Navegando por el océano de la vida no puedes controlar la dirección en la cual sople el viento. Sin embargo lo que sí puedes hacer, es ajustar las velas de manera tal que puedas moverte precisamente en la dirección que hayas elegido.
Así se presenta en sus redes sociales Yumilath Hanoi Abreu, una joven de Santo Domingo, República Dominicana, quien desde un paradisíaco punto del mundo bañado por las aguas del Caribe, un buen día decidió llevarse por la pasión y el amor y seguir los pasos de Miguel, un riverense que le robó el corazón y lo trajo hasta esta localidad del sudoeste Bonaerense.
Ella es licenciada en Comunicación Social, con mención en periodismo, egresada de la Universidad Autónoma de Santo Domingo. Miguel había partido de su Rivera natal para progresar y conocer ese paraíso del mundo, juntos tuvieron a Yuric, una hermosa niña. «Hace siete años que resido en Rivera, feliz y contenta, aunque una no se vino de la noche a la mañana. Venir aquí fue una decisión que tomó su tiempo», dice Yumi. «Lo nuestro es una historia de amor, Miguel me planteó que Rivera era un lugar tranquilo para vivir y afianzar nuestra familia». «Al principio fue difícil, mi familia no quería saber nada de que me vaya, mis amigos me preguntaban si me había vuelto loca, que que iba a hacer allá. Pero luego entendieron y respetaron la decisión que tomamos con mi pareja. Yo dejé mi trabajo de 15 años en el Ministerio de Agricultura y todo, todo y no me importó tener que empezar de cero si estoy con la persona que amo y con mi hija, es la familia que formamos.»
Sin embargo y a pesar de los años que reside en la localidad, buena parte de los riverenses ignoran que esa mujer procedente de Santo Domingo fue la primera habitante de ese país del Caribe que se conozca en estas tierras, la primera inmigrante dominicana en una localidad formada por inmigrantes.
«El amor arrastra, lo poco que conocía de Argentina y de Rivera principalmente era por lo que me contaba Miguel y su familia con quien manteníamos contacto con videollamadas. Antes de conocerlo solo sabía de este país por lo que nos llegaba, el tango, las novelas, etc. Pero decidí venir aquí por amor».
«Santo Domingo es capital de Republica Dominicana, y como en toda gran urbe la vida es distinta, falta tranquilidad, se vive de otra manera. Por decir un ejemplo nuestra hija la pasaba entre cuatro paredes cuando no estábamos, se hace difícil hasta para saber quienes son tus vecinos. Y acá la propuesta de calidad de vida era otra, se manejan otras libertades», cuenta.
En la última década, la migración de la República Dominicana a Argentina ha continuado en aumento. El Censo de 2010 reportó la presencia de un total de 5.600 ciudadanos dominicanos en el país, entre ellos, 1.400 hombres. En la actualidad, las mujeres dominicanas trabajan en empresas minoristas, en la industria de la belleza, educación y salud.
Al llegar a Rivera Yumilath palpó de cerca lo que había escuchado en palabras: «Cuando llegué me encontré extraña, sentía que no iba a encajar, pero al contrario de eso, me recibieron con mucho cariño, mucho afecto», dice y agrega: «La gente me saludaba mucho, el recibimiento fue realmente maravilloso, en la ciudad no estaba acostumbrada al hola acá y hola allá, la gente de Rivera es muy genuina y sincera», destaca.
“Argentina es un país que nos acoge, nos hace sentir que damos un paso adelante. Es grande, generoso, que ofrece posibilidades”, dice y añade: «Nunca estando aquí recibí algún tipo de discriminación, y para mi eso es importantísimo, te acogen, te respetan, más no puedo pedir»
«Este país en muchos aspectos tiene virtudes que en otros lados son difíciles de encontrar, la educación por ejemplo. Aquí la educación pública es gratuita y de calidad. Quizá en Dominicana la educación que quieres para tus hijos no es estatal, es privada, y el costo para quienes acceden a esa educación no es para todos los ciudadanos, solo para alguna clase social, hay mucha desigualdad, el de menos recursos no tiene una calidad educativa como a la que accede el que puede, es diferente. Acá hasta inglés te dan en el aula desde primaria, allá eso se debe pagar como particular, recién en el secundario recibís una enseñanza básica de otro idioma como el inglés», afirma.
