
La Comunidad de la Parroquia Santa Teresita del Niño Jesús invita a todos los niños y familias a recibir a los Reyes Magos el jueves 5 de enero de 2023, a partir de las 21.30 hs.
En una “noche mágica de amor y Paz” arribarán a caballo a la Parroquia Santa Teresita luego del recorrido por las calles de Rivera y será adorados frente al pesebre dentro de la Parroquia.
Santa Teresita es el lugar escogido tradicionalmente en Rivera donde los Reyes Magos repartirán juguetes y caramelos entre los mas pequeños y además habrá relato con canciones y el sorteo de una Rifa.

Reyes Magos: Historia de una leyenda
Como cada 5 de enero, los más chicos dejan antes de irse a dormir un par de zapatos afuera que Melchor, Gaspar y Baltasar, los Reyes Magos dejen un regalos. Sin embargo, poco sabemos acerca de la tradición.
Las únicas referencias que se tienen sobre ellos provienen del Evangelio capítulo 2 de San Mateo y de algunos Apócrifos, y en ninguno de ellos los califican de reyes. En los textos originales la palabra “sabios” es derivada del griego “magoi” y el latín “magi”. Dichas palabras parecen provenir a su vez de la palabra “magu”, nombre dado a los sacerdotes persas en la religión zoroástrica.
Los Reyes Magos – Historia y Leyenda
Durante muchos años se consideró a los sacerdotes como depositarios de todo conocimiento importante. No solo las técnicas para propiciar a los dioses, sino el estudio de los cuerpos celestes y sus supuestas relaciones con los asuntos humanos, lo cual era muy tradicional en Babilonia.
En otras palabras eran astrólogos-astrónomos.
Los judíos, que siglos atrás habían sufrido el destierro en Babilonia, conocieron la categoría de “magos” de dichos sacerdotes, lo cual podría dar lugar a que San Mateo los denominara de dicha forma. Otras versiones en cambio los identifican como sacerdotes de Mitra, un dios solar con ciertas pautas de semejanza a Cristo. Lo cierto es nunca se les denomina en los textos como “reyes”
En los primeros siglos del cristianismo la palabra “mago” se convirtió en “no grata” para los cristianos pues recordaba la confrontación de Simón el Mago con los jefes de la Iglesia.
Simón el Mago había sido acusado de hechicería e incluso de dar origen al gnosticismo cristiano y a la herejía de los “simonianos” que duro dos siglos. Por lo mismo los “Magos de Oriente” fueron transformados por la tradición en “Reyes de Oriente” y al cabo de un tiempo en “Reyes Magos”.
En un principio el número de los Magos fue indeterminado. En las pinturas de las catacumbas romanas fueron a veces dos, y otras cuatro. La Iglesia de Siria creyó que eran doce que prefiguraban los doce futuros apóstoles. Algunas tradiciones de la Iglesia Copta elevan el número hasta sesenta y citan los nombres de más de una docena de ellos.
Finalmente en el siglo IV su número es fijado en tres por orígenes, un conocido escritor eclesiástico.
La leyenda dorada de los Reyes Magos

Nació en el siglo IV de nuestra era. Se encuentra en el “Opus imperfectum in Mattheum” redactado en latín por un escriba iraní cristiano. Sin embargo los investigadores mas versados en esta obra han dejado en manifiesto que este libro fue inspirado en el llamado “Libro de Set”, redactado en el siglo III de nuestra era, en la región de Edessa.
En la leyenda los reyes tienen cada uno un reino, y esperan una estrella en el cielo cuyo significado conocen perfectamente, eran religiosos y justos con sus pueblos. En el siglo II empieza la iconografía de los reyes magos.
De vuelta a sus países, los Reyes vivieron piadosamente en la religión de Jesús en la cual supuestamente son instruidos por el apóstol Santo Tomás, abjuraron de sus prácticas paganas, hasta que, en el año 70, ya muy avanzados en años, sufrieron el martirio.
En el siglo V el Papa San León, habla de ellos como si hubieran existido realmente y fija su número en tres. En el siglo VI la iconografía les da a los magos una premeditada diferenciación en la edad: dos de ellos son representados con barba y el tercero si ella.
En el siglo IX, hacia 845, en el “Liber Pontificalis” de Rávena aparecen nombrados como Bithisarea, Melichior y Gathaspa. El antes mencionado Beda El Venerable recoge los nombres y atributos de los Reyes Magos en uno de sus textos:
- El primero fue Melchor, un anciano de larga cabellera cana y luenga barba… fue él quien ofreció el oro, símbolo de la realeza divina.
- El segundo fue Gaspar, joven, imberbe de tez blanca y rosada, honró a Jesús ofreciéndole incienso, símbolo de la divinidad.
- El tercero fue Baltasar, de tez morena (“fuscus” en latín) testimonió ofreciéndole mirra, que significaba que el hijo del hombre debía morir.
A raíz de este texto, los artistas empezaron a representar a los magos de acuerdo a determinadas edades. De esta manera los magos venían a simbolizar las tres edades del humano: 60, 40 y 20 años, tal y como lo expresa el “Catalogus Sanchtorum” de Petrus de Natatibus, del siglo XV.
Otro cambio importante fue el cambio de origen de Baltasar
Aunque Beda El Venerable ya lo mencionaba como de tez morena, durante mucho tiempo nadie imagino la existencia de un Rey Mago negro. Según la tradición, ellos eran originarios de Persia, por lo cual no podía existir un negro entre ellos.

