María de Magdala, mejor conocida como María Magdalena, fue la mujer más cercana a Jesucristo durante los últimos años de su vida. No obstante, por increíble que parezca, el rastro de una de las figuras más importantes del cristianismo prácticamente desapareció de la fuente para conocer la vida de Jesús: los Evangelios.
La mujer olvidada por los Evangelios
María Magdalena fue la mujer que estuvo siempre al lado de Jesucristo antes, durante, y después de la Crucifixión. Fue además la primera persona en tener el privilegio de ‘verle’ tras la Resurrección y quien dio la buena nueva al resto de los apóstoles. En realidad se llamaba María (Miriam), pero, se le conocía en su época por su procedencia, “la de Magdala”, una aldea junto al lago de Galilea y de ahí el gentilicio de María Magdalena.
Lo más aceptado es que se trate -apuntan los expertos- de María de Betania (la hermana de Marta y Lázaro) que se trasladó a vivir a un lugar de Galilea, sin mencionar dónde, por lo que pudiera tratarse de la pequeña aldea de Magdala, y de ahí María, “la de Magdala” o “Magdalena”, quién pasó toda su vida al lado de Jesús de Nazaret, incluso en el largo proceso que llevó a su muerte y crucifixión, cuando otros huyeron por miedo e incluso le negaron reiteradamente, como Pedro, sobre el que fundó su Iglesia. María Magdalena permaneció a su lado, siendo la primera persona a la que se le aparece el Resucitado y por tanto la portadora del mensaje más importante de la cristiandad, la Resurrección de Jesucristo a los apóstoles.
De acuerdo a la tradición impuesta por la Iglesia católica, Maria Magdalena siempre fue reconocida como “la Magdalena Penitente”. En uno de los pasajes más conocidos de la Biblia, los fariseos piden a Jesús que juzgue a María Magdalena por adulterio, pero, él les responde con la famosa frase: “Aquel que esté libre de pecado, que tire la primera piedra”. A pesar de la importancia de este pasaje, muchos expertos han señalado que, en realidad, esta secuencia fue impuesta por las autoridades religiosas de la época para crear un estigma alrededor de la figura de María Magdalena; lo anterior, para evitar que se reconociera a una mujer como la seguidora y aprendiz más importante de Jesucristo.
María Magdalena en la historia
María de Magdala es la mujer más citada en los Evangelios y una de las figuras bíblicas más relevantes, a la vez que poco conocida, debido en parte a la confusión con otras mujeres. En la tradición católica pasó a ser una figura secundaria, a pesar de su indudable importancia en los Evangelios. Este esfuerzo por relegarla al inexacto papel de penitente o pecadora, ha sido relacionado por algunos autores con la situación subordinada de la mujer en la historia de la Iglesia.
Hubo de esperar hasta bien entrado el siglo XX cuando el papa Pablo VI le borró el apelativo de penitente o pecadora y, hasta 1988, cuando Juan Pablo II la situara donde se merece: ”apóstol de los apóstoles” en su reveladora carta Mulieris Dignitatem. También se sabe que fue María Magdalena quien sostuvo, junto a otras mujeres, los años de campaña de Jesús por Palestina. “Ayudó con sus bienes al Maestro”, dice el evangelio de Lucas. No obstante, resulta probable que no prosperaría en ningún intento de alzar su autoridad como discípula predilecta de Jesús, además de mejor amiga de su madre María, donde encontraría la oposición de los varones, sobre todo de Pedro quien nunca disimuló su malestar por ese privilegio, incluso en presencia de Jesús.
Los errores sobre la figura de María Magdalena
Aunque María Magdalena es una de las figuras femeninas más relevantes de la historia, no deja de llamar la atención que su vida es muy poco conocida y estudiada; lo anterior, se debe en parte a su identificación errónea con otras mujeres de los Evangelios canónicos como son las referencias a “la pecadora” del Evangelio de Lucas, de quien se dice únicamente que “era pecadora y que amó mucho”, y otra referencia ya claramente a María Magdalena a la que «habían salido siete demonios».
Tampoco se sabe con exactitud cuándo comenzó a identificarse a María Magdalena con la pecadora que entró en casa de Simón el fariseo, pero, en una homilía del papa Gregorio Magno (591) relacionó la identidad de estas mujeres, mostrando a María Magdalena como prostituta arrepentida: “Aquella a quien Lucas llama la mujer pecadora es la María de la cual son expulsados los siete demonios, y qué significan esos siete demonios, si no todos los vicios”.
Por si esto no fuera suficiente, la imagen de la Magdalena penitente se puede confundir con otra santa, María Egipcíaca (del siglo V), quien, según La vida de los Santos de Jacobo de la Vorágine, se había dedicado a la prostitución y acabó retirándose al desierto a expiar sus culpas. Ella sería la mujer de largos cabellos rojizos con los que cubre su cuerpo o la que aparece envuelta en sayal de yute, símbolos de su penitencia en el desierto, y atributos que acompañan la representación de muchas Magdalenas prolongando la confusión durante los siglos. Difundida por los teólogos, esta Magdalena gozó de mucha popularidad y fue fuente de inspiración para portar su imagen en la iconografía cristiana occidental.
La vida de Magdalena después de la Resurrección guarda muchas similitudes con los cristianos perseguidos en esas mismas tierras. De acuerdo con la tradición, partió en un bote junto a otros discípulos, rumbo al Mediterráneo, llegando al sur de la Galia, donde María y sus acompañantes evangelizaron aquella tierra, en la cual sembraron fructíferas raíces que son visibles en los numerosos monumentos erigidos en su honor. No fue sino hasta el siglo XX cuando asistimos al reconocimiento de su figura. Fue el papa Pablo VI quien en 1969 retiró a María Magdalena el apelativo de «penitente» borrando toda referencia de prostituta arrepentida, mientras Juan Pablo II se refirió a ella -en su carta Mulieris Dignitatem de 1988- como la “apóstol de los apóstoles”, destacando -dijo- que en “la prueba más difícil de fe y fidelidad” de los cristianos, la Crucifixión, “las mujeres demostraron ser más fuertes que los apóstoles”. (Diario de Rivera/Con información de EFE / Foto de portada: EFE)