resto del mundo se alargaron infinitamente con la postergación económica. Quedaron cinco familias. El resto vendió los campos o los alquilaron. En el inicio de esa década muchos pobladores abandonaron la Colonia, especialmente los jóvenes. Los viejos se fueron muriendo y el centro cultural quedó tapado por el polvo del olvido. Se terminaron las actividades y se apagó el proyector. El silencio y la oscuridad duraron 30 años.
Pero la llegada de nuevos trabajadores a una empresa láctea y la idea de los bisnietos de aquellos colonos de principio de siglo pasado de hacer del lugar un espacio donde se desarrolle la agro ecología le devolvió la vida a Lapin. Sus pobladores notaron que se acercaba el centenario del pueblo y esa fue la chispa para decidir reflotar el centro cultural, lo que finalmente ocurrió justo antes de la pandemia.
El día del Centenario finalmente organizaron una jornada cultural y volvieron todas las actividades originales. Ese fin de semana de 2019 al pueblo llegaron 300 personas de todo el país, e incluso del exterior. Parientes de los primeros pobladores.