A los 11 años el tenis se convirtió en su pasión y así ella aprendió la importancia de la dedicación para cumplir metas, pero ese entusiasmo por el deporte comenzó a desvanecerse cuando su entrenadora, según la denuncia, la abusó sexualmente.
En aquel momento la imposibilidad de comprender que lo que sucedía estaba mal, le impidió a la niña exteriorizar su padecimiento frente a su familia y el silencio la invadió durante 20 años. Había quedado bloqueada por semejante trauma.
A pesar del estado de vulnerabilidad pudo continuar con su vida gracias a su fortaleza mental, y hace poco logró romper el muro y sintió la necesidad de dar a conocer las agresiones sexuales que sufrió de chica, animándose a denunciarlas.
Hace algunas semanas la víctima se presentó en la fiscalía y dio cuenta de los ataques contra su integridad sexual, que presuntamente se reiteraron entre 2003 y 2007, en una localidad cercana a Pigüé y en el ámbito deportivo.
Los hechos en perjuicio de la -en ese entonces- menor comenzaron en forma de hostigamiento verbal y luego se convirtieron en manoseos, hasta ser sometida a vejaciones más graves.
“Me citaba para entrenar sola, se sentaba al lado mío y me hacía comentarios como por ejemplo ‘qué linda boca tenés’. Siempre me remarcaba que yo era especial y diferente a todas sus otras alumnas”, contó la denunciante.
“Me manipulaba, me presionaba para que fuera a entrenar y me hacía creer que los demás jugadores hacían las cosas mal. En ese momento no noté nada raro”, agregó.
Las circunstancias de aprovechamiento y engaño de la adulta contra la pequeña se agravaron.
“La primera vez que me dio un beso (en la boca) quedé descolocada y fue una situación no elegida por mí; volví a mi casa muy nerviosa y no entendía nada. Además, ella me hablaba mal de mi familia”, recordó.
“Si bien donde vivía me manejaba libremente, ella me controlaba, me obligaba a mentir y me amenazaba, por eso cuando era adolescente sentía miedo, culpa y vergüenza. No tuve una adolescencia tranquila; me sentía acosada y con mucha presión interna”, explicó.
La víctima de abuso sexual infantil intentó alejarse de su agresora, pero en aquella ocasión no pudo a raíz de su amor por el deporte.
“A los 13 años tuve mi primer ataque de pánico y ella se enojó porque le conté que había tenido que dormir con mi mamá”.
Producto del malestar constante, la niña le reclamó a la profesora de tenis que depusiera su conducta abusiva y desde ese momento el trato de la victimaria hacia su aprendiz cambió “radicalmente”.
“Ella empezó a ser más distante y me trataba mal frente a otros alumnos”, resaltó.
Luego intervinieron los padres de la deportista y le plantearon a su hija la posibilidad de continuar la actividad en otra ciudad. Para la tenista, ese fue el fin de la pesadilla que sufrió hasta los 15/16 años.
Aunque los ataques de pánico reaparecieron y fueron el detonante para que la joven buscara ayuda psicológica.
Denuncia y “sanación”
Este año la mujer encontró en Instagram fotos de la abusadora junto con alumnos menores y supuso que a otras niñas y niños les podría estar sucediendo lo mismo que le ocurrió a ella.
“Me senté en el sillón, me largué a llorar y pensé: ‘no estoy haciendo nada para revertir esta situación’. Sentí que denunciar era lo mejor para cerrar mi proceso de sanación; me estaba defendiendo, que es lo que nunca pude hacer”, expresó.
Hace poco pudo volver a disfrutar de la actividad tenística, pero no deja de pensar en la posibilidad de que haya más víctimas de la instructora, quien supuestamente continúa enseñando tenis en la zona.
La protagonista principal de esta historia teme que esas personas eventualmente no hayan denunciado a la entrenadora por “miedo”.
“Hoy en día me siento muy bien, tranquila y acompañada, porque la vida puso a mi lado amigos, amigas y compañeros de trabajo que son parte de mi sostén. Sin ellos, mi recuperación no hubiera sido posible”, destacó.
“La única manera de transformar esos duros recuerdos es hacer el bien, ser buena persona y ayudar a los demás”, finalizó.
En trámite
La causa está en trámite en la Unidad Funcional de Instrucción y Juicio Nº 4, a cargo del fiscal Diego Torres, quien indicó que la acción penal podría prescribir porque transcurrieron más de 12 años (plazo de prescripción de los delitos sexuales) desde los incidentes descritos.
“Intentamos manejar la situación con cautela porque hubo reformas legislativas que modificaron el plazo de 12 años, según la edad de la víctima al momento de los hechos, prorrogando el inicio (de ese período) cuando la persona afectada fuera mayor de edad”, precisó el fiscal.
“A su vez un dictamen del procurador general establece un principio de imprescriptibilidad de los delitos sexuales. Es un tema bastante complicado y hay que analizar cada caso en particular».
“Hay una discusión doctrinaria sobre qué hacer en estos casos. En muchos departamentos judiciales se avanzó con lo que se llama ‘juicio por la verdad’. Si bien no se dicta sentencia condenatoria, se hace el juicio para determinar la veracidad de los hechos y si ocurrieron como relató la víctima”, completó Torres.
Siempre se tiene en cuenta -remarcó- si la víctima está interesada en avanzar o no con el proceso.
«Además se la instruye en cuanto a que ese posible avance se concretaría mediante un ‘juicio por la verdad’, y no por medio de una sanción penal contra el o la denunciada”, detalló el acusador.
“En estos casos solicitamos pericias psicológicas a la víctima que nos sirven para conocer su situación. Muchas veces el informe psicológico es útil como abordaje terapéutico sobre lo sucedido, a modo de contención”, acotó.
Hasta 2011, la prescripción comenzaba a correr al momento en que se había cometido el hecho, con lo cual muchos casos quedaban impunes porque las víctimas no podían confesar, lo hacían tarde o estaban bajo amenazas de sus victimarios.
Desde esa fecha, con la llamada Ley Piazza, se tomaba como punto de inicio cuando la persona afectada cumpliera los 18 años.
En 2015 la normativa se volvió a modificar y se dispuso que el plazo de prescripción empiece a correr cuando el menor perjudicado por un delito sexual denuncie, independientemente de su edad.
«La prescripción es una cuestión de orden público y por eso en estos casos en general hay dos posibilidades: que la causa se archive como facultad del Ministerio Público o que la defensa pida el sobreseimiento de el o la acusada ante la justicia de Garantías».
«Si en este caso hay prescripción, no se puede citar a la denunciada a indagatoria», finalizó el doctor Torres.
Existen dos “escuelas”
Retroactividad. Según los juristas, la ley penal no puede aplicarse retroactivamente cuando sea más gravosa para el acusado.
¿Excepción? Sin embargo, en el caso de delitos sexuales existen dos corrientes judiciales: una que abona esa teoría y otra, creciente, que considera que sí hay que aplicar retroactividad e investigar hechos viejos.
Argumentos. Para los adherentes a la segunda postura, no corresponde hacer prescribir lo que una víctima no puede recordar, como muchas veces sucede por bloqueos emocionales.
Fallos. Tribunales provinciales emitieron fallos que dieron retroactividad aplicando la Convención de Derechos del Niño, pero en determinados casos.
Posición. A la luz de ambas opiniones, es fundamental que la Corte Suprema de Justicia defina si las reformas legales en materia de delitos sexuales se aplican sólo para los casos posteriores a 2015 o pueden ser retroactivas. (La Nueva)