«Felipe es lo más». Tanto su mamá, Anita Capitanelli, como su papá, el ecografista Luciano Martínez, de Coronel Pringles, todavía recuerdan la pesadilla que vivieron en 2021, cuando la incertidumbre sobre la supervivencia de Felipe, quien cumplió 3 años el pasado jueves 21, era muy grande.
Ella había sufrido una rotura prematura de membrana (lo que popularmente llamamos «romper bolsa») con apenas 24 semanas y 4 días de embarazo y, según los especialistas que la atendían en el Hospital Privado del Sur, de Bahía Blanca, el parto se presentaba «inviable» pero las probabilidades de que se desencadenara eran de un 90 por ciento.
Previamente había tenido falta de líquido amniótico y otras complicaciones que derivaron en una internación prolongada en plena pandemia.
Por lo tanto, las chances del niño de sobrevivir eran de un 10 por ciento o menos. Por eso, cuando superó los desafíos que se le presentaban, en el hospital comenzaron a llamarlo con cariño e ironía «el inviable».
«Estos son días muy movilizantes para nosotros porque recordamos mucho aquel primer paso por el hospital, los días internados, los 50 días en Neo de Felipe y su alta tan esperada», contó la mamá a La Nueva.
Es que Felipe llegó al mundo contra todo pronóstico en la semana 31 de gestación: pesó 1,220 kg y midió 35,5 cm.
Hoy tiene una muy buena calidad de vida más allá de algunos sobresaltos.
«En julio del año pasado tuvo algunos episodios de convulsiones febriles pero no es algo neurológico. Enseguida lo atendieron de forma excelente en el Hospital Italiano de Bahía Blanca donde conocimos al neurólogo infantil Martín Peralta quien hoy realiza sus controles y le da una medicación preventiva», contó.
«Nos tuvo con el corazón en la boca pero gracias a Dios su salud está muy bien», dijo su mamá.
La única secuela de Feli por el parto prematuro es su falta de madurez pulmonar lo que se hace más evidente en los días de elevada humedad y puede llegar a tener broncoespasmos.
Sin embargo, es una complicación menor al lado de todo lo que superó este guerrero que hoy es fanático de Los Palmeras y empezó el jardín.
Por eso, mientras sopla las velas de su torta de cumpleaños rodeado de amigos y de la familia todo lo vivido anteriormente parece una película.
«Este año arrancó el jardín porque el año pasado el neumonólogo nos pidió que no lo lleváramos a salita de 2 por la cantidad de enfermedades que se podía contagiar», narró.
«Nos deslumbró una vez más, nos sorprendió su actuar ya que entra a la sala y empieza a saludar a todo el mundo y hasta choca los cinco con los amigos. Hoy lo mirábamos con Lucho, el papá, y llorábamos de la risa porque no podemos creerlo», dijo.
Para Anita y Luciano, cada día al lado de su hijo es un regalo invaluable, una oportunidad de celebrar la vida y el amor que los une como familia.
«Él está muy bien y solo tenemos que evitar que levante fiebre así que estamos siempre con un termómetro encima suyo», dijo.
En medio de la celebración de su tercer cumpleaños, la historia de Felipe Martínez sigue inspirando a todos aquellos que se enfrentan a desafíos similares, recordándoles que la esperanza y la fuerza interior pueden superar incluso las pruebas más difíciles de la vida.
(Por Anahí González Pau / La Nueva)