Ya todo está preparado en la pequeña localidad de López Lecube, prácticamente ubicada en el centro geográfico del distrito de Puan, para la realización de una nueva cabalgata-peregrinación a la iglesia Nuestra Señora del Carmen.
Como ya viene ocurriendo en los últimos años, en el lugar se concentrarán cientos de personas de una vasta región, muchas de los cuales llegarán a caballo, para pasar una jornada diferente, en la que habrá espectáculos musicales, ceremonias litúrgicas, patios de comidas, paseo de artesanos y mucho más.
El templo y su historia ejercen un magnetismo inigualable en propios y extraños. Nacido a partir de una promesa en medio de un malón aborigen, su creador Ramón López Lecube no reparó en gastos para su construcción. Hoy, su inmensa figura en medio de la planicie pampeana resalta desde donde se lo mire.
Declarado Patrimonio Histórico provincial en 1996, el único en su tipo en todo el distrito de Puan, desde hace años que gente de la localidad y de la Asociación Amigos del Templo trabajan para restaurar el edificio que, con casi 110 años de vida, ya presenta algunas falencias.
De hecho, en numerosas ocasiones se han llevado a cabo distintos estudios y presentaciones para conseguir los fondos y que los trabajos se realicen. Al tratarse de una edificación patrimonial bonaerense se entiende que la Provincia debería colaborar con esta movida.
En este marco, en los últimos días se dio un paso más que importante: desde La Plata se notificó a la comuna de la asignación de un número de expediente para el proyecto de Restauración y Puesta en Valor del templo. El archivo aún no figura en la base de datos pública de la dirección provincial de Patrimonio Histórico, pero se entiende que si todo continúa por los carriles normales, el llamado a licitación no debería tardar mucho.
En esto seguramente influyó la visita al templo, en julio, del titular del área de Patrimonio Histórico bonaerense, Pablo Báez Escobar. Junto con dos referentes del proyecto, como lo son el arquitecto Héctor Green y el artista plástico Darío Urban, quienes desde hace año trabajan activamente en la posible restauración del templo y llevaron a cabo una actualización del estado del edificio para su futura puesta en valor.
En este marco, el próximo domingo 27 se llevará a cabo una nueva edición de la tradicional Cabalgata Peregrinación a la iglesia Nuestra Señora del Carmen, de López Lecube, que año a año reúne a muchos fieles y vecinos de toda la región. En esta oportunidad, llegarán jinetes que comenzaron su viaje el jueves desde Coronel Suárez, pasando por distintas poblaciones de la zona.
La actividad, justamente, se llevará a cabo a días del 110° aniversario de la fundación del templo. El domingo próximo, las actividades comenzarán bien temprano, ya que desde las 8 se realizará la concentración de centros criollos y jinetes en el campo de doma Atahualpa Yupanqui, de la localidad de Felipe Sola para, posteriormente, comenzar la cabalgata.
Sobre el mediodía será la reunión de las autoridades al templo. Se contará con la actuación de la peña La Tranca, de Cura Malal. Para las 12.30 se espera la llegada de los jinetes y el desfile de los centros criollos. Posteriormente se desarrollará el acto protocolar de la 14° peregrinación a la iglesia de López Lecube y, una hora más tarde, la misa.
Luego, sobre las 14.30, será el comienzo de los espectáculos artísticos, con la peña La Tranca, Carolina Balvidares y Los Gigantes del Ritmo. También habrá un patio de comidas, inflables para los más chiquitos y un paseo de artesanos y manualistas.
En medio de un malón
El templo, inaugurado el 31 de agosto de 1913, es considerado una de las siete maravillas del distrito de Puan. Esta calificación no sólo se debe a su majestuosa e imponente arquitectura, que se yergue como un gigante sobre la roma llanura pampeana, sino también al curioso hecho histórico que propició su construcción.
El protagonista de esa historia fue el hacendado Ramón Abraham López Lecube, quien llegó a Bahía Blanca en 1880 con la inquietud de colonizar el sur del país.
Amigo de Julio Argentino Roca, había obtenido del presidente de la Nación 50 mil hectáreas en la zona que hoy ocupan las localidades de Pelicurá, López Lecube, Piedra Echada y Estela. La única condición era que transformara ese “campo salvaje” en tierras productivas y prósperas.
Con un grupo de peones –algunos de los cuales había traído de comisarías de Bahía Blanca, donde estaban presos por delitos menores- fue delimitando sus tierras y construyendo Rancho Grande, una suerte de estancia con varios puestos desde los cuales se podía desarrollar la producción y, al mismo tiempo, repeler las incursiones de los aborígenes.
En 1887, un malón atacó la una comitiva integrada por López Lecube, su mayordomo Eduardo Graham y un grupo de peones, de camino al rancho. Al ver que no llegarían a ponerse a resguardo, todos se escaparon en distintas direcciones.
En medio del caos de violencia y sangre, encontró una vizcachera y decidió guarecerse allí. Pasó allí largas horas de terror, encomendando su vida a Dios mientras escuchaba cómo los indios destruían, robaban ganado y saqueaban el rancho. En ese lugar hizo una promesa: si salía con vida de esa encrucijada, construiría en ese mismo lugar un templo en honor a la Virgen del Carmen, de la cual era muy devoto.
La construcción comenzó en el año 1900. Nada menos que 13 años tardó en levantar el edificio, pero lo hizo tal como lo había pensado cuando se ocultaba en la vizcachera: con los mejores materiales que pudo conseguir.
Las imágenes religiosas fueron talladas en mármol de Carrara por renombrados artistas europeos, como el italiano Vittorio Caradossi. Los 14 vitrales, en cambio, fueron fabricados en Austria. Todo llegaba al puerto de Ingeniero White en barcos procedentes del Viejo Mundo, y se trasladaban 100 kilómetros en carreta.
El templo cuenta con una sola nave central, con pisos de mosaico granítico y toda la madera existente en su interior es de cedro importado de Europa. En el bronce de una de las campanas de la iglesia se halla impresa una frase del fundador: «Confortado con la fe cristiana, llegué a estos campos el 8 de noviembre de 1880, en los que labré mi felicidad».
La construcción de la iglesia atrajo a los colonos. A cada familia López Lecube le dio un pedazo de tierra; de esta forma, poco a poco, las casas fueron rodeando a la iglesia. Luego llegaron los comercios, y la comunidad comenzó a tener una vida floreciente alentada por el auge del campo y el ferrocarril (que llegó en 1905).
La iglesia fue inaugurada el 31 de agosto de 1913. A la ceremonia asistieron más de 300 invitados de toda la zona, quienes quedaron admirados por la línea arquitectónica que asemeja el templo a algunas típicas catedrales europeas.
Ramón López Lecube vivió siete años más, hasta el 16 de mayo de 1920. Falleció a causa de una miocarditis en Capital Federal. Su cuerpo fue enterrado en el Cementerio de la Recoleta. Para ese entonces su pueblo, el que llevaba sus apellidos, tenía unos 1.000 habitantes, así como hoteles, peluquerías, bares y hasta cancha de tenis. De todo esto hoy no queda más que el recuerdo: apenas 20 personas le siguen dando vida al pueblo, con la iglesia como sostén y bastión. (La Nueva)