“El Aero Hostel es un espacio único en el país”, dijo Fabio Robilotte, presidente de la comisión del Aero Club de Carhué, institución que hoy cumple 77 años y lo celebra con la inauguración de este original sitio habitacional pensado para ofrecer un servicio y estrechar vínculos con colegas.
“En principio ofrecemos este alojamiento a los pilotos que anden dando vueltas en avión y los haya sorprendido la noche o a pilotos que estén por acá y quieran pasar un fin de semana en este lugar”, dijo.
La idea surgió en comisiones anteriores y se continuó en la gestión actual.
“En el Aero Club había un lugar en desuso, un galpón, uno de los viejos talleres, que se remodeló por completo para poder llevar a cabo esta iniciativa”, agregó Robilotte.
Se colocaron pisos nuevos, aberturas, baño, cocina y se habilitó una habitación de 8 x 4 con dos cuchetas de tres camas cada una.
“Los que andamos en avión somos reacios a dejarlo solo y es frecuente que armemos la carpa abajo del avión”, dijo.
“Trabajamos sobre esta idea del Aero Hostel para que los pilotos puedan dormir en el mismo lugar donde duerme su aeronave”, destacó.
Se ofrece así un sitio seguro donde cada piloto pueda dejar su avión, pernoctar, almorzar y cenar en el lugar. El costo no tiene relación intrínseca con un ánimo de lucro (aunque hay que cubrir gastos y recaudar fondos) sino más bien con la prestación de un servicio a colegas.
Más adelante estiman habilitar el espacio para otras personas.
Los festejos
El Aero Club tenía previsto para hoy un Aero Asado en Macachín para celebrar sus 77 años de existencia pero se suspendió por anuncio de mal tiempo.
Estos Aero Asados se organizan una vez por mes siempre en algún Aero Club distinto de los presentes en el sudoeste. El objetivo es disfrutar de un encuentro que les permite conocerse más y estrechar vínculos entre miembros de aeroclubes de Macachín, Carhué, Coronel Suárez, Pigüé, Lamadrid, Salliqueló, Bahía Blanca y Jacinto Aráuz, entre otros.
“Llegamos en avión, comemos un asado y compartimos anécdotas y camaradería”, señaló.
“La economía del Aero Club está muy saneada, venimos bien, solo notamos un poco la crisis económica en que disminuyó el número de visitantes que realiza los tours aéreos de Epecuén”, advirtió.
El Aero Club tiene alumnos en su Escuela de Piloto Privado de Avión y dos instructores de vuelo. Este mes o el próximo se está por recibir una alumna, una piloto, de San Miguel.
“Tenemos una muy buena administración, nos mantenemos con nuestros propios recursos y las comisiones anteriores siempre hicieron bien las cosas”, sostuvo.
En cuanto a la situación del resto de los aeroclubes de la zona admitió que en general están en similares condiciones. Sin deudas ni grandes inconvenientes en este sentido.
“Manto de sal”: una mirada desde el cielo
Por estos días los pilotos del Aero Club registraron imágenes desde el cielo que dan cuenta de una mirada distinta y original del paisaje que se forma en Epecuén con la llegada del frío, cuando las playas del lago se cubren por un manto blanco de cristales de sal que deslumbra a los visitantes ya que parece nieve.
Los turistas y la gente del lugar se toman fotos en este paisaje para compartir un fenómeno que no deja de sorprender, más allá de que es común que ocurra todos los años.
Este año empezó a registrarse a mediados de abril y se afianzó en los primeros días de mayo.
Desde el aire se aprecian las formas, relieves, dibujos que va trazando la formación de cristales de sulfato de sodio al modificar el paisaje.
La capa blanca que se aprecia desde el cielo de entre 15 y 35 centímetros de espesor, y 2 a 7 metros de ancho y rodea el espejo de agua. Los granos de sal, tienen el tamaño de una arveja, o aún mayor.
El lago Epecuén es una salina húmeda y punto final de una cuenca de lagunas encadenadas y sin salida, que recibe aportes tanto de esas lagunas aguas arriba como de pequeños arroyos.
El aporte más importante de minerales es el dado por los surgentes que los arrastran desde las profundidades de la tierra.
Durante la década de 1980 hasta los primeros años de este siglo, la mano del hombre detuvo este fenómeno (al producir enormes volúmenes de agua dulce con obras hidráulicas llevadas a cabo durante los ’70”) y recién regresó en 2012, cuando la baja de las aguas del lago ya era algo palpable desde hacía varios años.
(Poe Anahí González Pau / La Nueva)