«Hoy Rivera es mi segundo hogar, me siento muy acogida por la gente, me siento una riverense más. En mis tiempos libres me gusta conectarme con la cultura. Lo hago a través del canto y la música. Por suerte me ha tocado representar a la localidad en algunas oportunidades a través de mi voz. En Dominicana canté mucho tiempo en el coro juvenil de la Iglesia Católica, lo hice durante muchísimo tiempo, luego forme pareja y entre el estudio y la vida me alejé un poco de ello, pero aquí lo pude retomar».
«No pierdo mi pasión por la Bachata y el merengue, ustedes cuando emigran escuchan un tango y lagrimean, a mi me sucede a veces con la música de Centroamérica, hay merengues que te dan en el alma y bachatas que allá les decimos «cortavena», que son para entristecerse….esas cosas se extrañan. La familia, conocer a los nuevos sobrinos», afirma.
En la actualidad Yumi es Profesora en el Instituto Mariano Moreno. «Doy Comunicación, Cultura y Sociedad a alumnos de quinto año, ya llevo tres años de esta nueva vocación, yo no pude ejercer como periodista porque en su momento debía revalidar el título en Argentina y me encontraba abocada a la crianza de mi hija, pero el conocimiento que adquirí hoy puedo plasmarlo en el Instituto para con mis alumnos», de todas maneras dice: «Sigo capacitándome y aprendiendo».
Los incesantes cambios económicos que atraviesa el país han llevado a que todavía no haya podido regresar a visitar su tierra natal: «Se nos ha hecho imposible volver, la situación económica es difícil hoy, inestable, nos comunicamos por WhatsApp y redes sociales, más allá de eso, el deseo de volver y abrazar a los míos siempre está, no es lo mismo con una pantalla de por medio, aunque si aliviador», expresa y agrega: «Espero que Argentina salga adelante, si le va bien a nosotros nos va a ir bien».
Al respecto contó: «Cuando vinimos estaba el dólar a 12 pesos cuando en Dominicana valía 45. Hoy acá vale casi 300 y allá 57. Entonces lo económico no acompañó para juntar y poder volver a pasear y estar con la familia y amigos. Creía que en dos años se iba a dar, que íbamos a juntar los dólares e ir de visita, pero todavía no se dio, hoy un pasaje esta muy por encima del 1.000 dólares, es difícil juntar lo que se necesita para tres».
Entre las diferencias más notorias en cuanto a la vida social entre un país y el otro resume: «Allí por una cuestión climática supongo, la gente es divertida, merengue, bachata, baile, alcohol esta en el ADN, debe ser por el Caribe, aunque el Argentino también es algo así, es amiguero y le gusta la «joda» como ustedes dicen», señala y agrega: «Cuando llegan las navidades y el fin de año, el estar en otro lugar del mundo se hace sentir. Allá la celebración es muy distinta, lo hacemos con villancicos, sale la gente a cantar, a abrazarse. Aquí es el saludo y brindis con la familia y amigos. Allá se extiende a los vecinos, ellos son considerados como hermanos, es la primera persona a la que se recurres si te pasa algo. Eso es algo que va variando depende del lugar adonde vivas supongo, acá en Rivera dentro de la unión que hay entre la comunidad cada uno tiene su individualidad. En Dominicana el vecino es tu hermano».
Dicen la esperanza es lo último que se pierde, y Yumilath Hanoi Abreu le sobran energías positivas: «La Argentina va a salir adelante, confío en el Argentino, han salido de tantas y esta no va a ser la excepción. Tienen una capacidad de reinventarse y salir adelante creando nuevos objetivos. Y si a la Argentina la va bien al inmigrante también. Nuestra esperanza al partir es llegar a un lugar mucho mejor, yo me rodeo de esa energía positiva para que las cosas finalmente sean así»
(*Por Gastón Perissé/Diario de Rivera)