Un docente que se desempeñaba en las escuelas medias de la UNS fue condenado por abusar de seis de sus alumnas.
La sanción de 3 años de ejecución condicional recayó –en la modalidad de juicio abreviado, que implicó el acuerdo entre la Fiscalía Federal y la defensa oficial- sobre Miguel Ángel Kreitz, en el marco de una denuncia que autoridades de esa casa de estudios debieron realizar oportunamente -por razones de jurisdicción- ante la Justicia Federal. De ahí que en el caso no haya intervenido la justicia provincial, como sucede en el común de los hechos de abuso.
“Los hechos se han remitido a la forma en que fueran expuestos en el requerimiento de elevación a juicio y la calificación legal de abuso sexual agravado por ser encargado de la educación de las víctimas en forma reiterada –seis hechos-“, argumentó el Tribunal.
Se impusieron a Kreitz las costas del proceso penal y, como reglas de conducta, fijar residencia y someterse al cuidado de un patronato de liberados y, como alternativa a la realización de tareas no remunerativas, realizar una donación de 27.000 pesos en el INCUDI con la posibilidad de abonarla en cuatro cuotas.
Asimismo se le ordenó realizar un tratamiento psicológico hasta el vencimiento de la pena o, en su caso, una vez que se expida el alta certificada, abstenerse de acercarse a las víctimas a menos de 1.000 metros, prohibiéndosele todo tipo de contacto con ellas.
La forma de proceder del depravado
En el relato de una de las víctimas hecho durante la investigación se observa el proceder del ahora condenado.
“Una vez que fui a entregarle un trabajo me acarició la mano, y eso a mí me incomodó. Y en otra ocasión lleve una campera con flores y él me dijo ‘que linda campera’, luego me pregunto si me la había comprado o si me la habían regalado, yo le respondí que era de mi mamá, que me la había prestado. Le pregunté por qué me había preguntado eso, y él me respondió que era para saber mis gustos. Después, una vez llevé un buzo con peluchito y una compañera me dijo que lindo buzo, el profesor estaba ahí y me pregunto por la tela, y luego me toco en la cintura con fin de tocar la tela. Eso me incomodó. La última situación que me acuerdo es cuando yo le iba a preguntar a su escritorio, y al dejar caer mi pelo él me tomó un mechón y me lo tiró como acariciándolo, sin violencia”, testimonió.
En Cámara Gesell luego ratificó su relato y agregó que cuando se acercaba a hacerle alguna consulta, la llamaba “chiqui” y le ponía la mano en la cintura. A la víctima, según consta en el expediente, le pareció algo normal, como un gesto de una persona “melosa, por así decirlo”, pero luego, sumado a los hechos que le siguieron pasando, comenzó a sentirse cada vez más incómoda. Volvió a relatar los hechos relativos a las prendas de vestir y subrayó que el profesor, como para tocar la tela, le tocó la cintura. La niña destacó que le llamó la atención que tocara justo dicha zona del cuerpo si el fin era corroborar la textura de la tela: “tenés el brazo, tenés otros lugares”, resaltó. (LB24)