Cada 16 de septiembre, Argentina recuerda uno de los episodios más oscuros de su historia reciente: la «Noche de los Lápices». Esta fecha, conocida como el Día de los Derechos del Estudiante Secundario, conmemora el secuestro de diez jóvenes estudiantes secundarios en la ciudad de La Plata durante la dictadura cívico-militar de 1976. Los estudiantes, con edades entre 16 y 18 años, formaban parte de organizaciones políticas y estudiantiles como la Unión de Estudiantes Secundarios (UES) y la Juventud Guevarista.
En septiembre de 1976, un grupo de efectivos policiales del Batallón 601 organizó un operativo para secuestrar a jóvenes de entre 16 y 18 años, de distintas pertenencias políticas, que habían participado de la campaña por el boleto estudiantil, entre otras acciones vinculadas a la participación política estudiantil.
En la noche del 16 de septiembre, fueron secuestrados en la ciudad de La Plata María Claudia Falcone, María Clara Ciocchini, Claudio de Acha, Francisco López Muntaner, Daniel Alberto Racero y Horacio Ángel Ungaro. Dentro de este mismo operativo, el 17 de septiembre fueron detenidas Emilce Moler y Patricia Miranda; y el 21 de septiembre, Pablo Díaz. Gustavo Calotti, que compartió el cautiverio con este grupo de jóvenes, había sido secuestrado el 8 de septiembre, señala un artículo de educ.ar.
Los estudiantes fueron sometidos a torturas y vejámenes en distintos centros clandestinos de detención, entre ellos: el Pozo de Arana, el Pozo de Banfield, la Brigada de Investigaciones de Quilmes y la Brigada de Avellaneda. Seis de ellos continúan desaparecidos: Francisco, María Claudia, Claudio, Horacio, Daniel y María Clara, y sólo cuatro sobrevivieron: Pablo Díaz, Gustavo Calotti, Emilce Moler y Patricia Miranda.
Este episodio emblemático se recuerda como «La noche de los lápices». El informe de la Comisión Nacional de Desaparición de Personas (Conadep) estableció que más del 20% de los desaparecidos y desaparecidas durante este período (1976-1983) eran estudiantes.
La «Noche de los Lápices» dejó una huella imborrable en la sociedad argentina. Este episodio no solo evidenció la brutalidad del régimen, sino que inspiró a las nuevas generaciones a luchar por la justicia social y la defensa de la educación pública. Hoy, el 16 de septiembre se mantiene como un recordatorio de la importancia de la Memoria, la Verdad y la Justicia, y de que los lápices, como símbolo de la juventud y la resistencia, siguen escribiendo.