Sin embargo, a partir del siglo XIV, por influencia de la vocación ecuménica de los predicadores empezaron a dar un carácter de universal a los reyes magos. Desde entonces simbolizan las tres razas humanas admitidas en la antigüedad y prefiguradas por los tres hijos de Noé: Sem, Jafet y Cam, tal y como el Antiguo Testamento las define.
Y también obviamente arranca la tradición de representar a los Reyes Magos montados sobre animales correspondientes a sus geografías: un caballo, un dromedario y un elefante, respectivamente.
A mediados del siglo VI de nuestra era, la Iglesia decretó que el 6 de enero se celebraría la Epifanía (del griego ‘epifaneia’: apariencia), es decir la revelación de Cristo a los gentiles como el Salvador y hoy en día los anglicanos, los católicos y los orientales lo festejan. Esta fecha se asocia con el bautizo de Jesús, las Bodas de Canaan (primer milagro de Cristo), y al principio con la Natividad, la cual fue después trasladada al 25 de diciembre.
Entonces, de esta forma se estableció el 6 de enero como el día de los Reyes Magos, momento en que “el mundo” representado por los tres sabios reconoció el nacimiento del Salvador.
La estrella de Navidad que guió, según la Biblia a los tres Reyes, hasta el pesebre en Belén, donde había nacido el Niño, se ha explicado de diferentes maneras, pero la idea más convincente es la que Johannes Keppler desarrolló en 1606, según la cual el astro en realidad fue una conjunción de la Tierra con Saturno y Júpiter, con el sol en la casa de Piscis, aunque sobra decir que para la Iglesia se trata de la luz divina que los guió, hasta el milagroso nacimiento.

La tradición de celebrar esta fecha con juguetes para los niños se inició en el siglo XIX, pues antes Gaspar proveía de golosinas, requesón, miel o frutos secos; Melchor era más práctico y cargaba con ropa o zapatos, mientras que Baltasar era el encargado de castigar a los niños que habían sido malos durante el año con carbón, leña o piedras (en la actualidad fabricados con azúcar).
Arqueología hace revelaciones sobre los Reyes Magos
Los Reyes Magos no son personajes creados por siglos de tradición cristiana. Su existencia, además de quedar bien testimoniada en el Evangelio, ahora es documentada por los descubrimientos arqueológicos.
Esta curiosa y extraordinaria revelación se encuentra contenida en una tablilla, en la que se han acuñado caracteres cuneiformes. Se trata de un auténtico documento astronómico y astrológico (entonces las dos disciplinas eran hermanas gemelas) que revela la existencia de una conjunción de Júpiter y Saturno en la constelación de Piscis en el año 7 antes de Cristo.
Los Evangelios enmarcan el nacimiento de Jesús en tiempos del censo del imperio ordenado por César Augusto, cuando Quirino era gobernador de Siria, y en los últimos años del rey Herodes, quien falleció en el mes de marzo del año 4 a.C.
Para los historiadores, Jesús nació unos siete años antes del año «0». El evangelista Mateo (2, 2) pone en relación el evento de Belén con la aparición de una estrella particularmente luminosa en el cielo de Palestina. Y es precisamente en este momento en el que la tablilla de arcilla ofrece un testimonio particular.